“Padre viola y mata a sus cinco hijas, además se suicida”.
“Miembros de la Iglesia acusados de p*******a y tráfico de menores de edad”.
“Pareja choca contra un autobús escolar dejando once muertos y cuatro heridos”.
-Esto es inaudito- dijo Taína con frustración leyendo las noticias- No puedo creer que--- ¿Estás bien?- miró preocupada a Mikkael- Hey, ¿Estás ahí?- Él parecía completamente ausente, sus enrojecidos ojos tenían profundas marcas violetas debajo, estaba más delgado de lo que estaba la noche anterior y ella se consternó.
Le dio un par de suaves bofetadas y esto hizo que él volviera en sí.
-Per...Perdón, nena- dijo apenado. Taína le tendió un vaso con agua- Estoy exhausto.
-¿No tienes ayuda allá abajo?- preguntó ella viéndolo terminarse el líquido de a poco, con cortos tragos.
-Sí, pero no demasiada, estas muertes, estos desastres, Diabhal está haciendo de las suyas y con eso está arruinandome a mí.
Esas palabras hicieron que Taína sintiera un retorcijón en el estómago.
-¿Has intentado comunicarte con él? ¿No puedes hacerlo?- ella no entendía mucho de cómo iban esos lazos inmortales aún del todo y Mikkael negó suavemente con la cabeza antes de apretar los ojos al sentir una presión en su sien anunciando una fuerte jaqueca, de nuevo.
-Está descontrolado y sólo Padre puede lidiar con él- dijo resignado. Ella se cruzó de brazos.
-¿Quieres decir que nosotros, no tenemos poder contra él?- dijo asombrada- Soy una Elemental, eso debería darme ciertos privilegios sobre un demonio.
-No es un demonio cualquiera, Taína- dijo él- Es el Primer Demonio. El líder de los demás. Ellos responden a su orden.
-Y tú eres La Parca- le recordó ella alzando la barbilla- Eres hijo de dos guerreros, y me tienes a mí a tu lado, ¿No es eso suficiente como para hacer que ese hijo de puta se controle un poco?
-Tiene que volver a ocupar su lugar en el Caisleán y dudo mucho que quiera, ya conoce los privilegios de la Tierra y en su sistema está entretenerse con el sufrimiento humano.
-No puedo creer que todas estas cosas sean obras de el aburrimiento de alguien- dijo Taína pellizcando el puente de su nariz.
Era hora de confesarse, lo sentía.
-Siento que hay un trasfondo aquí- dijo Mikkael con la sabiduría que los años le habían entregado.
-Yo… Olvidé decirte algo- dijo ella mirando a sus manos en su regazo.
-¿Eh?- dijo él sin entender- ¿Qué pasa,Taína?
-Yo… Me tropecé con dos demonios gatunos- dijo rascándose la cabeza. Él se puso de pie de un solo movimiento.,
-¿Cuándo fue esto? ¿Te hicieron algo? ¿Por qué no me lo dijiste, Taína? - ella tragó grueso.
Hace una semana. Yo… No te vi por varios días, cariño, pero sé que apenas nos vimos debí decírtelo, lo lamento mucho- dijo con sinceridad y Mikkael se pasó las dos manos por la cabeza halando un poco su cabello con desesperación.
-¿Te dijeron algo?
-Dijeron que seguían a Diabhal, que no venían por nosotros los Inmortales sino por los humanos, que se exterminarían entre sí y que ellos “Les darían un empujón”- ella hizo las comillas en el aire, el ceño de Mikka se llenó de arrugas- Los asesiné con la pulsera que me diste, gracias, por cierto.
Él suspiró.
-Ven aquí- ella se acercó y La Parca envolvió sus manos sobre su cintura rodeando su trasero- No vuelvas a hacerme esto, Taína, sé que eres poderosa pero mantenme informado de todo lo que te pase, ¿Podrías hacerlo?- ella asintió sintiéndose un poco culpable por hacerlo sentir tan mal.
-Sí, lo haré Mikka- dijo con seguridad. Él le dio un suave beso.
Escucharon un carraspeó y se giraron. Delante de ellos había una mujer de cabellos dorados y largos y utilizando un vestido que llevaría una campesina, con la diferencia de que los tonos eran solamente blancos.
-Soy Elmira- dijo ella con una voz suave y en un lento murmullo.
Mikka frunció el ceño sin entender a la criatura delante de él.
-¿Qué te trae aquí?- preguntó Taína dando un paso delante de su hombre en señal de defensa.
-Lasha me mandó- el aire de inmediato cambió a uno menos tenso- Dijo que tenía que hablar con la Diosa Elemental a solas.
-Bien…- dijo Taína dandole una mirada corta a Mikkael y encogiéndose de hombros caminó hacia la entidad que emanaba una energía muy distinta y pura- Sígame.