Fiorella emocionada

3315 Words
Ya en casa, luego de la entrevista, llena de dicha y una felicidad indescriptible porque había logrado mi primer empleo formal y más aún en un cargo donde puedo desempeñarme en mi profesión, me siento aliviada, por fin uno de mis tantos sueños se hacía realidad, a partir de ahora podría ayudar a mi mamá y a mi hermana a costear los gastos de la casa –solté aire de mis pulmones como si hubiera cargado un peso excesivo en mis hombros-. Tomé una ducha, preparé comida, almorcé, envasé la que llevaría a la oficina el día de mañana, hice lo mismo con la comida de mi mamá y la de mi hermana para que cuando llegaran de sus trabajos no tuvieran que hacer nada; después de ello, me acosté en el sofá a ver un programa de televisión de remodelación de casas –soy fanática a esos programas-, mientras lo hacía mentalmente planificaba mi día de mañana, eso incluía la revisión de mi closet y decidir que ropa usar y los accesorios. Me sentía como cual niña en el primer día de colegio. Así estuve divagando por ratos. Adelantándome, decidí adquirir nuevos accesorios para mi guardarropa con el primer p**o de mi sueldo. Debo mantener mi imagen profesional. Poco a poco voy a lograr mis metas, entre ellas, la principal es lograr reunir el dinero necesario para comprar un apartamento donde podamos vivir con más comodidad, sin la preocupación de que nos pidan de manera inesperada entregar la casa pues la tenemos arrendada. Mi mamá lo disimula muy bien, pero noto que es algo que le preocupa mucho, teme vernos en la calle por no poder costear el arriendo. Afortunadamente mi hermana a principios de año obtuvo un cargo en uno de los principales periódicos del país y poco a poco se ha ido posicionando, aunado a mi nuevo empleo, estimo que entre las tres podemos hacer realidad nuestro mayor sueño que es tener casa propia. Pensando en todo ello no me di cuenta que me quedé dormida cuando faltando un cuarto para las siete de la noche –pude ver la hora en mi teléfono móvil apenas me incorporé en el sofá-, escuché la puerta principal de la casa cerrarse. Era mi hermana, quien llegó directo y se sentó frente a  mí y emitió un suspiro con gesto de cansancio. -       ¿Cómo te fue en la entrevista mana? –así nos decimos mi hermana y yo, es el diminutivo de hermana. -       Mañana empiezo a trabajar –le respondí en un grito mostrando toda la emoción que me embargaba. -       Viste que sí lo ibas a conseguir, solo eran nervios tuyos –dice ella abrazándome, siempre me ha dado ánimos, es mi amiga-. Y así nos enfrascamos en una conversación que sin darnos cuenta nos tomó más o menos una hora hasta que llegó nuestra madre y las tres totalmente animadas, entre risas, degustamos los dulces y la bebida refrescante que compre para celebrar, así como ir y venir de un lugar a otro dentro de la casa, y cenar, mi madre nos sorprendió diciendo: -       Estoy muy feliz de que hayas logrado una meta más en tu vida hija. Tú y Fernanda son mi mayor orgullo –nos dice con lágrimas en los ojos-. Hace una pausa larga mientras toma varios sorbos de agua, como tratando de pasar el nudo que parece tener en la garganta: -       Ya es hora de organizarnos para descansar. Mañana es el primer día de Fiorella y no es bueno que llegue tarde. Así que vamos cada una a su cama –al decirnos esto sacude la cabeza y las manos al mismo tiempo tratando de espantar las lágrimas que amenazan con hacerse más intensas. En el rostro se le notaba el cansancio y a la vez el orgullo de que sus hijas poco a poco vayan encaminando sus vidas-. Cada una le dio un gran beso y un abrazo, luego nos dirigimos a nuestras habitaciones. Como ya había decidido qué ropa usaría y que otras cosas más llevaría al día siguiente