Estaba sentado al lado de Matt, después de horas de analizar y leer distintos detalles de ambas manadas, debían comenzar a organizar cómo actuarían, de qué forma custodiarían a las Alfa y quiénes se quedarían a cargo mientras ellos hacían su pequeña excursión la tarde siguiente.
—Como iremos hacia allá, creo que lo mejor es que Gutierrez quede a cargo. Siempre se encarga él en mi ausencia — dijo Bruno dejando caer su cansada espalda en el respaldo de la silla.
—Lo que creas mejor — respondió Matt en igual actitud que su par.
La puerta fue golpeada con suavidad y, acto seguido, la loba que se encargaba de la recepción ingresó con una bandeja cargada de bollos dulces y algo de café. La rubia parecía nerviosa, aunque ninguno de los ejecutores había activado su aura. Bueno, es cierto que los cabrones eran intimidades solo porque sí, pero no para provocar tal nerviosismo.
—Gracias — dijo Bruno recibiendo la bandeja.
El lobo miró a la mujer y luego al felino que parecía distraído con su celular. Volvió la mirada a la loba y negó con la cabeza. La rubia sonrió y salió de allí, volviendo a dejarlos solos.
—Me mira raro, ¿por qué? — cuestionó el león sin dejar de observar su celular.
—Deben ser ideas tuyas — mintió el cobrizo.
—¿No será esa mierda de parejas y no sé cuánta historia? Mirá, la muchacha es caliente, pero no haría la mierda de enlazarme y eso.
—Lo mismo dijo Cló y acá nos tienes — respondió sin mirarlo, revolviendo el café que acababa de endulzar.
—Ella está loca — declaró haciendo que el cobrizo levantara su cabeza, clavando sus ojos inyectados de furia en él —. Lo sabes, no te hagas el que no.
—Mejor cierras el pico — masculló con ira.
—Bueno. Diré que es la persona más cuerda que conozco, aunque eso de hacerte dispararle raya la locura— decretó entreteniéndose ahora él con la bebida.
—Eso fue por otra cosa y lo sabes.
—Bueno, ¿y las historias extrañas que siempre contaba? Yo no estoy seguro de que jamás le haya vendido algo ilegal a menores. Tal vez no a sus estudiantes, pero sí a otros menores.
—¿Tan mal concepto tienen de ella allá, en tu manada? — preguntó observándolo fijo.
—No es mal concepto. Todos sabemos que es… ¿Cómo lo diría sin herir tu sensibilidad? Peculiar — dijo señalándolo—. Ella es peculiar — afirmó seguro de su elección de palabras.
—¿Y eso es malo? — indagó con mal humor.
—No, si te dedicas a vender panecillos en una esquina. Ahora, si eres quien aplica las normas y resultas ser demasiado relajado en tu proceder, creo que se pueden malinterpretar tus capacidades.
—¿Alguna vez procedió mal? — El león negó—.¿Dañó a alguien innecesariamente al cumplir su deber? — Matt dudó y respondió con un gesto indefinido pero no de reproche, como si él hubiese actuado de la misma forma en caso de haber ocupado el puesto de la mujer —.¿Intentó algo prohibido o buscó solo su beneficio individual? — Su par volvió a negar —. O sea que ustedes, los leones, ¿solo la juzgaron porque resulta ser un tanto insolente y no puede guardar silencio en ciertas ocasiones? — cuestionó un tanto enfurecido.
—Oye, no es por eso — se defendió—. Los ancianos sí eran quienes jamás la aprobaron, pero el resto, bien podían no comprenderla, pero jamás se sintieron inseguros con ella a cargo. No era que la rechazamos, era que sus peculiaridades nunca tenían ni pie ni cabeza. A veces descubríamos que había hecho una de sus locuras solo para atrapar a un delincuente. Pero es que no le explicaba nada a nadie, solo lo hacía — se quejó con fastidio.
—Entiendo. Estuve durante varios días sin comprender su actitud, pero aquí la recibieron con los brazos abiertos, no solo porque es la hermana de Aly — aclaró rápidamente —, sino porque somos demasiados serios y ella trajo una brisa fresca. Los lobos somos una manada cerrada, que resguarda demasiado las apariencias, y a ella no le importó entrar a patadas aquí, conquistar la confianza de la Alfa, el Beta y mía, logrando ganar el respeto del resto. Ella piensa que por ser una desterrada nadie la acepta, pero no es así, aquí todos se sienten cómodos con ella dando vueltas. Incluso Summer, la chica de recepción, ya aprendió a soportarla.
