GRITO DE AYUDA
735 Words
Mikkael por fin consiguió que su leanna se durmiese, fue duro, claro que sí, pero Taína necesitaba descansar y fue por eso que la dejó en casa bajo la excusa de que iría a hacer unas compras al mercado cuando lo que realmente hizo fue dirigirse hacia la playa, tenía que comunicarse con sus padres de inmediato.
Su pecho dolía constantemente, no era un dolor insoportable pero sí se hacía notar, cada tanto sentía como si un calor intenso le lastimara justo sobre donde su corazón estaba, Diabhal… ¿Cómo era posible que estuviese en la tierra como si nada?
Intentó llamar al número que le marcó y que ahora sonaba como si estuviera inactivo. Si no hubiese visto con sus propios ojos la reacción de su leanna al teléfono lo hubiese tomado como una broma de mal gusto. Pero su mujer no mentía, él lo sabía, el peligro que tenía tiempo percibiendo estaba más cerca de lo que creía y se sentía un completo imbécil por no haberse dado cuenta antes.
La playa estaba sola y no pudo ser mejor, lanzando sus zapatos a la arena junto con su camiseta, se lanzó al agua sintiendo cómo poco a poco cubría su cuerpo, usaba los pantalones únicamente y sentía que vibraba de poder bajo el agua, la gente inocente sintió, a lo lejos, un leve cambio en la temperatura del agua antes fría y ahora un poco más cálida. Sus ojos se pintaron por completo de su color original y abrió la boca llenándola de agua de inmediato cuando el poder y el dolor llegó a la vez atravesándolo por completo y con el pensamiento claro terminó transportándose a donde deseaba: En la morada de sus padres.
-Hijo mío, gracias Athair- dijo Lasha con emoción rompiendo en llanto al verlo llegar, Thaer se acercó a su padre frunciendo el ceño.
-Estás pálido- dijo asustado, Mikkael tragó grueso.
-Miren- ambos lo hicieron, encontrando una rara mancha en el pecho de su hijo.
-¿Qué es?- dijo Lasha acercándose a esa extraña mancha negra y cuando Mikkael iba a responder un latigazo de dolor llegó a su cuerpo y las venas de su cuello se hincharon cuando recostó la cabeza al espaldar del sofá- ¡Hijo, qué pasa, di algo, por Athair!
-¡Mikkael, hijo!- su padre estaba desesperado viéndolo sufrir. Él se apretaba el pecho- ¿Qué es?¿Quién te hizo eso?
Mikka respiró hondo intentando mantener el aliento y, a la vez, calmar el dolor que recubre su cuerpo.
-Diabhal...Está en la tierra- intentó explicar cuando la mancha dejó de doler al fin, su madre bañada en llanto estaba a su lado y su papá frente a él con preocupación clara en la mirada- Me llamó por teléfono, habló con Taína.
-¿Cómo es eso posible, Mikkael?¿Cómo escapó?¿Y por qué Athair no nos dijo nada?- estaba furioso, Thaer estaba dudando de su Señor y con razones claras.
-¿Se reunió con ustedes?- preguntó Mikka.
-Con todos- aclaró su padre tomándolo por sorpresa- Fue incapaz de ser honesto, decir lo que ocurría, porque evidentemente Él tiene que saberlo.
-Seguramente tendría sus razones, querido- dijo Lasha conciliadora como siempre- No debemos hablar así de él, no hay que dudar, lo sabes- le recordó con dulzura y Thaer, furioso señaló a su hijo.
-Mira lo que trae ser paciente, nuestro hijo muere, Lasha, y a Él parece no importarle. - Miró a Mikkael, tenía un poco más de color en los labios más sin embargo su pecho pálido a excepción de los tatuajes se veía distinto con aquella mancha que más que extraña era, obviamente dolorosa para él y si hay algo que nunca, en toda su inmortalidad, le gustaría ver es a su hijo siendo torturado sin poder hacer nada- Pero lo invocaré, le diré de inmediato lo que te pasa y le exigiré que me dé una respuesta a mi pregunta y es ¿Qué hace Diabhal en la tierra y por qué está empecinado en dañarte?
Mikka lo miró con tristeza.
-No tengo respuesta para la primera pregunta, padre, pero si lo recuerdas, con respecto a la segunda, yo soy la Parca, y en parte, su carcelero.
-Tú no eres malo- apuntó Thaer con seriedad- Sólo cumples tu trabajo, cómo todos. Si quiere enojarse debería apuntar mucho más alto.
-Tal vez él no lo ve así.
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