CAPÍTULO DOCE Mientras revivía en su mente una y otra vez su asesinato de esos agentes de policía, Kyle se pavoneaba por la Ruta 9, sintiéndose como renacido, más fuerte que nunca. Nada le podía dar más alegría. Podría matar a más si pudiera. Kyle cerró su mano en un puño, flexionó sus músculos, y no podía entender de dónde provenía su nueva fuerza. Sentía su sangre bombear a través de sus venas a un ritmo enloquecido, como si hubiera recibido diez infusiones de sangre. Mientras caminaba por la carretera, se sentía como un muchacho de dieciocho años, invencible, dispuesto a comerse el mundo. No podía creer la cantidad de energía que tenía; se sentía listo para ir de fiesta toda la noche. Kyle sabía que debía tener miedo, sabía que ahora era un asesino de policías, y que pronto el condad