Oliver Aguirre: De cara al destino

3712 Words
Como todos los días llegué a la oficina a las siete de la mañana. Siempre soy el primero en llegar. Hoy sobre todo tuve afán de estar más temprano que los otros días, debo entregar unos informes en la Dirección de Finanzas. De ellos depende mi ascenso como Director del Departamento de Contabilidad de la Municipalidad, donde trabajo actualmente como Analista Contable Supervisor. Llevo dos años haciendo méritos para lograr ese cargo. Mi nombre es Oliver Aguirre, cuento con 29 años de edad, soy el mayor de dos hermanos, como pueden ver, efectivamente soy Contador titulado, en una de las mejores universidades del país, con magister en estadísticas, y otro en ciencias actuariales y financieras, domino 4 idiomas (inglés, francés, alemán y portugués) adicionales al español. Debido a que mi familia posee una empresa familiar que tiene presencia a nivel internacional me vi obligado a aprender otros idiomas ya que debo representarlos en algunas gestiones virtuales, y  eventualmente, otras presenciales. Evidentemente mi trabajo en la Municipalidad es solo una meta que me tracé para adquirir experiencia en el sector público, lo cual me ayuda a poner en marcha un proyecto que quiero implementar en la empresa a fin de vincularlo a un programa de gestión del sector público, y ganar reconocimiento en mi profesión hasta crecimiento personal, porque afortunadamente no tengo preocupaciones de tipo financiero. Mis padres serian felices si no estuviera trabajando aquí, sino al lado de ellos en la empresa metido de lleno llevando la Dirección. Mi padre dice que trabajar para el Municipio es una pérdida de tiempo. A la par de este trabajo tengo un cargo en la empresa familiar, soy uno de los altos ejecutivos, y uno de los accionistas mayoritarios. Tengo una secretaria que día a día me informa los pormenores de mi cargo, así como también se ocupa de cargar en el sistema digital que lleva la empresa los informes, dictámenes, memorandos, balances contables, financieros, y otra serie de documentos que el personal que tengo asignado debe gestionar, yo me encargo desde la oficina de Municipalidad -en mis ratos libre por supuesto-, en mi casa o la de mis padres de cumplir con llevar el cargo sin que interfiera con el cargo de la Municipalidad, por esa razón siempre llevo conmigo mi laptop, Tablet y mi IPhone. Son mis fieles compañeros. Tengo cinco años trabajando para el Municipio. Por mis conocimientos ingresé, no desde la escala más baja sino en el cargo que ocupo actualmente y el cual estoy preparado para ceder a mi relevo si me aprueban los informes que faltan en mi evaluación de desempeño para ascender al Cargo de Director del Departamento de Contabilidad. Me ha costado sacrificios el llegar adonde estoy hoy en día. Hubo fines de semanas que no descansé por lograr llevar al nivel que hoy en día tiene la División que represento y desde hace seis meses de manera simultánea estoy llevando la Dirección del Departamento, sin nombramiento. El puesto quedó vacante porque la Directora anterior renunció para irse del país. De mi vida personal puedo decir que soy un hombre que no me complico la vida, mi única preocupación a parte de mis padres, es mi trabajo. Para el momento no tengo novia. Hace tres meses que ando solo, de vez en cuando frecuento a una que otra mujer con la única finalidad de descargar con sexo la tensión que me produce el trabajo. La última novia que tuve era demasiado controladora e interesada. Llegó un momento que me sentía tan asfixiado que decidí terminar la relación. Dicen por ahí que no es de hombre terminar relaciones de pareja, pero si no lo hacía sentía que me iba a morir, no estaba cómodo con ella. Tan exigente era que quiso decidir sobre mi trabajo al sugerir que renunciara y nos mudáramos a Londres, tenemos una sede de la empresa allá y cada tres meses debo viajar por cuestiones operativas. A ella le pareció estupenda la idea de irse a vivir allá sin ni siquiera analizar mis aspiraciones, mis proyectos personales.     Pensando en ello se me fueron los minutos, me distraje. Por lo que para cuando mis compañeros de la oficina llegaron, ya tenía impreso el elemento fundamental para hacer realidad uno de mis mayores logros, el informe que me ha quitado días de sueño y tranquilidad.  