-La Diosa me mandó por usted, o más bien, a usted.- Taína tomó un trago largo de aquel té de ramas moradas que el ente le tendió dejandose uno para sí misma- Dijo que tenía cosas por hablar y que no habrían mejores oídos que los míos para escucharla desahogarse.
-No sé cómo puedas ayudarme- admitió ella con una pequeña sonrisa- ¿Quien eres, de todas formas?
-Sólo soy un ser tan viejo como el tiempo y conozco a la Diosa desde hace siglos, incluso antes que alumbrara. La Parca es ya un hombre y te protege como tal, es lindo ver eso.
Ella sintió su sonrisa formarse sin su consentimiento, así de feliz era.
-Sin embargo, hay algo que oscurece mi luz- reconoció.
Elmira asintió sabiamente.
-La mancha- adivinó y Taína la miró con los ojos muy abiertos.
-¿Cómo sabes de eso? ¿Quién te contó?- preguntó alterada.
Elmira le regaló una pequeña sonrisa y continuó hablando con su típico tono bajo.
-Nadie tiene que decirme las cosas, Elemental, porque el viento me susurra.
-¿Y no te ha susurrado la forma en la que puedo evitar que a Mikkael le siga doliendo el pecho?- preguntó esperanzada ganándose una profunda mirada de Elmira.
-No es solamente el pecho, es más allá- intentó explicarse.
-¿De qué hablas?- preguntó una confundida Taína.
-Esa mancha negra que crece en el pecho de la Parca pronto cubrirá todo su cuerpo, él no tendrá respiro ante el tortuoso dolor que esa inmensa úlcera le causará hasta apoderarse de él desde dentro- ella abrió los ojos horrorizada.
-Eso no puede ser- dijo en apenas un hilo de voz.
-La oscuridad se quiere apoderar de La Parca y por ello lo ha manchado, esto es un detalle más de Diabhal al enloquecer el orden natural de las cosas con sus absurdos juegos.
-Quiero que me digas más sobre lo que pasa con Mikkael y, a la vez, quiero que me hables de Diabhal- suplicó Taína sintiendo sus ojos picar, no podía llorar aunque quisiera hacerlo, no sería débil nunca más delante de nadie, mortal o inmortal.
-De Mikkael puedo decirte que la solución de su miseria esta dentro de el Inferno y nada más que eso puedo decirte porque lamentablemente mi poder no abarca tanto como lo es su terreno- aseguró aquella suave voz que no coincidía con el mensaje que transmitía- De Diabhal puedo decirte también que son sus juegos los que siempre han puesto a la humanidad en peligro, y que este juego que tiene con el Superior es tan estúpido como cruel pero nadie más que él puede acabarlo.
-Debe ser un error, somos Dioses, maldita sea- dijo Taína apretando los puños y la mandíbula a la vez- ¡No podemos dejar que los humanos sufran por un pendenciero demonio de mierda! Estoy harta de que me digan qué hacer, cómo vivir, cómo vestir y qué decidir. ¿Ahora, que soy una inmortal, que vivo mi vida a plenitud desde que soy una Elemental, que cumplo mi función, que existo por un plan, me dicen como si nada que debo volver a aceptar lo inminente? Qué va, me niego a hacerlo si eso incluye seguir a un dios que no está haciendo las cosas de forma correcta.
-No debes comparar a Althair con ustedes, Taína- la reprendió Elmira pero ella se puso de pie con brusquedad abrazando sus brazos desnudos.
-¿Ofendo yo más que él quien está dejando que maten a sus hijos por capricho? ¿Sólo para ganar qué?- Elmira no podía responder algo que desconocía.
-La gente cree que el destino es como un río - dijo Elmira con la vista puesta a nada en particular, su energía era fuerte e incluso podía percibirse su aura blanca- Que fluye en una sola dirección. Pero yo le he visto la cara al tiempo - alzó la vista hasta conectarla con Taína ofuscada y con el corazón agitado ante la angustia- Y es como un océano en la tormenta.
-Pues yo he sido arrastrada contra la corriente varias veces ya, siendo humana, siendo quien ahora soy, ¿Entonces cuándo parará? ¿Cuándo me montaré en un yate y navegaré gustosa?- preguntó frustrada y Elmira la miró con tranquilidad.
-Cuando te toque- Taína bufó aunque era lo más cierto que le podían contestar.
-¿Cómo yo salvo a mi hombre? ¿Y qué puede pasarle a Mikkael si es que la oscuridad se… Apodera- tragó- de él por completo?
-Si la oscuridad lo corroe por completo… Entonces no habrá mucho de el Mikkael que tu reconoces como tuyo- aseguró Elmira su mayor temor- Tendrás que ser suya, de igual forma, porque es tu deber, Elemental, pero debes tener claro que toda la bondad que haya o que exista en La Parca desaparecerá como todo el rastro de el ángel que una vez fue.
-Madre mía- susurró aterrada pasándose una mano por la cara- Dijiste que la salvación está en el Inferno, ¿Quién puede informarme más?
Elmira hizo una mueca de duda y Taína se sintió un poco asustada porque si alguien debía conocer las respuestas a sus dudas era ella.
-Debes viajar hasta allá- aseguró Elmira y Taína respiró hondo con la meta fija en su cabeza.
Tenía que hacer hasta lo imposible por mantener a Mikkael a su lado y conservar al ser amable, cálido, protector y dulce que conocía. Porque se negaba a vivir una eternidad junto a un demonio lleno de ira y furia y que gozaría por su propio dolor mientras la torturaba para siempre.
-Lo haré- aseguró- Sólo dime cómo y yo lo haré. Iré al Inferno y hablaré con quien tenga que hablar, mataré a quien tenga que matar pero no puedo ver a Mikkael desaparecer y transformarse en algo que no es- aseguró y Elmira vio a los ojos a una diosa no sólo única por su dote Elemental sino con el corazón más humano y emocionado que había conocido.