Sergio.
Llega el día en donde vamos a estar juntos dos días trabajando, aunque parezca que hice trampa en el sorteo no lo fue, salió ella y otro muchacho para que hagan la guardia conmigo y Mónica, decidimos que cada vez que nos toque guardia hacíamos el sorteo así ya se van acostumbrando lo que son guardias y deben venir en el día con normalidad, este fin de semana a mi chica le toca todo el día y noche conmigo, y el lunes debe venir a sus practicas normales, Rodrigo hace su sorteo y si le vuelve a tocar de volver a venir a la guardia pero en las practicas de Rodrigo la voy a sacar.
Me estoy acomodando las zapatillas en los cambiadores mentalizándome que debo soportar estos días, que no solo va a ser difícil por trabajar con ella sino que los fines de semana en guardia es todo difícil, los accidentes, las peleas, los histéricos, los agresivos, los drogadictos, y que debo ayudar a la gente no dañarla mas, eso me estoy mentalizando cuando veo unas piernas de infarto entrar, alzo la mirada y es ella, con su ambo bien ajustado, me recuerda a mi que me compraban los mejores que habían, buenas zapatillas, todos sus materiales, el pelo bien atado, y con cara de pánico, la entiendo.
—Hola, ¿Llegué bien?.
—Si. —miro el reloj de pared en donde llegó temprano por cinco minutos—. Paso tarjeta y vamos.
—Dale... Eeemm dele.
—Dale. —me paro frente a ella divertido donde me sigue la mirada con sus ojos verdes gigantes—. No soy viejo, puedes tutearme.
—Alguien le podría molestar que te tutee.
—A nadie dejo que me hable así, así que si te digo que puedes es porque puedes. —los dos nos reimos—. Total, ¿No nos vemos siempre en el súper?.
—¿Qué tiene que ver?. —me acerco un poco y su mirada va desde mis ojos a mi boca, no es inmune a mi, es como si estuviéramos juntos en esto.
—Ahí jamás me trataste de usted y no quiero que lo hagas ni ahí ni acá ni en ningún lado.
—Ser ya... —Moni aparece de la nada asustándonos, tanto que me voy para atrás—. Disculpen.
—Ya estamos listos.
—Nosotros también. —se rasca el cuello y apunta hacia afuera sabiendo que nos interrumpió—. Llegó el muchacho.
—Acá estoy doctor. —levanta la mano saludándome y a ella ni la mira.
—Buenas... Vamos entonces, debemos comenzar.
—Sergio. —Moni me agarra del brazo frenándome y alejándome de los dos—. Disimula un poco mas.
—¿Qué cosa?.
—Que la chica te gusta. —sonríe y yo quedo de piedra, mierda no pueden saberlo—. No pasa nada yo te cubro... Y se nota que de otro lado se conocen.
Se va con ella ya que nos dividimos las tareas, luego viene conmigo y el muchacho se va con Moni así cubrimos diferentes áreas, yo estoy en la guardia y Moni esta en internos, aunque cuando se la necesita debe venir y si me necesita voy.
La verdad que trabajo muy bien con este pibe arrogante, le tuve que llamar la atención en como se dirigió hacia un paciente de bajos recursos pero después todo bien, le expliqué que si tienen esas reacciones con gente que no tiene su mismo nivel económico que esto no es para él. Pasan las horas sin que nos demos cuenta, las primeras horas siempre son así pero después vienen las duras que son las del día siguiente en la mañana y ni hablar de las noche, cuando ya el sueño y cansancio me comienzan a vencer.
Cerca de las nueve de la mañana me voy a dormir un poco, me acomodo en una camilla y me tapo con mi campera porque aunque haga calor estoy cagado de frío, pero es por la falta de sueño que me da frío, mi celular suena dándome a entender que ya dormí tres horas, cuando abro los ojos la veo dormir en una silla toda doblada, esta sin zapatillas y con las rodillas dobladas apoyándose en ellas.
—¿Ya es hora?. —dice muy suavemente, ni cuenta me di que estaba despierta.
—¿Cuándo te acostaste?.
—Te vi entrar cuando venia para acá. —baja las piernas gimiendo—. Así que las mismas horas.
—No te escuché. —me siento con mucho cansancio, estiro los brazos bostezando.
—Cuando entré ya estabas dormido.
—¿Ronco?. —digo divertido.
—Si pero no me importó. —se ve re tierna con la cara cansada y adormilada—. Me dormí rápido también.
—¿Tienes hambre?. —se friega los ojos y mas tierna no puede estar—. Vamos... Acá en la esquina hay una cafetería muy buena.
