Corrió hacía él a toda velocidad. Encontró vidrio en el suelo y a un lado de la taza rota estaba Mikkael.
-¡No!- gritó ella arrodillándose a su lado. Los vidrios se clavaban en la piel de ambos pero a ninguno le afectaba demasiado. - ¿Qué es, Mikka? ¿Qué tienes?- preguntó angustiada pero a La Parca le faltaba el aliento. Señalaba su pecho y Taína no dudó en romper la camisa sobre su pecho.
Como temía, la mancha negra se expandía sobre su piel y ella no podía evitarlo.
-¡DUELE! ¡AHHGGG, TAÍNA ME QUEMO!- gritó con los ojos muy abiertos en una epxslosión de vasos e iris color rojo intenso. Las venas de su cuello transformaban por completo su aspecto y Taína se sintió impotente al no poder hacer nada por él.
Temblando, se puso de pie.
Recordó lo que trajo de el infierno y sin pensar en las condiciones que aún no conocía y que Diabhal no le había explicado intencionalmente, ella prácticamente voló hacia donde la flor y las perlas negras y corrió de nuevo junto a Mikkael.
-¡¿Mi amor?! ¡Mi amor, Mikkael, despierta!- dijo angustiada al verlo totalmente inconciente- ¡Maldita sea, no me lo quites!- gritó ella con furia a quien sea que le escuchara. Fuese Diabhal o fuese Aldair quien haya tramado esta horrible situación, ella suplicaba por su media naranja, por la mitad de su alma, para que él no se transformara por completo y perdiera lo que sentía por ella.
-Taína- murmuró Mikkael con el ceño fruncido. Ella peinó su frente. Estaba sudando y temblaba mucho. Ella estaba aterrada y miró la flor.
-¿Cómo se supone que lo haga?- se preguntó a sí misma en voz alta. Tomó la flor y la miró por todos lados. Angustiada, sin saber qué hacer hasta que un pensamiento se coló en su mente.
“Deshaz la flor y por los pétalos encima de su pecho.”
Tragó grueso sin saber de dónde vino aquello pero lo hizo.
-Haré todo por mantenerte sano y salvo, mi amor- prometió con lágrimas en los ojos ante una nueva crisis de dolor de su amado Mikkael. La mancha negra ahora cubría su cuello y sus hombros. Ella se apresuró y los pétalos deshechos se agruparon sobre su corazón.
Un halo de luz blanca y fuerte se formó como un circulo alrededor de las flores y encima de la piel de Mikkael que gritaba con la garganta desgarrada creando más miedo en su mujer.
Ella miró las perlas, sabía que venía esa parte y con un impulso imbécil metió una en su boca y guardó las otras dos en el bolsillo de su pantalón de algodón.
-Mikka…-susurró viéndolo abrir los ojos, él no veía nada, ni siquiera estaba consciente pero ella sentía miedo de que las cosas no salieran bien. Que aquello fuese sólo un engaño de Diabhal y que ella haya caído derechita en su red de trampa y maldad.
Él empezó a toser, el aire parecía volver a sus pulmones y la mancha ya no se extendía. En cambio, el halo de luz incandescente se apoderó de su torso, de todas las partes en donde la oscuridad había tocado. Si bien ardía, era un calor sumamente distinto y Mikkael no se quejaba.
Taína cubrió su cara cuando la luz se hizo cada vez más fuerte. Segundos después ella vio con asombro cómo la mancha había desaparecido, no quedaba nada de ella sobre el cuerpo de Mikkael y en su lugar había un enorme tatuaje. Unas letras muy pequeñas y cursivas, era un lenguaje antiguo. que cubría su pecho a excepción de donde empezó aquella mancha, en su lugar había un sello, un sello tatuado sobre el corazón de La Parca que tenía una cruz muy particular en su interior y otro tipo de letras rodeandola.
Taína intentó tocarlo, él parpadeaba sin poder abrir por completo los ojos, cada vez estaba más consciente y aún así era la parte más difícil para él.
-Estarás bien, lo vas a estar- prometió Taína, cuando sus dedos hicieron contacto con la piel de Mikkael ella sintió que un fuego invisible se apoderaba de su ser y justo antes de que pudiera gritar de dolor y mientras Mikkael abría por fin los ojos no sin un poco de dificultad, Taína desapareció ante él, para su asombro y horror.
La Parca no entendía nada y no le quedó más remedio que gritar.