-Tengo un trato para ti- dijo aquel demonio que sólo podía reconocer como Diabhal. Él era tan cobarde que no se presentaría ante ella en su forma real, quizás sentía miedo de que ella pudiera ser aún más fuerte que él y lo derrotara. O quizás sólo se sentía confiado de que Taína le temería en cualquiera de sus formas considerándola aún de la manera más errada una humana.
La diosa elemental bufó y sostuvo con firmeza su arma cuando sintió que sus piernas eran pinchadas miró al suelo. Raíces con espinas salían de este y la envolvían de alguna forma, Diabhal intentaba controlarla y atraparla mientras con su voz la envolvía. Pero Taína arremetió con su arma mágica contra estas y terminaron cayendo sobre el ennegrecido suelo cuál ramas secas.
-¿En serio crees que haría un trato contigo, Diabhal? No me hagas reír- dijo irónica. En su mente rogaba porque Mikkael se diera cuenta de toda la emboscada y corriera a su rescate mientras veía las mismas raíces endemoniadas brotar y dirigirse a ella cuando intentaba esquivar su agarre.
-¿Por qué no? Un trato siempre satisface a todas las partes- replicó Diabhal dentro de aquel pequeño. Ella respiró hondo.
-¿A qué intentas llegar?¿Piensas que de ese modo, podrás retener a Mikkael?¡Eso jamás!- aseguró con firmeza- Él es La Parca y tú… Sólo eres un demonio más.
Una risa macabra brotó y Taína no pudo evitar que la piel de su cuerpo se erizara por completo ante aquel sonido.
-Creo que a alguien no le han dicho las cosas como son en realidad…. Mi hermosa Taína.
-No soy tuya, te prohíbo que te dirijas así a mi- dijo con dureza, sus ojos rojizos dirigidos con odio hacia ese ser que dibujaba una sonrisa ladeada en la cara de aquel niño que seguramente había muerto hace poco.
-Tú no me prohíbes nada, diosa- sorpresivamente el niño desapareció y aunque Taína intentaba mirar a todos lados en busca de a dónde podría haberse trasladado la realidad era que no podía apartar su atención más de unos cinco segundos de sus piernas puesto que las molestas raíces estaban hechas para su distracción.
En algún punto Taína no pudo contener su ataque y cayó chocando su trasero contra el suelo y empuñando su arma a todos lados intentando de esa forma salvarse.
-No, alto- susurró con agonía dirigiéndose a ellas con odio, de su mano libre salió un pequeño rayo rojo que impactó en las ramas sobre su pierna derecha y una risa sonó más cerca que antes.
-Controlas tus poderes, por lo que veo, pero no lo suficiente, me temo, como para protegerte en mi presencia- detrás de su oreja estaba aquel niño, aquel demonio maquiavélico que intentaba jugar con ella. - No seas tonta, Taína, y acepta mi propuesta.- aconsejó con aquella voz de niño pero la diosa estaba enfadándose y el enojo era el enemigo número uno de la concentración tan necesaria para el manejo de su ser mágico.
-No, Diabhal- se giró con fuerza pero las ramas corrieron rápidamente por su cuerpo haciéndola caer de espaldas sobre el suelo.
Desde los pies ya no veía a un niño, sino una figura totalmente indescriptible, sin forma alguna ni figura, sin color y sin textura pero que a la vez se veía tan hambrienta de algo en particular, y ese algo era ella- Puedes acabar conmigo pero no hay forma de que sobrevivas a la ira de la Parca al ver que haz acabado con el amor de su eternidad- afirmó mientras el aire empezaba a faltarle puesto que aquellas raíces maliciosas cubrían su cuello y parecían extenderse con más fuerza alrededor de su cuerpo.
-¿Preferirías entonces morir? Tonta diosa elemental, sigues pensando como una humana sentimental e imperfecta, ¿Qué no ves lo poderosa que eres y lo grande que podríamos llegar a ser si te unieses a mi?- preguntó aquel ser sin figura y con una voz que no era muy claro si se identificaba con algún sexo. Pero Taína se concentraba más en abrir ese halo de luz que brotó hace un momento de su mano y cubrir con él todo su cuerpo para de alguna forma liberarse de las raíces demoníacas dominadas por Diabhal. Sorpresivamente funcionó aunque no fue lo suficientemente fuerte para lograr separarlas por completo de su cuerpo, lo fue para recuperar el aliento y volver a sentarse.
-¿Es esa tu propuesta?¿Que me una a ti y deje de lado todo lo que conozco y a quienes se han vuelto parte de mi vida? Eres un demonio bastante pendejo a mi parecer- Taína se burló y aunque a Diabhal le molestaba el vago sentido del humor humano no podía dejar de impresionarse por la fuerza de voluntad y el coraje de aquella diosa.
-No es mi propuesta realmente, es más un plan a largo plazo que podría gustarte- replicó el demonio- ¿Quieres oír mi propuesta?
-¿Me dejarás ir sino?- replicó Taína arqueando una ceja, Diabhal detuvo las raíces en respuesta silenciosa y la diosa no dudó en ponerse de pie cuando pudo hacerlo.