no tuve necesidad de organizar nada. Apenas entré en mi habitación fui directo a darme una ducha y al salir inmediatamente me acosté, puse la cabeza en mi almohada y me entregué a los brazos de Morfeo. Caí como piedra hasta que mi madre entró a despertarme a las cinco de la madrugada del siguiente día. Con pesadez logré bajarme de mi cama y dirigirme al baño a hacer mis necesidades, ducharme, arreglarme y desayunar con tiempo para salir juntas hasta la parada del transporte. Era raro salir tan temprano de casa a un lugar distinto de la Universidad. La vida tiene sus ciclos. Ya había culminado el de mi vida de estudiante para convertirme en una gran profesional. A partir de este momento comenzaba la prueba de fuego en el ejercicio de mi profesión. Voy a dar todo de mí por convertirme en una de las mejores en el país. Para llegar a mi lugar de trabajo debo tomar dos transportes, uno hasta el centro de la ciudad y de ahí otro que me deja una cuadra antes del edificio donde están ubicadas las oficinas de la Municipalidad. Pudiera usar el transporte subterráneo pero en las horas pico es impresionante la cantidad de personas que puedes encontrarte allí. A mí, por razones obvias, no me conviene usarlo con frecuencia pues corro el riesgo de asfixiarme en medio de tantas personas. El transporte terrestre aunque algunas veces es algo incómodo por la altura para acceder y lo corto de mis piernas, siempre es mejor opción que el subterráneo. Tardo un poco más en llegar pero voy un poco más segura. Por lo menos aquí no siento que me asfixio. Al llegar al edificio de mi lugar de trabajo me siento feliz. ¡Qué bueno se siente pensar en este como mi lugar de trabajo! Estoy emocionada y a la vez nerviosa. Doy los buenos días a las personas que están en la entrada y me dirijo al primer piso. Tomo las escaleras, a pesar de mi estatura no tengo problemas para subir y bajarlas. Me sirven para hacer algo de ejercicios. Llego a la oficina y allí parecía que la Secretaria me esperaba pues al entrar, casi terminando de darle los buenos días me hizo firmar en una hoja dentro de una carpeta y me llevó a un cubículo que sería mi lugar de trabajo. El espacio era reducido pero para mí estaba perfecto pues era mi primer puesto de trabajo. Hasta ese momento no había pensado en el chico que me ayudó ayer, sino es porque que entra una chica supongo más joven que yo a entregarle unas carpetas a la Secretaría, mientras le decía que la jefa debía firmarlas antes de las diez pues el encargado del Departamento de Contabilidad las necesitaba urgente, inmediatamente mi mente lo trajo a mi presente, no sé por qué, ¿Trabajará aquí? –me pregunto mentalmente-. Me parece que es bastante atractivo y súper amable, atento, tiene una mirada picara y tierna al mismo tiempo. Si trabaja aquí tendré oportunidad de agradecerle nuevamente cuando lo vea. Meriam, hasta ahorita asimilo el nombre de la Secretaria, después de retirarse la chica, me hizo entrega de unas carpetas que –por orden de la Directora del Departamento Legal- debía revisar para que me vaya familiarizando con el trabajo, así como también me entregó material de oficina y otros insumos y resaltó unas indicaciones relevantes para sobrellevar las horas de trabajo.  