Justo cuando lo estaba colocando en la carpeta para ir a entregarlo, llega Manuel Pereira, mi compañero y amigo en la oficina, quien se acerca a saludarme - Buenos días Licenciado Aguirre –dice de manera sarcástica, es bromista y por lo general nos saludamos de esa manera-. - Buenos día Licenciado Pereira –le respondo con risa por su actitud-. - ¿Preparado para subir al siguiente escalón? –Pregunta en tono de broma-. - Desde hace tiempo Licenciado, desde hace mucho –respondo con satisfacción-. - Si ya culminó lo que estaba haciendo, ¿tendrá tiempo de acompañarme a tomarnos un café antes de que nos sumerjamos cada uno en nuestro trabajo? - Por supuesto, pero vamos rápido –Le digo palmeándole el hombro izquierdo-. Así, entre risas y comentarios bromistas nos dirigimos al área donde está el cafetín. Está ubicado en el primer piso, justo donde está el Departamento de Contabilidad, el Departamento Legal, el Archivo Central, una oficina receptora de impuestos y el sanitario de damas y caballeros. Saliendo del cafetín nos detenemos a saludar a otros compañeros. Estaba dándole la mano a modo de saludo a José Daniel Tortoza, un joven de 30 años de edad, compañero de trabajo que presta servicios en el Archivo Central de la Municipalidad, cuando visualizo a los lejos una bella, extraña y pequeña mujer vestida con un pantalón de vestir marrón, blusa manga corta beige, zapatos punta fina de medio tacón beige, cartera con colores marrón y beige, cabelló largo hasta la mitad de la espalda, morenita casi de piel oscura, lleva los labios pintados color vino, lo que la hace lucir delicada y provocativa. Al entrar en el área de las oficinas se detuvo a preguntar algo al guardia de seguridad que está en la entrada del primer piso, y luego camina en dirección nuestra, me sorprendo aún más al verla de cerca ¡wow! La pequeña cuenta con unos prominentes pechos y unos glúteos perfectamente definidos que están para morirse, ¡demasiado para una mujer de su estatura! No se le ve mal, al contrario, llama más la atención, sobre todo entre el género masculino. Lo admito, uno de ellos soy yo. Parece que ella no se da cuenta de ello. Camina con paso seguro, y antes de desviar el paso hacía el lugar que supongo el guardia de seguridad  le indicó nos saluda: - Buenos días –saluda sin mirarnos-. - Buenos días señorita –respondemos todos al mismo tiempo- Pese haber quedado impactado por el pequeño y provocativo espécimen que acaba de pasar cerca de nosotros pude ver cuando José Daniel le hace señas a Carlos Bracamonte, compañero de él en el Archivo para que le vea los senos. Me molestó esa actitud pero no podía perder el tiempo haciéndoles la observación a los dos. Decidí seguirla, algo inexplicable me obligaba, me inquietó mucho, me generó curiosidad ver su actitud, la confianza con la que camina, quise conocerla, hablarle para seguir escuchando su voz, tiene una tonalidad hermosa, casi aniñada pero firme y sin caer en ese tono chillón que aturde. Al contrario, era portadora de un tono de voz dulce, que transmite confianza y hasta enamora. Me aparto de mis compañeros. Y voy detrás de ella como embobado. A pesar de ser mucho más baja de estatura que yo, pude percibir que llevaba un perfume con una mezcla de vainilla y coco cuyo aroma contribuyó a aumentar más la curiosidad que despertó en mí esa hermosa mujer. La vi como desorientada, buscando algo entre las chapas que identifican cada una de las puertas de las oficinas de este piso. - ¿Puedo ayudarla en algo bella dama? –le pregunté con un tono de voz bajo-. Ella volteó como en cámara lenta. Allí tuve la oportunidad de verla a los ojos por primera vez. Me impactó su mirada. No me sostuvo la mirada por mucho tiempo, inmediatamente me vio la desvió al piso. Sin embargo, me dio tiempo a percibir que transmite ternura. Tiene ojos color café. Olvidé decir que lleva anteojos, lo cual la hace lucir profesional. ¿Qué buscará? O ¿A quién buscará? –pensé-. Mientras ella parecía dudar en responder pude visualizar mejor desde mi altura sus grandes atributos. Se veían perfectos enfundados en esa camisa de seda que acariciaba su