Capítulo 3

2571 Words
Eyra aún mantenía su mente en lo ocurrido en el despacho de Lodbrok, y él sabía que su alumna pensaba en eso. Le gusta jugar no solo con sus cuerpos, sino también con su mente. — Vamos a comer algo, muero de hambre – dijo Konstantin. — Está bien – dijo Eyra sin mirarlo. — Lodbrok y Wayne harán 10-10 – informó Konstantin por la radio – Gambino te quedas en H50 y Fredriksen te quedas en Z20 – escucho un 10-4 de parte de ambos, desconecto su radio. - ¿Qué te apetece comer Eyra? — Lo que sea está bien, no tengo mucha hambre, señor. — ¿Volvemos a lo de señor? – la miró. – Nena, ¿no seguirás sentida por lo que pasó está mañana? Eyra tenso la mandíbula pero no dijo nada. — Tomaré eso como un sí. — Tómelo como usted quiera. — Bueno, te llevaré a un lugar increíble – dijo, dando marcha a ese lugar que por cierto, era suyo – Y dime Eyra ¿Qué te trajo a la Central de mando de Sacramento? No podría seguir molesta todo el día, además era su jefe, por ende tenía la responsabilidad de responder. — Una nueva experiencia, nuevos aires – suspiro mirando hacia la ventana. No había mentira en ello, era cierto, aunque la verdadera razón fue haberse desligado de su familia, abandonarlo todo y huir a una nueva vida. — Bueno, eso encontrarás aquí – la miró – Aún llevas poco, pero en cuanto agarres marcha veras que tan movida está la ciudad – suspiro cansado y Eyra lo miró, quién mejor para saberlo que él. – Llegamos – informo cuando aparco frente. Eyra miró el lugar, parecía una cafetería donde un millonario pagaba 100 dólares por un maldito café. No tendría ni el dinero de pagarse una dona glaseada. Ahora no sabe si la llevó a propósito con el fin de contentarla con lo que pasó esa mañana. Konstantin le abrió la puerta de la cafetería y le dio el paso a Eyra, quien pasó sin decirle nada, Konstantin ladeo la cabeza, se da cuenta de lo sentida que es su chica a cargo. La contentara con su cafetería. Suspiró y dejó que Eyra mirara el lugar. — Ponte cómoda – le dijo – Elige la mesa que quieras, iré al baño – Eyra asintió, Konstantin entró a la cocina mirando a todos - ¿Qué pasa perras? – dijo con una gran sonrisa. Su gran cafetería, tenía la fortuna necesaria para poder tener un negocio propio y eso es lo que tenía. — Pero miren quien es, Konstantin perra, has decidido dejar el manto de jefe de la ciudad ¿verdad? — Ojala Matt, ojala – sonrió divertido - ¿Qué hacen todos metidos aquí? — Esperando a nuestro cliente favorito – dijo Dante. — Pues he llegado y no vine solo – carraspeo un poco nervioso. — Ojo, que el super trajo pareja – dijo Dante - ¿Quién es? Es linda. — Una alumna – la mayoría se asomo para ver quien era la pareja del pelirrojo. – Y no es mi pareja, solo es mi compañera de patrullaje. — Si, claro – dijo Matt – Estás nervioso y lo más importante lo has traído aquí, la quieres impresionar. Era cierto. A nadie ha llevado ahí porque sí. Maximus es su excepción por ser su hermano, a Alina la llevó casi por obligación de Max, sin embargo no ha llevado a nadie más. Eyra era su excepción. Quiere hacerla feliz después de lo que pasó y no sabe por qué. Es solo una alumna más. — Joder, te odio. — ¿Explosion de chocolate? – sonrió de lado. Kosntantin miró a Matt, bien sabe lo que necesita para poner feliz a alguien. — Y dos emparedados, pero llámame cuando tengas la explosión de chocolate. — Está bien – le sonrió – Ahora vete y nosotros haremos el resto. Konstantin salió de la cocina y fue hasta donde estaba Eyra, sentada casi al fondo, junto a una ventana. — Llegue – sonrió sentándose frente a ella. - ¿Qué te parece el lugar? — Me gusta – sonrió mirándolo – Aunque