1 Semana Después
Eyra entraba a la Central, siempre puntual y lista para el servicio. Su uniforme bien arreglado y pulcro. Fue hasta su casillero dejando sus cosas, tomando sus armas de servicio y ajustándose el chaleco antibalas. Se miró al espejo, su cabello rubio estaba sujeto por un moño alto, no usaba maquillaje, si acaso bálsamo de labios y sus pestañas rizadas. Era lo mínimo que podía usar como alumna.
Tras dejar todo, entró a la cafetería donde algunos de sus compañeros ya estaban desayunando o solo perdiendo el tiempo hasta que iniciara su turno.
— Buenos días – saludo con una pequeña sonrisa.
— ¿Qué tal Wayne? – saludaron algunos.
Se acercó a la cafetera, tomó una taza y sirvió un poco de café, se recargó en la pared y tomó tranquilamente su café.
— Oh Wayne, ya estás aquí – dijo Rogelio – Hoy patrullamos en el lado Sur.
>>¿Otra vez?> ¿Qué mierdas haces, Eyra? > Relajate, solo tratan de ponerte nerviosa. {…}
Konstantin bebía un sorbo de su cerveza, acomodaba sus lentes y se recargaba en su silla.
— ¿Sonrojaste a tu alumna? No me imagino lo que debió sentir.
— Yo si, fue demasiado gracioso – dijo con una sonrisa.
— Chinga, extraño esos momentos en la Central – el pelirrojo lo miró – Pero prefiero estar en las calles que encerrado.
— Yo preferiría estar en tu lugar mil veces que como estoy ahora – suspiró terminando su cerveza.
— Sin duda – suspiraron.
El pelirrojo disfrutaba de la brisa del viento y el sonido del mar, aún mantiene su traje, solo son cinco minutos de paz con un amigo antes de regresar a su realidad.
— Aún recuerdo ese momento en el que tu hermano casi me mata cuando supo que te aventaste del helicóptero – dijo divertido.
— Pobre Tobias, paso dura esa semana – rieron divertidos – Pero, estar muerto unos días para que los Rojos cayeran fue genial – terminaron sus cervezas – Ya que estamos aquí – suspiro y lo miró. – Llegaron nuevos a la ciudad, se están metiendo en todos lados, trabajando en distintos lugares, lo que significa…
Hora de regresar a su realidad…
— Tener control de más lugares – carraspeo.
— Así es, ten el ojo abierto con los nuevos alumnos puede estar alguno topo por ahí.
— Lo tendré en cuenta.
— Aún no se reúnen en un lugar específico pero escuchen que son una mafia organizada – lo miro – Tratare de entrar al ruedo lo que significa que necesitaré mi mafia.
Konstantin lo miró con una sonrisa.
— Estaremos listos, nosotros también estaremos en nuestros líos está semana – lo miró – Cualquier cosa, avísame y estaré rápido contigo.
— 10-4 Jefecito – le sonrió – También quería decirte otra cosa.
— ¿Cuál?
— Debes vigilar a Trujillo, ha sido muy evasivo conmigo y no está entregando lo que debería – se acercó un poco – No quiero decirlo, pero, puede que sea corrupto.
— Bien, lo tendré vigilado – asintieron - ¿Algo más?
— Si ¿cuándo podré joderles el día a los nuevos? – sonrieron divertidos.
— Yo te avisare, pero sabes que la Central es tuya para joderlos – volvieron a reir – Me tengo que ir, tengo que joder a los mecánicos.
— O más bien a chingarte un culo – lo miró divertido.
— Cállate – le sonrió – No dejes que te maten.
— Lo mismo digo super.
Konstantin sacudió su traje de arena y se fue de aquella vieja casa, subió a su auto y condujo hasta llegar a los mecánicos.
La rivalidad entre los mecánicos y los policías era evidente, en especial con el Superintendente y la dueña de dicho taller.
— Buenas Superintendente ¿qué haremos por usted?
— Quiero que me limpien el auto – salió de su auto.
Entonces la vio llegar, cabello n***o hasta los hombros, un traje rojo completo que se ceñia bien a su cuerpo, manchada de grasa y aceite de motor.
— Ya vienes a molestar, idiota – dijo Alina.
— Es obvio – le sonrió.
— Mire déjese de tonterías, venga a mi oficina ahí estará en paz y no molestara a nadie, porque su mera presencia jode a cualquiera.
Konstantin soltó una risita y siguió a Alina, mirando el contoneo de sus caderas, hasta su oficina. La morena cerró la puerta y lo miró con una sonrisa.
— ¿Me extrañaste? – le sonrió juguetón.
— Mucho – Alina se acercó y le dio un corto beso en los labios – Aún me duele la cadera – susurro acariciando sus mejillas.
— Oh nena, juro que te dejaré las piernas temblando en la siguiente. – Kosntantin la tomó de la cintura – No sigo feliz por lo que hiciste – rozó su nariz con la suya.
— Te dije que él me coqueteo a mí, además era un cliente más – dijo poniendo los ojos en blanco.
— Pero te dejaste y si no hubiera estado posiblemente te lo hubieras follado.
— Posiblemente – sonrió divertida.
— Lo ves – rodó los ojos – Por eso te mereces lo que te mereces.
— Bueno, yo no me quejo de que folles a todas las mujeres lindas que veas ¿verdad, amor? – le dio otro beso en los labios. – Debo trabajar Kons.
— Yo también – suspiró apretando la cintura de la chica.
— ¿Cenamos? Y después hacemos algo ¿Qué dices? – sonrió mirándolo.
— Pasa por mí a las 8:00 – la miró con una sonrisa. – Te dejaré el auto.
— Perfecto – le sonrió – Por cierto, sangre fresca en la Central Cuándo quieras, podemos ir a armar un mitin – dijo divertida.
— Dales tiempo, si ven una horda de mecánicos queriendo quemar la Central se van a cagar – los dos rieron – Deja que pase un mes y ya puedes hacerlo.
— Bien – acarició la mejilla del pelirrojo. – Nos vemos está noche amor.
{…}
Eyra miraba el reloj en la pared, era hora de irse, su turno terminó en mucho papeleo y de nuevo ni vista del Superintendente desde esa mañana. A veces cree que no quiere saber nada de ellos, actúa indiferente.
— ¿Te toca turno nocturno? – dijo Eyra al ver al bulgaro registrando su entrada.
— Si – suspiro Ivanov – Pero, mañana nos vemos temprano y sirve que comemos algo juntos ¿te parece?
— Me parece genial.
— Y descuida buscaré como te conquistes al Superintendente – dijo con una sonrisa.
— Callate – puso su mano en la boca – No me gusta el anormal ese.
— Si claro, ayer me dijiste que no dejabas de pensar en como se ve con traje y que quieres saber cuantos tatuajes tiene en su piel – le sonrió divertido – Mira, Stefan se fue a la mierda, lo superaste así que te toca seguir adelante.
— Ya lo sé.
— Y el Super está bueno – le dio un guiño, y la rubia solo empujo su hombro. – Solo digo.
— Ivanov ¿listo? – dijo Reyes.
— 10-4 Comisario Reyes – se acercó a la rubia para darle un beso en la mejilla y aprovechar para decirle algo al oído. – Es su mejor amigo averiguare algo.
Eyra solo negó con la cabeza riendo, debe empezar a alejarse de Lodbrok porque sino parecerá colegiala o ninfomana si se sonroja cada vez que lo ve.