Konstantin llegaba a la Central, bastante tarde y con resaca, la noche fue más larga con Alina sobre él. Estaba tan cansado que no quería ir a trabajar pero Max dijo que debía ir porque necesitaban hablar de algo.
— Adelante – dijo Kosntantin cuando tocaron la puerta de su despacho.
— Kons – sonrió Maximus al entrar.
— ¿Qué quieres? – refunfuñó molesto.
— Joder, te vez como la mierda.
— Me siento como la mierda – declaró, antes de tomar un par de aspirinas con su café.
— Alina se divirtió mucho, eh – sonrió divertido.
— Muchísimo diría yo – rieron - ¿Qué pasa? ¿Para que me querías aquí?
Se quitó sus lentes oscuros, pasó una mano por su alborotado cabello, dejando ver algunos rizos que tenía.
— Bueno, después de lo que pasó ayer quería venir a verte – le sonrió – Esa chica ya va como 5 veces que dice que no estás con ella.
— Que fastidio, no quiero imaginarme de esposa, estará sobre el pobre cabron que sea su marido todo el puto día – masajeo el puente de su nariz.
— Por favor, te gusta que los alumnos estén así, rogando por verte y en especial las chicas, además – se acercó un poco. – Está tiene buen culo y te aseguro que es natural.
— Uno muy bueno – sonrió el pelirrojo. – Es una buena chica, llegará lejos – lo miró, se levantó y se aseguró de que no hubiera nadie fuera de su despacho escuchando. Volvió a su lugar y miró a su amigo. – He estado observándola, hace bien su trabajo, sus informes son la puta maravilla, los informes de los oficiales y comisarios que han estado con ella son muy positivos, está chica hace bien su trabajo sin tener que acostarse conmigo – pasó una mano por su barba. – Si sigue así, puede que ya tenga nuevo prospecto para delegar mi lugar aquí.
— Y así quitarte el puesto de Superintendente de una vez por todas.
— Si – suspiro cansado. Miró su reloj y se dio cuenta de que no había tomado su pastilla, así que sacó la botella que siempre carga en sus bolsillos, sacó su pastilla y se la tomó, movió la botella de pastillas frente a él. – La maravilla de la medicina, una pastilla te da duración en el sexo, una pastilla te quita el dolor de cabeza – suspiro – Y una pastilla detiene al asesino dentro de mí.
El único recuerdo del centro psiquiátrico en el que estuvo será ese frasco de pastillas, tomar una diaria, dos si empieza a notar que la voz en su interior se hace más grande. Una pastilla que controla que tome una ametralladora asesine a todo el mundo y después se suicide, vaya maravilla.
— La magia de la medicina – le sonrió – Konstantin – se acercó – Si quieres que ese chico llegue a tu lugar, debes entrenarlo tú y solo tú. ¿Te quieres quitar el lugar de encima? Haz tu trabajo como Superintendente.
— Lo sé – suspiro – Bueno ya que estás aquí – sacó su radio – Comisarios Gambino y Collins venga al despacho de arriba – a los pocos minutos escucho un 10-4 por parte de ambos comisarios – Tenemos que hablar de algo, se levantó y se puso su sacó color n***o.
— ¿Qué pasó? – dijo Max, levantándose de su lugar.
— Es hora de entrar al rodeo – lo miró sonriendo.
— Por fin – los dos rieron, llegaron ambos comisarios. Konstantin cerró la puerta y las persianas – Esto es serio.
Los comisarios se acomodaron sobre los sofás que tenía su despacho, Konstantin se sentó en uno de ellos, sacó una botella de whisky y sirvió cuatro tragos.
— Bien – dijo Kosntantin – Nacho ya tiene en la mira a la nueva organización, Tobias ya lo sabe porque bueno Nacho es un chismoso con su hermano – suspiró y le dio un sorbo a su trago. – Posiblemente uno de los nuevos sea un sapo.
—¿Cómo?
— Como lo oyen, uno de los nuevos puede ser un topo, pero debemos saber quien es. Ha pasado una semana, debemos estar alertas y poner señuelos.
— 10-4 – dijeron casi sin creer lo que dijo su superior.
Konstantin se acomodó en el sofá y los miró con una pequeña sonrisa.
— Ahora, debemos entrar al rodeo, esta noche nos iremos al Sur donde cambiaremos nuestro aspecto – les sonrió – Los Dixon están de vuelta.
Los Dixon son una familia con demasiado poder y armas, hacen tratos con mafias grandes y después desaparecen sin dejar rastro. Los Dixon están conformados por los comisarios y el mismo Superintendente, siendo uno de sus grandes operativos, siempre ha resuelto cosas que la Central quiere ocultar, son la mejor arma.