piel. Por momentos me provocó palparlos para saber si eran tan firmes como se veían. En cuestión de segundos la lujuria se apoderó de mí. Esta mujer en pocos minutos me despertó un deseo indescriptible. Me olvidé por completo de mis compañeros. Solo quería poder hablar con ella. Alargar el momento. - Sí por favor, estoy buscando el departamento legal –escuche que me respondió atropellando las palabras-. - Venga mi bella dama, la acompaño, queda aquí mismo –le señalo con mi mano extendida hacia dónde dirigirse-. De manera inconsciente le toco el hombro, no sé por qué, pero algo me impulsó a hacerlo. En ese momento sentí una descarga eléctrica que recorrió mi cuerpo. Me asusté. Espero ella no se haya dado cuenta. Retiré la mano tan rápido, asustado, como cuando pones la mano en una olla de agua hirviendo.  Era la primera vez que percibía esta sensación, Adelanté el paso y como un caballero que soy, toco la puerta por ella. Escuchamos que desde adentro dan autorización para acceder, le abro la puerta. Al ver que ella ingresa en la oficina sin decirme nada me despido cortésmente: - Encantado de conocerla. Que tenga una linda mañana –le deseo con toda la sinceridad que mis ganas de comerme esos labios y llevar mis manos a su trasero me alientan-. - Agradecida por la ayuda. Igualmente para usted –me responde con educación e inmediatamente cerró la puerta prácticamente en mi cara-. Ante la impresión tan fuerte que esa pequeña y bella mujer dejó en mi me quedé paralizado, allí frente a la puerta cerrada. Cuando reaccioné, recordé el informe que debía entregar y a la vez sentí desazón porque no podía estar al pendiente cuando ella saliera. Quería conocerla. Hablarle. De ser posible obtener su número. He visto y frecuentado muchas mujeres, pero ella es diferente, no por su estatura, hay algo en ella que me hace sentir que es diferente a todas las que he podido conocer. Estoy fascinado por ese espécimen alejado de lo común que este día puso en mi camino. Espero esta no sea la última vez que la tenga en mi camino. Quiero conocer a esa mujer. Corrí a mi oficina en busca de la carpeta y me dirigí hasta el piso 2 donde están ubicadas las oficinas del Departamento de Finanzas. En esas carpetas va mi futuro, el cumplimiento de un sueño por el que he trabajado arduamente. Al llegar a la Dirección y anunciarme, mientras esperaba ser atendido, sentado ya en calma, pude darme cuenta el juego de emociones y sensaciones que el breve instante con mi pequeña mujer  -un momento ¿qué he pensado? Ya mi mente la registra como mía sin saber si volveré a verla, además no es mi tipo de mujer ¿Qué me está pasando?- el deseo de que esa posibilidad fuera una realidad era grande y punzante. Ella sin mayor esfuerzo, sin saberlo, de manera natural despertó sensaciones en mí que no imaginé pudiera sentir, reconozco que hubo lujuria pero también hay una parte muy sensible, muy sutil que no se en cuál momento pude ver en ella que aumentó más mi curiosidad por conocerla más a fondo. Las que le juega el destino a uno. Primera vez que me siento atraído por una mujer como ella, de hecho nunca había topado con alguna mujer de su condición tan de cerca. No tengo nada en contra de las personas diferentes. Fui educado con principios y valores, aceptando a las personas sin importar su físico. Me causa es el no entender por qué me inquieta tanto esta mujer? por lo general me gustan las mujeres altas, esbeltas, de piernas largas, si son rubias, aún más. No sé por qué esta mujer me inquietó tanto. Es absolutamente contraria a todas las que he venido frecuentando.   