En el transcurso del resto de la mañana fui a la Dirección de Recursos Humanos a firmar una serie de formatos con los cuales formalizaba mi ingreso en la Institución, eran muchos, pero me llené de paciencia para no equivocarme; luego bajé a mi oficina y me dediqué a revisar las carpetas que envió mi jefa para que me fuera instruyendo de los procedimientos que normalmente se ejecutan allí. Fui presentada con el resto de los compañeros de la oficina, 6 abogados más y otra Secretaria, a parte de Meriam que muy diligente y amablemente me ha venido atendiendo. Todos súper atentos, dispuestos a colaborarme. Agradecí la disposición pues es mucho lo que debo aprender. Tan sumergida estaba en la revisión de las carpetas que no me percaté de la llegada de la hora del almuerzo sino hasta que una de las compañeras me preguntó si no iba a almorzar. Al salir de mi cubículo veo que en la oficina solo quedamos Meriam, Lucy –la otra Secretaria- y yo, pues los demás habían salido a almorzar. Calenté mi almuerzo en el área donde me indicó Lucy, lo deguste en mi escritorio mientras revisaba mis r************* en el teléfono móvil. Después de almorzar, decidí salir un rato al cafetín a comprar un dulcito para completar el almuerzo. Recuerdo que el cafetín está en este mismo piso. Luego de comprar el dulce decidí sentarme a degustarlo en una mesa allí mismo en el cafetín, pero alejada de la puerta, estaba a tiempo, aún faltaba media hora para comenzar con la segunda jornada de trabajo. Aproveché a responder los mensajes de Fernanda –ese el nombre de mi hermana- y los de mi mamá preguntando cómo me ha ido hasta ahora. Terminando de enviar el último de los mensajes, escucho detrás de mí que una voz que jamás olvidaría decirme: -       Buen provecho bella dama. No sé por qué razón pero me puse nerviosa. -       Gracias. Buenas tardes –fue todo lo que los nervios me permitieron decir-. Medio giré en el asiento para ver que allí estaba el mismo hombre de ayer, varonil, con su actitud y estatura imponente, abrumadora, mirada penetrante, casi interrogante, pareciera con intenciones de entablar una conversación conmigo. Supongo que mis pequeños ojos deben estar que se salen de su órbita por los nervios –así me dice mi hermana que pasa cuando estoy asustada-. -       ¿Puedo acompañarla mientras termina con su postre? –Pregunta con tranquilidad- -       Sí, no hay problema –respondo en tono bajo-. Retira la silla y observo que en lugar de sentarse, voltea hacia el mostrador y se dirige hasta allí, veo que le entregan dos cafés y un postre. De regreso, no sin antes pedir mi permiso nuevamente, toma asiento en la silla del frente: -       Me tomé la libertad de comprarle un café. Olvidé preguntarle antes si tomaba, sino es así no importa. Discúlpeme ser tan atrevido –responde seguro de sí mismo-. -       Sí, si tomo café. Gracias, no se hubiera molestado –digo otra vez atropellando las palabras. No entiendo por qué me pongo así, este hombre me altera-. En silencio empezó a tomar su café y noto que en el proceso no me quita la mirada de los ojos como intentando preguntar algo, hasta que de manera abrupta pregunta: -       ¿Tiene usted novio, pareja o compromiso sentimental? ¡Dios mío! Esperaba me dijera cualquier cosa menos que hiciera una pregunta tan directa. Me dejó sin palabras. No supe que responder. Esto aumentó aún más los nervios que me carcomen. Cuando estoy nerviosa y si me encuentro sentada me da un tip nervioso en el pie derecho. Bueno allí empezaron los movimientos involuntarios que demuestran cuando algo me inquieta. Obviamente no es una pregunta difícil de responder, en cualquier otra situación a cualquier persona le hubiera respondido sin mayor complicación, solo que no esperaba que precisamente él me la formulara y mucho menos en mi primer día de trabajo. Al mismo tiempo me preguntaba qué hacía conmigo en la mesa. Habían otras mesas ocupadas por personas conocidas por él, entre ellas mujeres más bonitas, llamativas, e incluso muchas de ellas lo saludaban efusivamente como esperando que les respondiera de la misma forma, pero él parecía no darse cuenta o se hacia el que no lo notaba. Saludaba e inmediatamente volvía su atención a mí. Se veía muy interesado en