— Sabes quienes serían perfectos aquí, aunque sean unos inmaduros – dijo Max – Tony y Jonnhy.
— También pensé en ellos – dijo Konstantin con una sonrisa. – Pero por ahora solo nosotros cuatro, ya después podremos meterlos.
— Perfecto – dijo Collins.
— Bueno te puedo dar fe de Elizabeth no es topo porque me caga en mi trabajo – los tres rieron – Lo digo enserio, Kyle es tierna y cuando debe ser una perra lo es, pero Elizabeth, joder, caga enserio. – dijo Gambino.
— Lo que pasa es que Elizabeth te está domando – sonrió Kosntantin – Se nota y mucho.
— Una mujer domando a Alonzo Gambino, debe ser bruja – dijo Collins riendo.
— Bueno de Volkov y Gonetti también doy fe, el chico puede ser torpe pero hace lo que puede y Volkov hace muy bien su trabajo, va por buen camino.
— Al cabrón le gusta su cabeza pequeña – dijo Tobias entrando al despacho - ¿Qué hacen aquí? ¿Fiesta sin mí? – se sentó junto a Konstantin.
— Genial me ahorraste el trabajo de llamarte, hoy y mañana estás a cargo de la Central, nosotros debemos entrar al rodeo con Nacho.
— 10-4 jefecito.
— Y ahora ¿Cómo que te gusta la cabeza del ruso? – dijo Kosntantin haciendo un raro gesto.
— Es muy pequeña, me gusta – dijo Maximus.
— En la tierra hay gustos muy raros – dijo Collins – Patas, manos y ahora cabezas.
— Si – dijo Konstantin, aguantando la risa.
— Bueno y de Ivanov puedo decir que hace su trabajo al 100 y los anormales tratan de hacerlo pero son muy idiotas – dijo Collins.
— Ivanov ¿eh? – dijo Tobias – Puedo decir lo que vi en las cámaras esta semana.
Konstantin sirvió dos tragos más, uno para él y uno para Tobias.
— ¿Qué viste? – dijo Konstantin como tía chismosa.
— ¿Les digo? – sonrió Tobias.
— Cállate – dijo Collins sonrojándose.
— ¿Le agarraste el culo? – dijo Alonzo con una sonrisa.
— ¿Qué? No, están locos.
— Entonces él te lo agarro a ti – dijo Max riendo.
— No.
— No – dijo Tobias riendo – Claro que no, solo comparaban tamaños de culo ¿verdad?
— Cállate – dijo Collins poniendo su mano en su boca – Salgamos a ver que pasa afuera.
Konstantin miró riendo como Collins se llevaba a Tobias de su despacho.
Le encantaba tenerlos de su lado, al principio no confiaba en ellos, pero sin duda ahora son sus mejores amigos, confía más que en nadie.
— Bueno, yo si puedo dar fe de que tu chica es una de las buenas – dijo Alonzo – Sin mencionar el culo que tiene.
— ¿Verdad que sí? – dijo Konstantin con una sonrisa. – Buen culo – suspiro - ¿Dónde está ahora?
— Creo que estaba con el cabeza de almendra levantando denuncias – dijo Alonzo.
Si quería que ella llegara a su puesto, debía controlarla y entrenarla con sus propias manos, sin mencionar que si la oportunidad se daba, tenerla de rodillas frente a él.
— Bien – tomó su radio – Wayne te quiero en mi despacho de arriba.
— 10-4 Superintendente Lodbrok.
Adoraba como sonaba su apellido salir de su boca, no quiere imaginarse cómo sonará su nombre salir de su boca en forma de gemido.
— No la pongas nerviosa – dijo Max saliendo de su despacho.
— Y tú no te folles a nadie, alumnos no, oficiales sí – dijo Alonzo. – Sí todos nos hemos controlado, tú igual cabron.
Su maldita regla para no tocar alumnas nuevas, él mismo la puso y ahora quiere quitarla.
— Si jefe – se burló Konstantin, mientras guardaba su whisky.
{…}
— Poco te puedo decir – dijo Ivanov quitándose el uniforme, mirando a Eyra sacar su uniforme de su casillero. – Dijo que es muy reservado, solo en su grupo de amigos de confianza es cuando le gusta ser libertino y bastante. Come muy sano, le gusta el café n***o, el chocolate – suspiro y miro como su amiga se ponía el uniforme – Realmente no logre sacarle mucho.
— Estabas ocupado besándote con tu superior – sonrió divertida mientras ajustaba su chaleco.
— Posiblemente – rieron los dos – Pero como sea, algo que si me aseguro es que deben ser directos con él, nada de rodeos al grano directamente.
— Se nota – susurró.