—Es muy tierno tu discurso— dijo poniéndose de pie —. Mañana descubrirás entonces de qué viene el asunto por allá. Ahora, tus celos los deberás tragar como niño grande que eres — dijo palmeando los hombros del lobo —. Nos vemos allá y deja a ese tal Gutierrez a cargo, si te hace sentir cómodo — gritó antes de salir de aquel enorme despacho que el Beta, amablemente, les había cedido.
Bruno observó a su colega alejarse y debió aguantar las preguntas que surgían a borbotones en su mente. No, Aly mañana le explicaría todo, solo debía calmarse. "Dios, que solo sea alguna cosa sobre sus comentarios fuera de lugar", pidió en su mente.
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El camino fue calmado. La ciudad natal de las hermanas Nioks no estaba demasiado lejos y Aly se tomaba su tiempo en explicar varios detalles sobre la visita. La mayor de las Nioks se veía entusiasmada por regresar luego de tanto tiempo, pero en realidad trataba de ocultar, con incesante conversación, el sentimiento de tristeza que punzaba dentro de su alma. Volver sin Cló era una mierda.
—Aquí— le dijo y él estacionó su oscuro auto delante de una bonita casa de madera de dos pisos.
Bruno no pudo evitar el mohín al ver que algunas personas habían decidió utilizar las paredes exteriores para plasmar su desaprobación hacia su hermosa leoncita.
—Déjame salir. Solo los buscaremos y arrancaremos sus estúpidas cabezas — pidió el lobo —. Luego diremos que no sabemos quién fue y asunto resuelto.
Bruno gruñó a modo de rechazo y caminó al lado de su cuñada hasta el ingreso a la vivienda.
—Bueno — dijo Aly —, pensé que estaría destruida por dentro — aseguró mirando que los vacíos espacios contaban hasta con los focos que ellas habían dejado.
La mujer prendió un par de luces y Bruno pudo contemplar el espacio donde su bella Cló creció.
—Allí — dijo Aly señalando un rincón de la sala — mi padre le enseñó a combatir cuerpo a cuerpo. Y allá— dijo señalando el vacío delante del enorme ventanal que daba a la calle — mamá nos enseñaba francés.
—¿Tus padres vivían juntos? — preguntó analizando el entorno, desplazándose, tratando de imaginar a Cló ocupando esa bonita casa.
—Sí, pero no eran monógamos, si es lo que quieres saber. Ellos vivían aquí con nosotras, se amaban de verdad, pero contaban con otro departamento a donde llevaban a sus parejas — explicó ingresando a la cocina.
—¿Y no era extraño? Digo, saber que tus padres estaban con otras personas — cuestionó apoyándose en el marco de la puerta de ingreso a la cocina en donde la castaña se servía un poco de agua en aquella botella que cargó durante todo el viaje.
—No — negó Aly limpiando el agua que quedaba entre sus labios —. Para nosotros es normal. La mayoría vive de esa manera. Tal vez, y es realmente muy posible, Cló y yo no seamos hijas del mismo padre, tal vez a quien nosotros llamamos padre ni siquiera sea quien nos regaló sus genes, pero él nos crió y cuidó, asique… — finalizó encogiéndose de hombros.
Bruno no lo podía imaginar, realmente no lo podía. El solo hecho de imaginar a su leoncita en brazos de otro le hacía bullir la sangre. La suave mano de Aly lo detuvo de seguir adelante con esos pensamientos destructivos y lo devolvió a aquella bonita casa de madera muy bien cuidada.
—Te muestro la que era su habitación— invitó y ambos subieron la escalera.
Llegaron a la última puerta del pasillo y abrieron viendo ese espacio vacío que aún contaba con algunas marcas en las paredes.
—Esas — explicó Aly señalando unos pequeños huequitos en la pared — son de cuando aprendió a lanzar cuchillos. Practicaba toda la noche y papá casi muere al ver la cantidad de marcas que dejó en la pared — Bruno sonrió y acarició las marcas con delicadeza, como si de la mismísima Cló se tratara.
—¿No continuó practicando? — preguntó al ver que solo estaban esas marcas.
—Claro que sí — respondió Aly con una brillante sonrisa —, pero todas comenzaron a impactar aquí— dijo señalando una marca notablemente más grande que el resto.
—Es buena — susurró con orgullo.
—Realmente lo es — secundó—. Aquí están sus marcas de crecimiento. Realmente era pequeña de niña y luego creció mucho — explicó.