saber mi respuesta. -       No, soy soltera –respondí nerviosa y con curiosidad- ¿Por qué la pregunta? –Dicho esto mordí mi lengua a modo de reprimenda,  me arrepentí pues temo por lo que pueda salir de sus labios-. -       Le voy a ser sincero mi bella dama –respondió alzando una ceja sosteniendo mi mirada- desde ayer no dejo de pensar en usted. Me tiene intrigado. Quiero explorarla. Explorar su vida, ser partícipe de lo que puede llegar a vivir o conocer un hombre como yo al lado de una mujer como usted – tomó aire y se quedó atento a mi reacción, me miraba con profundidad-. Así sin más lanzó esa bomba en medio del campo de flores que hasta ahora yo había hecho de mi mundo. En ese momento sentí como la coraza que había construido a mí alrededor poco a poco amenazaba con derrumbarse. Nunca jamás, ningún hombre me había hablado de esa manera. Dada mi poca experiencia con ellos, no estaba segura, pero puedo casi afirmar que en sus ojos se oscurecieron, se le notaba deseo, lujuria.  “Tal vez son imaginaciones mías. Olvídalo Fiorella este hombre jamás y nunca va a siquiera soñar contigo”, me reprendo mentalmente. Desde ese momento comenzó una guerra interna de emociones a jugar con mi mente y mi corazón. Sin proponérselo este hombre desestabilizó toda la seguridad que tenía sobre mi manera de desenvolverme con los del sexo masculino. Nunca ninguno me alteró de tal manera. Sentí miedo hasta de mi misma y las emociones que afloraban. No solo era el reto que tenía frente al nuevo empleo y demostrar que era apta para mantenerme allí sino también impedir que ese hombre jugara con mis emociones como lo acaba de hacer, me confunde, me altera. No me permitiría ilusionarme pues era obvio que solo estaba jugando conmigo. En ese momento me sentí expuesta, como si todos en la cafetería nos vieran. Mire alrededor y contrario a lo que yo sentía, parecía que todos estaban metidos en sus conversaciones, y los que no hablaban, revisaban sus teléfonos o disfrutaban de lo que ingerían. Era yo la que estaba abrumada por la respuesta de mi acompañante hasta ahora desconocido para mí, pues no sabía quién era. Él pareció notar mi nerviosismo y hasta leer mi mente porque inmediatamente me dijo: -       Disculpa nunca me presenté. Mi nombre es Oliver Aguirre. Trabajo en el Departamento de Contabilidad, hasta el día de ayer Analista Contable Supervisor y desde hoy Director del Departamento –dijo con toda tranquilidad, como indicándome dónde puedo encontrarlo- Lo que le acabo de decir es en serio mi bella dama. Jamás en la vida había hablado tan en serio –Finaliza diciendo esto tomándose un sorbo de café-. -       Creo que usted está equivocado –fue todo lo que pude responder en medio del nerviosismo que sus palabras y su forma de mirarme producen en mi-. -       Le aseguro que no. No me conoce. Cuando quiero algo lo consigo y voy a obtener su atención o dejo de llamarme Oliver Aguirre –respondió con tono de seguridad-.   De repente un calor extraño subió por mi cuerpo, sentía el aire pesado, sofocante. No supe que responder y solo me limite a disculparme y decirle que ya debía irme, pues era tarde. Tome mi teléfono y salí de allí casi corriendo o mejor dicho lo más rápido que me permitieron caminar mis cortas piernas. Salí de allí como espantada y me dirigí al sanitario del pasillo, debía refrescarme el rostro, me sentía acalorada; además debía calmarme antes de entrar a la oficina. Afortunadamente no uso maquillaje, solo labial y rizador de pestañas a prueba de agua. Fui a los compartimientos, cerré la puerta y me senté un momento en la tapa del retrete. Duré alrededor de cinco minutos allí haciendo respiraciones profundas para calmar la ansiedad y la angustia. Logrado el efecto