Capítulo 4

2915 Words
Kosntantin llegaba a la Central y lo primero que ve son unos chocolates, sus favoritos para ser especifico, sonrió de inmediato. — Querido Kosntantin, adore como me follaste la noche anterior, toma esto como mi amor por ti – dijo Max burlándose dándole los chocolates. — Callate – sonrió Konstantin entrando al despacho para dejar la caja de chocolates. - ¿Qué mierdas haces tan temprano aquí? Igual que yo, tú odias estar aquí. — Oh ya sabes, quería ver la Central de mañana. Kosntantin abrió la caja y tomó un chocolate metiendolo en su boca, mientra lo miraba raro. — Jamás llegas temprano, porque según tú, debes seguir un ritual de belleza – se burló el pelirrojo mientras salían del despacho e iban a la armería para tomar sus armas – No sabia que Volkov llegaba temprano. — No es por él – lo miró – Oliver volvió. >> Ese cabrón se dignó a regresar y dar la cara. > El maldito le rompe el corazón a mi mejor amigo y es tan estupido que aún así lo acepta en su casa como si todo el trauma que le dejó no hubiera sido nada. > Dios, dame paciencia que al que le voy a romper la nariz no va a ser a Oliver, sino a Max por imbécil. > Dios, lo mató yo o lo matas tú, pero mi amigo en verdad es imbécil. > Maldita regla de no acostarse con alumnos. > Nada bien, porque soy un puto cobarde. > Sí, porque no tengo los huevos para hacerle frente a la chica. > Y eso temo. > Ayde… > Por razones como estás nunca llegó temprano a la puta Central. > Lo que me faltaba, llevo evitandola un puto mes para que ahora sea mi enfermera personal. > Maldición, si con ropa me gusta, sin ropa provoca que mis bragas se mojen. > No tengo tiempo para adorarte y venerarte como se debe, lo haré después. > Maldita sea Nacho, que no te maten eres mi más valiosa pieza y mi mejor amigo. > Maldición. Comisarios, se activa la clave nocturna, ya saben que hacer. >> ¿Clave nocturna? ¿Qué es eso? > Raro. > Lo sabe, no quiere decirlo. > Sabía que algo saldría mal. << — Pide refuerzos – susurro Eyra. El aviso era un señuelo básicamente, eran dos bandas reunidas, con armas pesadas y vigilando el perímetro. — Más te vale que no lo hagas amore – dijo alguien sorprendiéndoles fuera del patrulla – Tengo una patrulla con cuatro maderos – informó por radio – Perfecto – abrió la puerta y sacó a Eyra quien era la que conducía – Se metieron en el lugar equivocado, preciosa.
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