—Como lo de acá no te hagas drama, gracias igual.
—¿No te dije que yo me hacia cargo?.
—Esta bien, aunque no creí que era verdad.
—Todo lo que digo es verdad, no miento nunca.
—Lo voy a tener en cuenta. —salimos y andan todos para todos lados que pareciera que no nos registran pero para los chismes son los mejores, vamos hacia el lugar y nos sentamos mirando para afuera.
—Hola, ¿Qué van a querer?.
—¿Tienen waffles?. —digo sin mirar a la chica que nos atiende.
—Si... Acá esta la carta con los gustos, ¿quieren que les de unos minutos para elegir?.
—Si por favor. —esta mirando todo el lugar, parece que nunca vino—. ¿Qué vas a elegir?.
—¿Cómo?. —me mira y yo miro donde ella estaba atenta y veo al director del hospital con una chica—. ¿Elijo?.
—Si... ¿Lo conoces?.
—¿A quién?.
—Al director del hospital.
—Si, una vez nos dio una clase en la escuela. —asiento con eso—. Quiero este... De atún.
—Yo igual... ¿No quieres alguno mas?.
—Pruebo con uno y si quedo con hambre otro.
—No vas a hacer eso de que quedas con hambre y no dices nada eh, me gusta que las chicas coman no que les dé vergüenza comer delante de un hombre. —se ríe asintiendo y llamo a la mesera—. Queremos dos de atún y dos de jamón y queso... ¿El de pollo cómo es? ¿Es muy seco?.
—No... Le puede echar algún aderezo si lo encuentra seco.
—Dos de pollo también... Y yo quiero un té.
—Un té también.
—Ya se los traigo. —me parece raro que no deja de mirar al director del hospital.
—Mmjjj. —me mira alzando las cejas—. Yo... ¿Solo Morena te llamas?.
—Solo Morena.
—¿Es una joda? Ósea. —no sé que hacer con mis manos donde me pone nervioso—. Eres muy blanca y te llamas Morena.
—Si... Mis papás me lo pusieron, ¿Cómo te llamas? Sé solo tu apellido.
—Sergio. —viene la chica trayendo lo que pedimos.
—¿Cuántos años tienes? Yo tengo veintiuno.
—Yo treinta y uno. —me sonríe asintiendo—. ¿Tienes prejuicios con hombres grandes?.
—No, y no eres grande... Me llevas solo diez años nada mas.
—Eso me hizo sentir un poco viejo.
—¿Por qué? Si no me decías tu edad creería que tenias menos.
—Bueno, gracias por el cumplido. —cuando saco un wafle ella recién ahí agarra uno—. ¿Tu familia no te puede ayudar por eso trabajas?.
—Maso... Es una carrera costosa en todos los sentidos y bueno...
—Es verdad... A mis papás les costó, mis hermanos mayores ayudaron un montón gracias a Dios.
—¿En que trabajan?.
—Los dos mas grandes con otro del medio trabajan en el ejercito y la policía... Los otros en el campo y mi hermana en administración.
—¿Cuántos son?. —dice sorprendida.
—Somos siete... Seis hombres y una mujer, soy el mas chico.
—Yo igual soy la mas chica pero no somos tantos... Eso si, mi hermano que me sigue tiene ocho años mas que yo por ende creo... Bueno, mas bien afirmo que fui un error muy grande y costoso.
—¿Por qué dices eso? No creo que un hijo sea un error.
—¿Tienes hijos?.
—No, mujer tampoco tengo. —se pone roja sonriendo—. ¿Qué me dices tú?.
—Nopi Nada tampoco. —eso si que me alegra—. ¿Te costó mucho para recibirte?.
—Me costó el estar solo... Somos del campo y mis papás nunca me habían dado permiso para salir solo, y luego venirme fue muy duro. —me río recordando esos momentos—. Los primeros años venían mis hermanos a quedarse conmigo, mi papá no vino nunca porque estaba furioso conmigo, no quería que me venga por nada del mundo, mi mamá lloraba en cada llamada y cuando se venia a quedar no me quería soltar y eso me afectaba mucho. —la miro que esta con los ojos lagrimosos mirándome.
—Debe ser duro alejarte de tu hijo, yo no sé si podría hacerlo. ¿Ver a mi hijo debes en cuando o saber de él por llamadas? No sé si podría.