Pensando en mi fascinación llegó el momento de ser atendido por el Director del Departamento. Su secretaria me indicó entrar a su oficina, ingresé y mientras explicaba en detalles las variables, las observaciones, sugerencias y proyecciones del informe que había elaborado, inclusive presente una propuesta para optimizar el trabajo en el área a fin de ponerlo a prueba en la Dirección por la cual estoy optando a dirigir y luego de ello implementarlo en otras dependencias, olvidé el encuentro de la primera hora de la mañana. Salí de la Oficina alrededor de dos horas después. Pase el resto de la mañana organizando otros informes que debían ser enviados con urgencia junto a la secretaria de mi Dirección, Ismary Castañeda, una joven de 24 años de edad que a pesar de su corta edad es muy diligente. Tiene tres años en el cargo y para mi es una de las mejores secretarias en la Municipalidad, es respetuosa por demás y proactiva en su área. Es una joven que a pesar de ser bonita es algo tímida, no permite que se le acerque ningún chico sino a plantearle cuestiones de trabajo, de resto siempre anda sola. Manuel intentó en dos oportunidades lanzarle un anzuelo a ver si caía, y la chica, si se dio cuenta lo ignoro de manera muy discreta. El hecho es que ni se inmutó. Desde el último intento que mi amigo hizo y donde salió con las tablas en la cabeza, es el motivo de burlas de todos los que nos enteramos. Al medio día, como tenía mucho trabajo pendiente le pedí el favor a Ismary me comprara almuerzo en el cafetín. Tome el almuerzo en mi oficina mientras revisaba algunos asientos que tenía atrasados. Justo cuando terminé de almorzar repica mi teléfono móvil. Contesto sin ver el identificador de llamadas:  - Buenas tardes -digo algo distraído-. - Hola mi vida -¡Ups! otra vez Katherine pienso-.  - ¿A qué debo tu llamada Katherine? -le pregunto sin preámbulos pues sé a qué llama-. - Amor ¿podemos vernos hoy? -me pregunta con voz fingida-. - Ya esto lo hablamos Katherine. ¿Cómo te hago entender que lo nuestro terminó? -le digo sintiendo que estoy a punto de alterarme-. - Pero hablemos amor. No nos hemos dado tiempo para conversar -dice como con desespero- si hablamos tal vez podemos encontrar un punto intermedio y darnos cuenta que aún nos amamos. - Por Dios Katherine ¿Cuál amor? -le digo casi gritándole- Yo no te amo. Basta, no voy a seguir en esto. No vuelvas a llamarme -dicho esto le cuelgo la llamada. Si quería dañarme el día lo logró. Me siento alterado. Ya no hallo como sacarla de mi vida. Me llama insistentemente, va a mi apartamento por sorpresa, ha sido imprudente al ir a la casa de mis padres en horas inadecuadas. Pareciera no comprender.  Razón tenía mi mamá cuando decía que esa mujer no me traería nada bueno. Ahí está la prueba. Es una mujer incontrolable, caprichosa e irracional.  Parece que la teoría de mi madre es real, ella piensa que como a mi lado no le faltaba nada, tenía regalos pequeños pero de gran valor económico, viajes, lujos, hasta un automóvil le regalé, pensó que podía tenerme siempre. Yo no soy hombre de compromisos, solo que por un momento me plantee la posibilidad de ver si funcionaba andando con una sola mujer y me decidí por ella. Llevábamos alrededor un año saliendo ocasionalmente y en esas oportunidades teníamos sexo sin compromiso. En aquella época todo era bueno. Por lo menos para mí.  Además que por mi edad, dada la insistencia de mi madre de que buscara una mujer para estabilizar mi vida y formar un hogar, yo al ver que mis amigos estaban formando su familia, pensé en que no perdía nada al intentarlo, no en casarme ni tener hijos por los momentos, pero si tratar de estabilizarme con una sola mujer. Al ser ella la más antigua y constante de mis desahogos ocasionales cometí el error de proponerle ser mi novia. Ella me gustaba, porque es físicamente hermosa, por algo es modelo profesional. Nunca me enamore de ella ni de ninguna otra mujer. Al poco tiempo de haber iniciado la relación todo cambió, ella se volvió invasiva, exigente y en algunas ocasiones caprichosa. Tanto es así, que a los seis meses de relación era tal su cambio que empecé a esconderme y le mentía para salir con otras chicas. Buscaba quedarme con mis padres o con cualquier otra mujer por evadirla.  