DIABHAL

793 Words
Athair estaba ansioso, Thaer y Lasha estaban junto a los demás Laochra y los guerreros no dejaban de discutir entre sí. -¿Pero es que cómo es posible que el Diabhal esté suelto y nosotros no supiéramos nada hasta este momento, Padre? -¿Hace cuánto viene sucediendo? -Esto nos hará ver el mundo arder y no hay nada que podamos hacer al respecto. -Seguro el Padre tiene una razón para esto. -Sea lo que sea- dijo Thaer con voz fuerte- Mi hijo va a salir afectado por esto de algún modo. -La Parca y todos, Thaer- le recordó Nassim- Los animales se ven muy afectados por todo este caos y ni hablar del medio ambiente. -Hijos- todos guardaron silencio al oírlo, era muy poco común que asistiera a una reunión grupal pero más extraño aún es que fuese él quien la convocara.-Es suficiente, en este momento quiero ser totalmente honesto- respiró hondo y eso preocupó a todos los presentes, ni los antiguos dioses estaban preparados para lo que saldría de la boca del creador del mundo, su Padre.  . . . . Taína esperó pacientemente que su amor volviese a la cama, y llegó, aunque casi al amanecer.  Mikkael estaba exhausto, ni siquiera se quitó los zapatos al lanzarse boca abajo sobre el colchón despertandola de un breve descanso que tomó, ella apartó las sábanas y se levantó con paciencia para desnudarlo mientras empezaba a roncar. ¿Tanta magia usó? ¿Y cómo volvió tan agotado sin desmayarse por ahí? Mikkael era fuerte pero no debía tentar a su suerte, Taína sentía algo malo pasando, no veía dónde y eso le atormentaba, pensó en intentar sanarlo en ese instante pero se arrepintió de inmediato viendo lo debilitado que estaba. ¿Qué ocurriría en el mundo? pensó poniéndose de costado, sabía que las cosas no estaban bien en ese plano astral pero una constante voz en su cabeza le hacía sentir como si en otro plano las cosas se complicaran. ¿Estaría todo bien en El Caislean? Pensó en preguntárselo a Mikka cuando despertara, y arrimándose a sus brazos cerró los ojos y mientras la luz iluminaba el cielo en un Buenos días que el sol le daba al mundo en caos, ella y la Parca dormían abrazados a sabiendas de que un peligro le rodeaba y no podían hacer nada. Luego de ocho horas de sueño continuo Taína despertó debido al celular de Mikkael que no paraba de sonar. Lo atendió, estaba en el bolsillo de su pantalón la noche previa y ella lo terminó colocando encima de la mesa de noche. -¿Hola? -Señora, ¿Está su esposo?- frunció el ceño, no reconocía aquella voz y no podía diferenciar si era femenina o no. -¿Quién habla? La persona se rió con autosuficiencia, haciendo a la diosa arquear una ceja. Estaba a punto de colgar y si no fuese por su sexto sentido que le decía que no era una broma humana lo habría hecho. Pocas personas llegaban a ese número teléfonico y ninguna sin autorización previa. -Dile a la Parca que estoy aquí para ocupar su lugar, lo mejor para él será soltar el poder del Caisleán y rendirse a mí antes de que me ocupe de él, la mancha en su pecho es un regalo mío- se rió con fuerza y Taína llevó una mano a su pecho. -¿Quién coño eres tú y qué le estás haciendo?- aquella voz alterada hizo despertar a Mikkael aún cuando el sueño no le dejaba abrir los ojos, percibía a su mujer molesta, algo pasaba. -Diabhal- dijo la voz al teléfono y colgó, Taína tragó grueso impresionándose con aquel ser que parecía tan actualizado como para usar un teléfono y marcar a la línea privada de Mikka. Mikkael por fin despertó, y justo a tiempo porque ella empezó a moverlo para que lo hiciera. -¿Taína?¿Qué pasa?- preguntó adormilado, más se paró asustado cuando vio su expresión pálida- ¿Qué pasó? -Te llamó...Dijo que la mancha es un regalo suyo- susurró mirando el pecho desnudo de su esposo, en efecto, aquella mancha con forma de media luna de unos cinco centímetros parecía más grande que el día previo- Dijo que entregues el poder, sino no sé qué te hará, santo cielos, Mikkael. -¿Qué?¿Quién llamó?¿De qué me hablas?¡Calmate!- pidió y ella lo miró a los ojos rompiendo en llanto. -Diabhal. Diabhal te hizo lo del pecho y sé que te hará daño, no podemos permitirlo, Mikkael, no puedo dejar que te haga daño- dijo preocupada y al borde de un colapso, para la Parca no hubo más opción que envolverla en sus brazos y dejarla sollozar con desesperación.
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