no tengo el dinero suficiente para… - fue interrumpido cuando dos meseras llegaron dejando dos tazas con café y dos vasos con jugo – Oh gracias. — Gracias – sonrió Kosntantin. – Debes probar el café es lo mejor que ahí aquí, es con grano recién molido – le dio un sorbo a su café – Una puta maravilla – Kosnatntin espero que Eyra le diera el primer sorbo y cuando lo hizo, vio la cara de satisfacción de Eyra. Le encantaba. – ¿Y qué tal? — Está delicioso – dijo aun saboreando el café en sus labios, ahora sabe porque el café vale 100 dólares. — Y eso no solo es lo mejor – sonrió Konstantin y dos meseras llegaron con los emparedados. — Vaya – dijo Eyra cuando lo vio – Se ve genial. >> Controlador… me agrada. > Puta madre. > Relájate, no es como si hubieras vivido un momento erotico mientras tu jefe te daba de comer en la boca y después te limpiara la boca y se llevará el pulgar a la boca mientras te miraba… Voy a enloquecer, ese hombre me volverá loca. — Ya sé, no tienes que decírmelo a mí se muy bien que no somos eternos – suspiro pesado – Pero joder, está chica se ve tan pura y no quiero que se ligue con alguien que básicamente tiene el diablo a su lado. Alina al menos sabe a lo que se atiene, pero ella no, y no quiero corromper a un ángel como Eyra. — Kosntantin, no te reprimas tanto, si no te arriesgas nunca sabrás qué se siente volver a ser tú mismo no tener ese miedo de que un dia todo se joda – lo miró – No pasara lo mismo que con tu familia – le sonrió – Si te gusta tanto, hacerlo saber pero si quieres arreglar tus mierdas no lo traigas a tu puta cafetería. — Joder, debia traerlo, después de lo que le hice en la mañana… quería hacerla sentir bien. Eyra volvió al baño, ahora estaba aún más confundida. ¿Le gusta a su jefe? ¿Está es su cafetería? ¿Tiene familia? ¿Por qué se hace tantas preguntas? Salió de nuevo al baño y lo vio solo de nuevo, comiendo el postre. — Lo siento por tardar. — Tranquila – dijo sin mirarla – Pedí para llevar el postre, te lo puedes quedar – se levantó – Debes regresar al trabajo. Ese cambio fue muy drástico. Primero coqueto y sensual, ahora rígido y frío. — Está bien – se levantó y una mesera llegó con una bolsa. — Es para ella – dijo Konstantin. — Oh, gracias – sonrió. Los dos salieron de la cafetería, subieron al auto. El camino era muy silencioso, le preocupó un poco, hace nada estaba sonriendo y coqueteándole y ahora, parece perdido. — Gracias por hoy – dijo sin pensarlo sacando a Konstantin de su mente, Eyra lo miró – Por el almuerzo y el postre. — Oh, de nada – suspiro y no dijo nada más. Llegaron a la Central, Konstantin pasó de largo sin decirle nada y subiendo directo a su despacho, varios lo miraron extraño. — Iré yo – dijo Alonzo, pero Eyra alcanzó a escuchar. — 10-4, avisa si nos necesitas – dijo Collins. Eyra confundida se acercó a los comisarios que ellos sabrían mejor del tema que ella. No quería parecer entrometida, pero sentía que era algo que debía saber. — Disculpen, comisarios. — Oh Eyra ¿qué pasa? – sonrió Tobias. — No quisiera molestar pero, hace un rato el Superintendente y yo estábamos muy bien almorzando y de pronto se puso serio. Collins y Reyes se miraron un segundo, ninguno diría la verdad. — Tranquila, no tiene que ver nada contigo, solo que está mayor y de pronto le da algo – sonrió Reyes. — Los viejos son así Wayne – sonrió Collins, asegundando a Tobias – Ya se le pasara lo raro – la miró – Mi hermano está libre, ve a patrullar con él. — 10-4. Eyra sabía que le mentían pero no quiso indagar más en el tema, quería decir que no le incumbe pero sí le importaba.
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