CAE LA NOCHE

470 Words
Diabhal paseaba por las calles humanas con total naturalidad, se colaba entre los adolescentes sonrientes, los jóvenes ebrios y las chicas sexys que salían de fiesta en esa noche de viernes. Miraba las luces, los carteles, nadie ni siquiera le prestaba demasiada atención, no alzaban la vista al verle, no le olían, no le miraban con temor. -Eh, chica guapa- dijo un hombre que iba acompañado de dos más al cruzar a su lado. Diabhal sonrió. Siguió su camino como si nada, esos humanos eran lujuriosos y pecaminosos, no había forma de que Athair pensara que ellos eran una criatura perfecta, ¿entonces por qué carajos crear a una basura tan miserable que fácilmente él podría comparar con un roedor detestable? Los humanos eran una plaga, una que él veía con claridad y no comprendía cómo era posible que siguieran con vida cuando entre sí se despellejaban. Ni siquiera parecía hacer mucha falta su ayuda cuando ellos solos se estaban conduciendo hacia la extinción de su r**a. Podía ver cómo un tipo mayor con barba sucia empujaba a un callejón a un delgado muchacho de obviamente mucha menos edad, nadie decía nada, el sonido de las discotecas, los autos, la gente bulliciosa, y como ese chico eran muchos otros los “víctimas de la noche” Quienes, en gran porcentaje, fallaban en sus planes de cazadores y terminaban siendo cazados por otras mentes más grotescas que las suyas. En lo que iba del segundo trimestre del año, al menos veinticuatro millones de muertes se habían registrado, eso sin contar la subida de abortos que se habían realizado, ¿Cómo estaría luchando la Parca contra eso? Diabhal sonrió ante aquel pensamiento, Mikkael debía estar maldiciendo en ese mismo instante, y acomodó su cabello antes de atravesar las puertas del INFIERNUS, el bar que había instalado en el medio de la ciudad. Ahora no buscaba a sus presas sino que estás se presentaban a sus aposentos a bailar y a rendirle tributo mientras, cargados de pecados y sadismo, caían rendidos a sus pies. Diabhal subió a su trono, literalmente tenía uno en el último piso del edificio de tres plantas, sonreía mientras mujeres y hombres atraídos por su s*x appeal sobrenatural se acercaban hasta casi hundir sus rodillas al suelo y rogar por un poco de su atención, era uno de los efectos que causaba en esa r**a. Pidió una botella especial, esas de su colección secreta, mientras ponía un gesto divertido y la mirada fija en un distribuidor de drogas que coqueteaba con una chica que se veía demasiado joven para poder estar en ese lugar. Ella aceptó un par de gomitas de oso, Diabhal se rió a carcajadas, esa estúpida humana se había puesto a sí misma la soga en el cuello, y el destino únicamente se encargaría de apretarla.  
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