Aunque No Deba

Primera Parte- Capitulo 3. ¿Qué ha Sido Esto?

Me tiene a su merced. Mis rodillas chocan con el final de la cama y me mira detenidamente mientras muerde su labio inferior. Aprecio su figura desnuda y debo respirar profundo al ver semejante obra de arte frente a mí. Es perfecta, su silueta parece haber sido diseñada por el más experto escultor y cada detalle de ella invita a recorrerla. 

Me mira de pies a cabeza y cuando sus ojos se encuentran con los míos estira sus brazos colocando sus manos en mi pecho. Así con alevosía, me empuja haciendo que caiga de espaldas sobre el colchón y luego se posiciona sobre mí con sus rodillas apoyadas a cada lado de mi cuerpo. Lentamente la perdición de su boca se encuentra con la mía y comienza a besarme hasta el punto de que enloquecemos. Es claro que las palabras sobran, son solo nuestras bocas y nuestras manos las que hablan, y en medio de nuestro juego vamos girando por el colchón hasta que soy yo quien queda sobre ella está vez. 

Seguimos perdiendo el control en nuestra lucha de poderes hasta que ella estira su brazo y abre el cajón de la mesita de noche y saca un condón. — Colócate esto. — Exige sin rodeos mientras me entrega el envoltorio y sigo sus órdenes. 

《Hasta para pedirme eso es sensual... esta mujer es capaz de enloquecer a cualquiera...》

Una vez que he hecho lo que me pidió, vuelvo a su boca con desesperación y me abro paso entre sus piernas con más ganas que dulzura y entro en ella de un solo movimiento. Nunca me había sentido así antes; saca la versión más salvaje de mí y solo soy capaz de moverme en ella sin contemplación alguna intentando apagar el incendio que ella misma provoco en mi cuerpo. 

Sus gemidos inundando está habitación no ayudan a saciar mi sed; si no todo lo contrario, me alteran, me provocan, me hacen poseerla con más ganas. Sus uñas aferradas a mi espalda, su cuerpo temblando, y sus dientes perdiéndose en mis hombros... es la combinación más excitante que he probado jamás.

Mi cuerpo comienza a sucumbir al placer y el de ella parece estar en igualdad de condiciones. Nos rendimos a la par y solo nos quedamos mirando por un instante antes de que entienda que debo salir de ella —Esto ha sido...— Consigo comentar agitado mientras me tumbo a su lado. 

—Espero que lo hayas disfrutado. — Rebate y sus palabras me hacen mirarla como intentando entender lo que quiere decir con eso.

—¿Acaso tú no lo has disfrutado?— Pregunto con mucha curiosidad. 

Un leve silencio se hace presente hasta que la veo sentarse en el borde de la cama y luego ponerse de pie. — Aunque no me lo creas, hace tiempo que no disfrutaba de esto como lo hice contigo. — Sentencia mientras se pasea desnuda por la habitación hasta llegar a su ropero y quitar un albornoz de seda blanco de allí dentro.

—¿Qué has querido decir?— Indago.

—No importa. Iré a ducharme, cuando regrese no quiero verte en mi cama. — Explica firme y entra al baño que hay en su habitación.

《¿Eso es lo que me dirá después de lo sucedido aquí? ¿Quién es está mujer?》

Doy vueltas en la cama ignorando lo que me ha pedido mientras que observo su habitación, pero no veo rastros de que sea una mujer casada o que tenga pareja...

[...]

Abro mis ojos algo desorientado y no lo puedo creer, me he quedado dormido en su cama. Miro a mi alrededor y no está aquí. Lentamente me levanto de la cama, me coloco mi ropa la cual al parecer ella ha acomodado sobre el sofá que tiene en la habitación, y salgo del cuarto. 

Escucho unos ruidos provenientes de la cocina y cuando me acerco, para mi sorpresa me la encuentro bailando mientras que cocina. Se ve tan relajada con su albornoz puesto y bailando... nada que ver con la mujer que tuve anoche entre mis brazos. Lentamente me acerco a ella y toco su hombro haciéndole saltar del susto. Se da vuelta y me mira con furia mientras quita los cascos de sus oídos. — ¡¿Me quieres matar?!— Me reclama.

—Perdona, no sabía que te asustabas tan fácil.— Me disculpo tímidamente.

—Qué bueno que ya te has vestido, te tienes que ir antes de que sea tarde. — Me dice y saca el sarten de la hornalla. 

—¿No me invitaras a desayunar?— Pregunto con una enorme sonrisa, pero ella niega.

—No te tendrías que haber ni siquiera quedado a dormir aquí. — Señala firme y me empuja.

—¿Por qué?— Inquiero

—No importa, yo ahora me colocare algo de ropa y te acompañare hasta la entrada del edificio. Cuando salgamos me entregaras este sobre.— Explica dándome un sobre que había sobre la encimera y no entiendo nada.

—¿Me explicas?— Pregunto confundido.

Miro el sobre y me dispongo a abrirlo para ver su contenido —¡Ni lo abras!— Me advierte mientras entra a la habitación.

—¡¿Me dirás que sucede?!— Insisto desde el pasillo.

Ella sale con un pantalón corto y una camiseta suelta de la habitación y me mira seria — Es mejor que no sepas nada de mí. Olvídate de lo que sucedió anoche y olvídate del camino a mi casa. — Señala mientras camina a la salida y la sigo.

—Aria, necesito saber ¿estoy en problemas o qué?— Presiono cuándo vamos subiendo al elevador.

—Si me entregas ese sobre afuera, no.— Avisa de manera misteriosa.

—¿Por qué?— 

—Luka, de verdad, no insistas en saber nada. Es mejor para ti. —  Me explica mientras que siento estás ganas de besarla nuevamente.

—Pero yo creí que anoche...— Intento decir.

—Hemos tenido sexo, la hemos pasado de maravilla y ya. Yo no soy una mujer para ti, ni tú un hombre para mí. —  Me interrumpe y las puertas del elevador se abren.

Sigo sus andares hasta salir del edificio y ella se para frente a mí, pero de espaldas a la calle de enfrente — Dame el sobre y di algo como que ha estado genial lo de anoche. — Me pide y no entiendo nada.

—Gracias por lo de anoche. — Es lo único que le digo y le entrego el sobre.

—Súbete a tu auto, y no se te ocurra detenerte hasta llegar a tu casa. — Ordena.

— ¿Qué?— 

—Hazlo, todo estará bien, pero has lo que te digo y no vuelvas. —  Me repite y el despedirme de ella no creo que este en discusión. Doy media vuelta y con mi cabeza más llena de preguntas que dé respuestas me voy como ella me ha pedido.