—Con mi hermana pasó lo mismo... Esa si que fue una pelea. —me río al recordar ese momento loco en mi casa—. Mi papá casi se muere cuando ella le dijo que iba a la ciudad para estudiar. —me tiro para atrás de la risa—. Él como que no escuchó no sé pero no le dijo nada y ella le volvió a decir y ahí dijo que ella no iba a ningún lado, que no tenia permiso, que ni soñara que se iba a ir y mi hermana solo lloraba rogándole y él decía que no que no que no.
—¿Y cómo la dejo irse?.
—Ella se fue en la noche.
Seguimos hablando de todo, puras vanidades pero aun así me río como nunca, con Nanci nunca pase un momento así, ni siquiera cuando creo que nos queríamos, no podíamos tener una charla porque era ella la que hablaba, si le hablaba de mi familia hacia caras hasta que llegó el punto que no dije nada, por eso mismo jamás la presente ni la llevé a donde vivo, porque no lo merecía para nada, sin conocer a mi familia la despreciaba y eso si que no.
Cuando volvemos vamos directo a la guardia a cumplir las horas que nos quedan que son muchas, atiendo a una anciana y ella mira todo lo que hago y como le hablo, presta bastante atención y eso me gusta.
—Bien... Entendí.
—Perfecto.
—Disculpe doctor.
—Si, ¿qué pasa?.
—Hay un bebé en la otra sala.
—Bien. —la miro sonriendo—. ¿Te animas?.
—Claro. —vamos al consultorio de pediatría y vemos a una mamá muy joven con su bebé en brazos—. Hola... Soy Morena.
—Hola. —dice la chica llorando.
—Bien, dime que pasa.
—Tiene mucha fiebre y tos.
—Ponla acá. —la chica acuesta a su hija y la destapa—. ¿Cuánto tiempo tiene?.
—Once meses. —asiente y la empieza a tocar.
—¿Hace cuánto que esta así?.
—Desde hoy en la mañana.
—¿Y la tos?.
—Desde hace tres días.
—Bien... Cuando vuelva a pasar tráela de inmediato ¿si? No dejes pasar tantos días porque les sube fiebre. —escucha sus pulmones y me mira—. Necesita una radiografía, para ver que tan tomado los tiene.
—Bien ¿Algo mas?. —la mira y luego a la madre.
—¿Le has tomado la temperatura?.
—Si.. Todo el día dio 38.
—Bien... Le vamos a poner algo para bajar la fiebre.
—Esta bien.
—¿Esta vacunada?.
—Si... Acá traje el carnet por las dudas.
—Ahora lo miro, vamos, sigueme que le vamos hacer una radiografía.
—Si. —mientras le hacen la radiografía la nena llora y la madre también donde esta asustada.
—Tranquila. —la tiene de las manos—. Tu hija va a estar bien, no tengas miedo.
—No me gusta verla así.
—Ahora miramos las placas y vemos que podemos hacer.
—Si.
Pasamos la tarde así, atendiendo intercalado y realmente me gusta como se desenvuelve, con total naturalidad y sinceridad, no miente, va directo al punto y eso es lo que me gusta, que no se les mienta a las personas porque es la salud, deben tener sus cosas claras y lisas no dar vueltas.
Salgo al pasillo para ver si viene porque me dijo que iba al baño y no viene mas, pero la veo salir de la oficina del director llorando, me mira y siento odio, es la amante del director por eso lo miraba tanto.
*****
Morena.
Voy al baño cuando ya no doy mas, me lavo la cara para intentar despejarme un poco, cuando salgo veo que la pendeja esa con la que estaban en el café entra con mi papá a su oficina, con odio y bronca entro de golpe haciendo que los dos me miren sin creer.
—Tómatela de acá o te arranco la cabeza. —levanta las cejas y sonríe.
—¡Discúlpame!. —la agarro del brazo y la empujo hacia la puerta.
—Te dije que te vayas. —la empujo y cierro de un portazo, me giro y lo veo que está furioso, tanto que me da un golpe en la cara.
—¿Qué carajo crees que haces?. —pongo mi mano en mi cara y llorando lo miro.
—¿Que qué hago? ¿Esta es la imagen que das? ¿De viejo alzado?. —me agarra de los pelos y no me importa—. ERES UN DEGENERADO... VIEJO SIN VERGÜENZA.
—CÁLLATE.
—PEGAR DE NUEVO QUE ME IMPORTA. —me suelta y me voy para atrás—. Te haces el perfecto con una familia tradicional que no tienes y nunca vas a tener... Echaste a tu hija a la calle por ser lesbiana pero recibes a tu hijo golpeador.
—No los nombres.