—Era muy pequeña — dijo al ver la marca que correspondía a los siete años de edad y que apenas sobrepasaba el metro diez.
—Pensamos que sería como mamá, pero terminó siendo alta como papá.
—¿Siempre vivieron aquí? — preguntó un poco afectado, aquella visita lo estaba poniendo demasiado sensible.
—Sí. Le dolió mucho marcharse. Si no hubiera estado a mi nombre, la manada se la hubiera quitado. Por suerte yo también soy dueña asique la hemos podido conservar — explicó mirando con melancolía a su alrededor. Demasiados recuerdos se presentaban en su mente y no quería llorar delante de Bruno que era quien necesitaba más apoyo.
—Es muy bella. Entiendo por qué no querer desprenderse de ella — afirmó mirando a su cuñada con una suave sonrisa en los labios.
—¿Va a volver, cierto? — preguntó sin poder contenerse, sin poder aguantar el sollozo que escapó de sus labios.
—Claro que sí— respondió él regalándole un reconfortante abrazo —. Claro que sí— repitió completamente seguro de sus palabras.
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Bueno, ya su cara no podía demostrar mayor mal humor. Cada león, y varias felinas, le habían insinuado que no dudarían en unirse en un trío con él y su compañera. Aparentemente varias de esas personas ya conocían las capacidades amatorias de Cló y opinaban que seguro mejorarían con tan precioso lobo a su lado. Bueno, Bruno estaba a dos segundos de arrancarle la cabeza a alguien.
—Recuerda — susurró Aly — que para nosotros es un halago que nos digan aquellas palabras. Debes calmarte — pidió con suavidad.
—Una sola persona más— masculló él con los dientes apretados — que haga un solo comentario y juro que no contendré al lobo. Lo dejaré libre y que él se encargue.
—Debemos dejarme salir y volveremos con ese último gato que quiso enseñarnos sus juguetes pervertidos — se entusiasmó el animal.
—Entonces creo que tendremos un problema — murmuró Aly sin mirarlo.
La puerta de la oficina de Mia Kal se abrió y dentro pudo ver a la mujer junto a otra felina, más alta y atlética que la primera, pero con el aura un poco más suave.
—Alfa — saludaron los recién llegados con una leve inclinación.
—Buenos días a ambos. Bruno, te presento a Alma Johnson, la Beta de la manada. Alma, él es Bruno Oliviera, el ejecutor principal de los lobos y compañero de Cló— dijo ampliando maliciosamente su sonrisa.
Bruno no supo cómo interpretar aquello hasta que plantó sus ojos en aquella rubia felina que lo contemplaba como si fuese un plato de carne. ¿Acaso los jodidos gatos no pueden ser serios ni un momento?
—Un gusto conocer a quién se llevó a tan buena mujer en la cama — Bueno, al parecer la seriedad definitivamente no era lo suyo —. Tuve el agrado de compartir varias… experiencias con Nioks. Con ambas — aclaró con guiñando el ojo en dirección a Aly —. Realmente son unos perros con suerte.
—Un placer conocerla, Beta — Simplemente respondió él con una inclinación, empujando los celos y la ira al fondo de su ser. Debía ser un mal chiste el que la Beta nueva también conociera a Cló en aquellas circunstancias privadas.
—Vaya que es aburrido. ¿Ninguna reacción? —Presionó la Beta —. Pensé que me arrancaría la cabeza — dijo mirando a su Alfa.
—No, él no dirá nada. Pero el Beta es más divertido en sus reacciones. Deberías contarle a él algunas de tus locas experiencias con Aly — propuso realmente divertida Kal.
—¿Ya se presentaron? — La voz de Matt lo terminó de arrojar al abismo de mal humor —. Quería ver qué hacía cuando se enterara que la Beta ya pasó por la cama de Nioks. De ambas — aclaró divertido.
—Una mierda de reacción tuvo. Probaré con el Beta. ¿Crees que él me ataque? — cuestionó divertida la Beta mientras daba pequeñas palmaditas.
—Seguro. Pero no podremos intervenir, solo las Alfa podrán detenerlos — advirtió el cobrizo. Bueno, Bruno no parecía demasiado interesado en aquello.
—Dejen en paz a ese pobre hombre que bastante sufre — exclamó Nia ingresando al enorme salón—. Hola, amor — dijo tomando a su felina por la cintura y besándola tiernamente.
—¿Tú crees que el Beta me golpeará? — indagó Alma aún muy entusiasmada por aquella idea.