esperado, salí directo al lavamanos, refresqué mis manos y rostro, los sequé con servilletas, y apenas tuve la confianza suficiente me dirigí a la oficina. A mitad de pasillo coincidí con tres de mis compañeros que venían contando chistes y al verme me incluyeron en la conversación. La ocasión me fue propicia para olvidar aunque sea por un rato lo sucedido hace unos momentos con el Licenciado Aguirre en el cafetín. A media tarde la Doctora Mondragón convocó a una reunión de urgencia, por lo que nos tocó salir una hora después de la hora de culminación de la jornada laboral. En dicha reunión informó la división del personal en dos grupos a fin de asignarles trabajos que merecían un tratamiento minucioso y con la celeridad que demandaba el Superior Jerárquico de la Municipalidad. Pensé en la reunión en todo el trayecto a casa. Mentalmente fui organizando la forma en que iba a trabajar a partir de mañana pues aparte del trabajo asignado por la jefa esta tarde, Meriam antes de salir me entregó, también por orden de la jefa, 2 trabajos de los que normalmente se tramitan allí, sencillos –según sus dichos-, aunque nunca he realizado nada parecido, tengo a  mi favor mi capacidad investigativa. Llegué a casa cuando había oscurecido, como es normal, mi mamá y mi hermana no habían llegado. Fui directo a mi habitación, me quite la ropa y de inmediato entré directo a la ducha. Deje que por quince minutos el agua refrescara mis pensamientos. Al terminar sequé mi cabello y mi cuerpo y lo enfunde en un pijama color rosa, luego me dispuse a preparar la cena de hoy y almuerzo del día siguiente. Estando en la cocina concentrada en lo que hacía y sumida pensando en lo sucedido el día de hoy, llega un mensaje por w******p. Al revisar veo que es Lennys, la única amiga que hice en la Universidad: Lennys Islar: 7:50 p.m. Hola amiga ¿Cómo has estado? ¿Cuéntame cómo te fue en la entrevista? Yo: 7:51 p.m. Amigaaa súper. Hoy empecé a trabajar. Lennys Islar: 7:51 p.m. ¡QUÉ ÉXITO! –Escribe en mayúsculas a modo de hacer ver estar gritando emocionada- Yo sabía que lo ibas a lograr. Eres brillante. El que no lo vea es porque está loco. Yo: 7:52 p.m. Eres exagerada. No es para tanto –le mando la nota acompañada de unas caritas :-)- Lennys Islar: 7:53 p.m. Necia, solo tú no lo quieres ver… A parte de saludarte te escribo para invitarte este viernes a tomarnos unas cervezas con los chicos de la Uni… Dime que siiii… Yo me encargo de buscarte y dejarte luego en la puerta de tu casa amiga… Yo: 7:55 p.m. Mañana te confirmo ¿Si? Lennys Islar: 7:55 p.m. No, respóndeme ahorita… Ya te conozco, después no me vas a escribir… Dimeeee… Yo: 7:56 p.m. Está bien amiga. Dime la hora para estar lista. Lennys Islar: 7:57 p.m. Sabía que no te negarías. Paso por ti a las 8 p.m.  Obviamente dile a mi amiga Floraida que llegarás un poquito tarde para que no se angustie. Yo: 7:58 p.m. Eso haré amiga. Estamos en contacto. Escrito y enviado el mensaje, coloqué el teléfono en la encimera de la cocina y me dispuse a envasar la comida ya lista. Floraida es mi mamá y obviamente pese a mi edad le informo de los sitios adónde voy o bueno procuro informarle de algunos para que no se angustie. No soy de salir mucho pues no soy amiguera. Lennys es la única amiga que tengo y procura arrastrarme en sus salidas locas, solo que no siempre me dejo llevar; pero esta vez necesito respirar otro ambiente, mirar otros espacios. La experiencia de hoy abrió una brecha que nunca había visto ni experimentado en mi vida. Tal vez frecuentando otros lugares y, por qué no, conociendo a otras personas pueda aclarar mis pensamientos. Estando sola y encerrada no voy a lograr sino enloquecer.    
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