—¿ENTONCES QUE HAY QUE HACERTE CON TODO LO QUE HACES?. —salgo de la oficina justo cuando viene hacia mi para volver a pegarme.
—Morena. —miro a Sergio que está parado mirándome de arriba abajo.
—Perdón por tardar. —mi papá sale de la oficina y yo comienzo a caminar pero me agarra del brazo apretando con fuerza—. Suéltame.
—Después te voy a agarra por esto.
—Me puedes una terrible paliza como cuando era chica. —hablamos en susurros porque no querremos que todo el hospital se entere de esto—. Pero no me voy a callar degenerado de mierda. —tiro de mi brazo y voy con Sergio que está totalmente inmóvil mirando—. ¿Vamos?.
—¿Qué pasó?.
—¿Con qué?. —me tengo que soltar el pelo para volver a hacerme otra colita de caballo que me la desarmó toda.
—Nada.
Lo que queda de guardia no me habla, y si lo hace lo hace casi gritándome, lo miro con mi corazón rompiéndose a pedacitos ya que en la comida me trató muy bien, hasta creí que me estaba tirando los perros pero no fue así, tal vez creí cualquier cosa.
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Luka me va ayudar a buscar un departamento mas pequeño y que pueda pagar, mis papás me ayudaban económicamente, mi papá después de la pelea no me manda nada y mi mamá no lo sabe y con mi sueldo no me alcanza, y con Luka no me puedo ir a vivir porque vive con sus hermanos que también estudian, son todos buena onda pero no podría, seguramente me tomarían como la empleada al ser la única mujer y aunque mantengo mi zona limpia no quiere decir que lo haga con los demás.
—¿Y esto?. —me puse un jean tiro algo, zapatillas comunes y una remera con básica—. ¿Qué dices?.
—Que si... Estas perfecta.
—Gracias. —agarro mi bolsito, con una campera de jean y salgo.
—Che More, ¿Estas bien?.
—Si. ¿Por qué lo dices?.
—Después de lo que pasó con tu papá estas mal.
—¿Y cómo quieres que este?.
—Que yo sepa tu mamá hace lo mismo. —lo miro dolida porque lo dice—. No la defiendas cuando están en la misma situación.
—No la defiendo sino que tenga mas respeto... Me vio en la cafetería ¿y crees que le importó? No sabes el asco que sentí cuando lo veía manosearla y ella reía como una terrible puta barata, aassshhh.
—Bueno. —me da un abrazo comenzando a llorar en sus brazos—. Llora tranquila nena.
—¿Porqué me tiene que molestar si toda la vida lo hicieron?.
Al final la salida se atrasa un poco mas, me abraza súper fuerte y eso siempre me hace volver a la realidad de la vida, que las familias no son perfectas aun cuando tus papás siguen juntos en un matrimonio de mierda, en que debo seguir luchando aun cuando ya no tengo fuerza y que todo sigue aun cuando me caiga a pedazos, las personas siguen.
Recorremos todos los departamento que vimos en los diarios y hasta vamos a ver los departamentos compartidos que sacamos de la escuela pero la mayoría son chicos solos, no hay ni una mujer y si la hay me queda re lejos de la universidad cosa que no quiero, ya no quiero caminar mas como loca por el miedo de la noche o hasta correr para poder llegar a horario a cualquier lado.
—¿Qué vas hacer ahora?.
—Voy a decirle a mi papá que me ayude.
—Por Dios More, ¿De verdad?.
—No me queda otra opción Luka, ¿A dónde voy a vivir sino?.
—Tu mamá no te esta ayudando?.
—Me da lo del alquiler... No creo que me dé mas plata de la que ya me da.
—Vas a romper tu orgullo More.
—No me queda otra opción... Espera que mi hermana me esta llamando. —atiendo haciendo caras—. Hola Mai.
—¿Vas a venir?.
—¿A dónde?.
—¿Ya te olvidaste?.
—Mmmm.
—A mi casa a comer Morena... Quedamos hace dos semanas.
—Ya voy. —golpeo mi pierna donde me había re olvidado—. ¿Tengo que llevar algo?.
—No... Majo ya compró todo.
—Dale, ¿Puede ir Luka?.
—Si, no hay problema.
—Bien, nos vemos. —corto y él me mira con mala cara.
—¿Voy a ir todo porque todavía no estas cómoda con la novia de tu hermana?.
—Me incómoda nada mas.
—Bueno, pasemos a comprar y vamos.
—Si... Dijo que no lleve nada.
—Pasemos por tu bendito atún y algo que tomar.
—Esta bien.
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