—Seguro. Además Aly aún no entiende que somos monógamos y no existen tríos en nuestro futuro — explicó la recién llegado haciendo que su compañera hiciera un tierno mohín—. Sí, linda, nada de tríos— volvió a aclarar con paciencia.
—¡Vaya que son aburridos! — exclamó la Beta comenzando a caminar hacia los sillones.
Una vez todos acomodados allí se dio inicio a la reunión donde se aclararían ciertas pautas de trabajo y el cómo funcionaría la seguridad de las manadas. Aly estaba allí en representación de su compañero, tarea que no sabía qué podía cumplir y se enteró cuando llegó a su ciudad natal.
—Bien — dijo la Beta siendo, por fin, seria —, en cuanto Nioks aparezca tomará el lugar que le corresponde. Es sencillo volver a integrarla a la manada ya que los ancianos estarán dispuestos a aceptar aquella petición.
—¿Y por qué tan repentino cambio en su opinión con respecto a Cló? — cuestionó Aly que conocía los años de desprecio que aquellos viejos tenían hacia su hermana.
—Tal vez — respondió la Beta volviendo a ser tan relajada como cuando llegaron —, y sólo tal vez, alguien les gritó en la cara que eran unos imbéciles que perdieron a la ejecutora más malditamente fuerte del planeta. Y tal vez, esa persona los amenazó con unos extraños accidentes en caso de negarse. Y tal vez, los ancianos cuestionaron aquello y se les explicó que cierto lobo es parte de las fuerzas de seguridad de los humanos por lo que nadie investigaría por ese lado y los mandos no pedirían una investigación por el nuestro — finalizó ampliando la sonrisa.
—Es sencillo hacer que todo parezca un accidente — dijo Bruno justo antes de beber su café.
—¡Esa es una buena actitud! — exclamó la Beta realmente feliz mientras lo señalaba.
—¿Se lleva bien con Cló? — cuestionó el cobrizo mirando a Matt y señalando a la Beta.
—Como la mierda — respondió Matt —. Ambas son demasiado insolentes y no tienen filtros. La mitad del tiempo peleaban y la otra… bueno, la Beta ya se expresó respecto a eso — finalizó ampliando la sonrisa.
—Matt, deja en paz al hombre — gruñó Kal —, y Alma es tu Beta, serán hermanos, pero no por eso debes ser irrespetuoso.
Vaya, eso sí que no lo sabía. ¿Asique eran hermanos? Con razón sus auras se asemejaban tanto.
—Bien — dijo Nia —, eso sería todo por hoy. Bruno, puedes tomarte esa semana que solicitaste. Espero que Gutierrez esté al tanto de su trabajo en los próximos días— El cobrizo asintió. Realmente necesitaba de un par de días para intentar recuperar la calma. Llevaba casi tres meses sin Cló y el lobo comenzaba a entristecer.
—Todo arreglado. De aquí me marcho a descansar. De todas formas mi teléfono estará prendido— aseguró mirando a ambas Alfas.
—No te preocupes— dijo Kal —, descansa, recupera fuerza y vuelve cuando estés listo — aseguró con una tierna sonrisa.
—Muchas gracias — respondió aunque en su rostro bien parecía que lo escupía más por cortesía que por realmente sentir aquello.
Terminada la reunión salieron al exterior y se despidieron en la puerta de aquella vieja casona ubicada en el corazón de la ciudad. Aly saludó a su cuñado con un suave abrazo y unas cuantas palabras de aliento. Él absorbió el aroma de su cuñada que era similar y a la vez demasiado distinto al de su amada leoncita. ¡Dios, si no la veía pronto moriría!.
—Cualquier cosa me llamas — exigió a su cuñada. Aly asintió—. Mis saludos a Luca. Tengan cuidado que aún Lewis está suelto — aconsejó.
—Tranquilo. Luca llega mañana a la ciudad, no quiere que regrese sola y menos con Matt.
—Cuando sepa lo de la Beta se pondrá como loco y no querrá que regreses jamás— bromeó.
—Sí— dijo poniendo una extraña mueca —, eso será un problema.
—Cuídate— volvió a repetir Bruno revolviéndole el cabello como lo hacía con Paulette.
—Tú también. No dejes que la tristeza te gane — pidió con los ojitos brillantes de preocupación.
—Nunca. Hasta que tu hermana no vuelva yo no me rendiré— aseguró antes de girar y subirse a su auto.
Era momento de encaminarse a aquel lugar que le devolvería un poco de paz. O por lo menos eso esperaba.