Ni siquiera sabe cómo llegó al punto de querer investigar a su propio jefe, pero en verdad quiere saber de él, quiere descubrir quién demonios es su jefe.
— Ya sabes que hacer entonces Eyra – le sonrió – Mira sea lo que sea que elijas, te apoyaré siempre te he apoyado.
— Lo sé, pero no pienso meterme con mi jefe – suspiro – Bueno debo ir a mi labor.
— Yo quiero ir a dormir, nos vemos en la noche guapa.
Le dio un beso en la mejilla, tomó sus cosas y se fue.
Estaba por ponerse a tomar denuncias, cuando escucho en la radio la voz de su jefe, ni siquiera sabía que estaba en la Central.
“Wayne te quiero en mi despacho ahora”
Trago duro al escuchar eso, el color subió a sus mejillas rápido, su corazón bombeo rápido y miró a todos lados, no había nadie así que nadie se dio cuenta de lo que su jefe le provocaba.
>> Controlate, pareces ninfomana. > Controlate Eyra, es solo un hombre más, no un puto Dios. muy buenas – soltó una risita – Y creo que por ello debo complacerte con algo que has pedido mucho – se puso frente a ella, invadiendo su espacio personal, levanto su mentón para que le mirara, para entonces Eyra ya estaba sonrojada de nuevo y mordiendo su labio inferior con fuerza por los nervios, Konstantin sonrió divertido, pasó su pulgar por el labio de Eyra – No te hagas daño – susurro mirándola.
— Lo… Lo siento – quiso bajar la mirada, pero Konstantin sostuvo su mentón en alto para que lo mirara.
— ¿Te pongo nervioso Eyra? – sonrió, acariciando su mentón. – Puedo sentir cómo tu cuerpo se tensa con mi voz, escucho tu corazón latir rápido, estas sonrojada y muerdes tu labio, provocó que te pongas nerviosa, nena.
>> Maldita sea, ya bésame con un demonio. > Hijo de perra. > No sabes con quién estás jugando, desgraciado. <<
Cuando salió de su despacho, sonrió en grande, le encantaba esa chica y no solo la chica se quedó con ganas de besarlo, también él, pero tienen una regla entre los comisarios y él. Nada de relaciones con alumnos hasta que sean oficiales. Lo hicieron cuando los alumnos con los que se follaban comenzaban a chantajearlos por un ascenso, entonces decidieron que era mejor dejar que ellos subieran por sus propios méritos y después poder hacer con ellos lo que quisieran.
Pero sin duda ahora odia esa absurda regla.
Él jamás subiría de puesto a nadie, ni por el bonito culo que tuviera.
Suspiró y salió a recepción para mirar el alboroto que ya había estaba por irse cuando llegó Rogelio.
— Hey – se acercó con un ramo de rosas.
— Me alagas Rogelio, pero ya te dije que me acostaré contigo si me das ese poster de Bon Jovi autografiado – dijo con una sonrisa.
— Cállate – dijo casi sonrojándose. – Te trajeron esto. – se las dio. – Y ese poster jamás será tuyo.
— Sé como convencerte – le dio un guiño.
Tomó el ramo de rosas, tenía una tarjeta, sabía perfectamente de quién era. Tomó la tarjeta y leyó que decía “el dulce néctar de tus labios será mi perdición.”
Solo tenía a una romántica empedernida con él y esa era Alina. Es una de las cosas que le gustan de esa chica, si él le da detalles, ella hace lo mismo y le gusta recibir detalles como ese. Soltó una risita y suspiró. Entró a su despacho de abajo y dejó el ramo de rosas en un florero, salió al estacionamiento y sacó la patrulla secreta, un BMW azul oscuro.
— Tu romántica te dejo rosas – dijo Max por la ventanilla del otro patrulla.
— Callate – sonrió divertido.
— Oye, ya quisiera yo tener a alguien así – le sonrió - ¿Cuándo le dirás? Has mirado ese anillo por meses.
— No lo sé – suspiro y saco un cigarro – Ayer me dijo que debíamos formalizar esto, pero vamos, soy yo y esas cosas no me van.
— Pero Alina te quiere, se nota a leguas, deberías intentarlo – lo miro – Ya pasó mucho tiempo y se que nadie la va a reemplazar pero, tienes a alguien que en verdad te ama, al menos piénsalo. Sino deberías de dejar de ver ese anillo guardado.
— Lo haré, pero no prometo nada.
— Más te vale y sino es con la sexy mecánica – señaló con su mirada a Eyra bajando de la escaleras dirigiéndose a él – Tienes a la sexy alumna.
— Ya veremos qué pasa – le dio un guiño y Max se fue - ¿Lista?
— 10-4 Superintendente Lodbrok.