Tan ofuscado estaba por la llamada que entré al pequeño baño que tengo en la oficina, me eché agua en el rostro y en la nuca para tratar de bajar la tensión que me produjo la llamada. Cuando salí conseguí sentado en la silla de visitantes a Manuel: - Tienes cara de pocos amigos -me dice- ¿Qué te sucedió? ¿No te dieron el ascenso? - Ni lo menciones -le digo- No es eso. Me acaba de llamar por milésima vez Katherine. No hallo qué hacer para que me deje tranquilo -digo con tono de cansancio-. - Tan bonita que es pero es de armas tomar ¿no? -me dice levantando las cejas-. - Cierto. De verdad me tiene fastidiado -digo resoplando como un niño-. - Vamos a cambiar de tema -se acomoda en el asiento- Vi que fuiste detrás de la chica en la mañana ¿Hablaste con ella? -pregunta con curiosidad-. - No. Ojala me hubiera hablado -le digo- Bueno, sí me habló, pero para decirme adonde se dirigía y darme las gracias, de resto me ignoró y hasta cerró la puerta en mi cara -le digo con decepción-. - Bien merecido te lo tenías por fisgón je, je, je -dice Manuel en medio de carcajadas-. - Búrlate, ya tendré mi oportunidad de desquitarme. Veré como hacerte quedar mal delante de Ismary. - Ni se te ocurra - me dice con cara susto- esa chica no me quiere ni ver. De broma me responde los saludos y cuando le pido alguna cosa medio habla, no sé cómo le entiendes, habla muy bajo. - ¿No será que en realidad le gustas y le teme a algo? conmigo ella habla en un tono de voz normal  -le digo riéndome-. - Mira no sé, tampoco me voy a poner a averiguar para que siga dejándome en ridículo delante de todos –dice poniéndose aún más serio-. - Que exagerado eres -le digo volteando los ojos-. - Dios quiera y te vuelva a poner a la pequeña en el camino para reírme aún más de ti cuando te haga un desplante -dice riéndose- se ve que tiene un carácter del demonio. - Te vas a quedar con las ganas. Esa chica no va a volver por aquí. No creo que tengamos la oportunidad de volverla a ver -le digo pensativo y anhelando que las casualidades si ocurran pues el deseo de verla  es grande-. - Quien te viera detrás de una mujer como ella -se burla- No por ser pequeña, sino porque siempre desfilas con monumentos de mujeres y ella es tan diferente. - Deja de decir bobadas -le digo tratando distraerlo para que deje el tema- Vamos a trabajar, ya pasó la hora del almuerzo. Por favor, dile a Ismary que me traiga un café. Estoy agotado -le digo riéndome. De alguna forma me tenía que desquitar tanta burla-. Manuel sale de la oficina riéndose aunque en el fondo sé que no le agrada la idea de hablarle a la chica. Los desplantes que le ha hecho han sido fenomenales. A él que no se le escapa una chica, por primera vez se consiguió con la piedra en su zapato. Una vez que Manuel cierra la puerta, al volver a mi escritorio, siento una sensación extraña en el pecho que inquieta todo mi cuerpo, incluso en aquellas partes más sensibles, sobre todo cuando mi mente enfoca la imagen de mi pequeña mujer, una especie de corriente eléctrica, parecida a la que sentí al tocar su hombro volvió a recorrerme. Nunca he creído en cursilerías, ni nada que se asocie a esa clase de pensamientos, pero esta sensación me hace recordar cuando una de las esposas de mis amigos comentó haber sentido algo similar al conocer a su actual esposo. No le di importancia a su comentario, pues las mujeres son demasiado soñadoras, creen ver cosas raras donde no las hay. Siempre he creído que todas esas emociones de las que normalmente ellas hablan son puras mentiras, adornos que ponen en sus palabras para lograr atraparnos, y mucho menos he creído que un hombre pueda medianamente a llegar a pensar en sentir esta clase de cosas. Sacudí la cabeza, tratando de despejar esos pensamientos tan absurdos. Seguramente la falta de sexo de esos días me tiene sintiendo y viendo cosas raras. Los atributos de la pequeña no hicieron más que recordarme la ausencia de esa dosis de cariño de la cual que me he privado estos días por el trabajo. El día de hoy debo buscarle solución a este pequeño inconveniente. De nada vale enfrascarme en pensamientos sin sentido, lo más probable es que no vuelva a ver a la pequeña. Mejor olvidar lo sucedido esta mañana y enfocarme en lo que realmente demanda mi atención. Afortunadamente justo en el instante en que pensaba ponerle fin a esos pensamientos entra Ismary con el café que solicité y, adicionalmente, trae consigo unas carpetas para mi revisión. Olvidando todo me sumerjo en el trabajo pendiente, que es bastante. Parecía que el destino no solo le ofrecía a Oliver y a Fiorella en un mismo lugar la oportunidad de crecer a nivel profesional sino también de descubrir que en las diferencias también puede nacer el amor.       
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