Lotto hacía sus meditaciones como todo el tiempo durante eones cuando sintió una presencia bastante imponente cerca. Abrió los ojos y la figura sin sexo definido vio ante sí a la diosa elemental que con sorpresa le miraba, pero no dijo nada mientras se levantaba y le sonreía.
-Eres hermosa, diosa.
Taína tragó grueso sin saber si la figura completamente oscura delante suyo no era un hombre o una mujer pero no tardó demasiado en recordar que las figuras inmortales varias veces compartían ambos sexos y ninguno a la vez. Algo extraño y fantástico que aun le costaba trabajo comprender y tenía una figura demoníaca al lado para recordarle lo extraño que era el mundo en la actualidad.
-Gracias, Lotto- dijo con voz tranquila y la figura asintió.
-Estás aquí para saber cómo salvarlo, ¿No es así?
Taína parpadeó. Por supuesto que sabría por qué estaba ahí, todos debían saber ahora mismo el estado delicado de Mikkael y que el tiempo estaba en su contra.
-Así es. ¿Puedes ayudarme, no es así?
La figura no respondió. En cambio se acercó, sin tocar el suelo oscuro, hasta Taína.
-De verdad que eres hermosa- dijo con un susurro y la diosa sintió un siseo en su voz- Mikkael tiene suerte de que tal espécimen humano fuese suyo- y mordió su lengua para no corregir tal frase machista. Le importaba más la información que tenía para ella a los comentarios que brotaran de ese ser.
-Lo amo y no me da miedo admitirlo- dijo Taína con voz tranquila- Por eso quiero curarlo.
-¿Para qué?- esa pregunta la tomó por sorpresa- ¿Por qué querrías hacerlo cuando la Parca nació para estar aquí?- alzó ambos brazos y Taína suspiró. Era cierto y sin embargo no, porque la Parca tenía una luz en su interior que no podía acabarse por no luchar, por no continuar. No podía rendirse ante Diabhal quien fue el que planeó todo esto en primer lugar.
-Porque él es más que la Parca- dijo con firmeza- Su nombre es Mikkael y la mitad de su alma me pertenece a mi- alzó la barbilla- Y yo me rehuso a perder a la mitad de mi ser por no luchar.
Lotto sonrió y eso llenó aún más de alerta a Taína, aunque a decir verdad no tenía mucho que temer.
-Buena respuesta, diosa- la felicitó Lotto antes de hacer una reverencia en su honor mostrándole su respeto- Tienes carácter y es un privilegio de Padre para ti.
Ella respiró hondo, ahora mismo no estaba en buenos términos con Althair quien se había esfumado del mundo de la forma más absurda. Un creador que descuidaba su creación.
Lotto alzó un delgado dedo y señaló al oeste.
Un pasillo delgado de flores negras se extendía y Taína caminó hacia él como si estuviese hechizada. Sentía cierta energía venir desde ahí y antes de avanzar por un pequeño puente flotante parpadeó y miró atrás. Lotto estaba a su lado.
-Hacia allá está el jardín Albamis. En él encontrarás lo que buscas, diosa- Taína frunció el ceño.
-¿Cómo puedo saber qué flor es? ¿Por qué no me acompañas… Lotto?- al darse cuenta Lotto le ignoraba dándole la “espalda” mientras flotaba de nuevo en dirección a el círculo de sal en donde en primera estancia hacia sus meditaciones.
Taína respiró hondo. Entocnes tengo que averigüarlo por mi cuenta. Gracias por esto, Lotto, pensó y dio el primer paso sobre el puente flotante que empezó a mecerse.
Ella no quería mirar qué es lo que había debajo, creía que de hacerlo se paralizaría y no podría terminar el camino en dirección al jardín. Tenía razón, si hubiese visto los cuerpos calcinados que nadaban sin dirección debajo y que permanecían desde siempre con caras de dolor y agonía pero sin producir ni un sonido la diosa se traumaría bastante impidiendo así el final de su camino. Tenía una meta y era encontrar la bendita flor que mantendría con vida a su amor.
Llegó al jardín con la boca abierta. Era hermoso y nunca habría esperado que algo así existiera en ese sitio. Habían flores y arbustos hermosos, pero Taína notó que no existía ni un sólo árbol frutal. Respiró hondo sabiendo que tenía que dejarse llevar por su instinto espiritual para descubrir cuál sería el salvador de Mikkael, qué flor o qué arbusto encontrar.
En el jardín de Albamis una criatura la esperaba. Le había costado bastante comprar a Lotto y aunque había sido caro lo valía. Diabhal miraba a Taína desde la oscuridad, paseando sus ojos con obscenidad por su cuerpo carnoso y natural mientras está inocentemente cerraba los ojos e intentaba relajarse lo suficiente. Sin embargo había algo pesado en el ambiente. Se decía a sí misma que era debido a estar en el infierno que se sentía de aquella forma y que lo mejor sería olvidarlo para de una vez por todas poder marcharse. Aunque pensaba que, si Mikkael no la había encontrado aún para reunirse con ella, era porque el problema que debía arreglar aún no tenía fin.
Ella sabía que había sido Diabhal quien creó semejante enredo. Lo que no sabía, lo que nadie más que Lotto y Diabhal sabía era que todo fue hecho para distraer a La Parca y atrapar a la Diosa Elemental de una vez por todas.
Taína miraba unas hojas en particular. Llamativas pero no parecían ser las indicadas. En ese momento escuchó una risa suave. Se giró de inmediato buscando de donde venía y aunque le costó fue cuando vio un arbusto moverse delicadamente que se acercó.
Taína comprendía los peligros de el infierno y por ello estaba lista para atacar si era necesario. Tenía su daga en la mano cuando separó las hojas y con sorpresa se dio cuenta que lo que había delante de ella era un pequeño bebé.
-¿Pero qué?- el lado maternal que no sabía que tenía flotó. Ella guardó la daga mirando alrededor para notar que sólo ella y el bebé estaban ahí- ¿Quién eres tú?- dijo sin tocarlo, conociendo las artimañas de los demonios y con sigilo volvió a enfundar su mágica arma.
La risa volvió a sonar. Pertenecía al bebé.
-Linda diosa…- su voz era infantil pero no coincidía con la edad cronológica que el niño aparentaba. Parecía ser de un niño de unos cinco años cuando, físicamente, lucía como un pequeño de menos de un año- ¿Cómo es posible que la Parca te haya dejado sola? Es tan malagradecido.
-Aléjate de mí si no quieres acabar tostandote como sándwich por el resto de la eternidad- amenazó Taína con fuerza más su corazón la delataba latiendo con desesperación debido al miedo que sentía. La risa flotó llegando a sus oídos y sus ojos enrojecidos de inmortal salieron a la luz.