Mikkael caminó hacia ella con los ojos desorbitados parándose frente a frente ante su mujer, su leanna, con quien había visto el mundo arder mientras el amor entre ambos seguía tan intacto.
-No hablas en serio- murmuró realmente dolido.
-No, no habla en serio- intervino Thaer quien fue, después de todo, el culpable de aquel problema.
-No me retes, Mikkael, porque no te haces una idea de lo que soy capaz de hacer- dijo ella con voz fría aunque por dentro se sentía un volcán en erupción, ella no le demostraría lo quebrada que se sentía, el cómo su corazón dolía y cuánto su cabeza pensaba en solucionar aquel problema que amenazaba con su relación.
-Ir al Inferno no es fácil- dijo amargamente mirando a su padre, intentando hacerse el tonto e ignorar aquel problema que se presentaba entre él y su leanna.
-No lo es para ti- replicó su padre y justo cuando él se iba a oponer, Mikkael apretó los ojos y el pecho, un punzante dolor atravesó su cuerpo y Thaer fue consciente de lo doloroso que parecía aquello para su hijo quien sentía que su cuerpo se quemaba. Una impotente Taína los miraba angustiada sin hacer ni decir nada. Lo había intentado ya tantas veces que tenía claro que nada de lo que hiciera podría salvarlo, nada excepto ir a el Inferno e intentar hacer lo que sea para mantener a su Parca a su lado para toda la eternidad.
-Mikka, ya deja de hacerte el fuerte y entiende de una vez por todas que si fui una vez siendo humana y nada me pasó puedo volver a ir e incluso con mayor convicción porque voy por ti- intentó abogar con él mientras Thaer le ayudaba a retomar el aliento. Mikkael la miró con los ojos rojos encendidos y la voz entrecortada debido al dolor el cual le robaba el aire.
-Es cierto, no te pasó nada, sólo te volviste una Elemental y por poco te pierdo- dijo con ironía y ella suspiró con cansancio.
-¿Lo ves? Es imposible- dijo a su suegro con tristeza- Él nos quiere hacer sufrir viendolo morirse lentamente.
-No moriré, soy la Parca, Taína- dijo él con la voz un poco más clara- Estoy bien- dijo a su padre quien se sentó a su lado con una expresión de preocupación que él tomó como algo que no le estaban contando- Padre, dile, yo no voy a morir- insistió y Thaer tragó grueso.
-Hijo yo… Yo no lo sé, Mikkael- admitió él y Taína caminó como una leona enjaulada cruzada de brazos mientras se abrazaba a sí misma.
-Elmira lo dijo, Mikkael. Esa mancha crecerá y cuando te absorba también absorberá a tu lado puro, no más Mikkael. Serás un demonio por completo, ¿Lo estás comprendiendo?- él negó con la cabeza sin creerlo por completo. Ella soltó un bufido de exasperación y alzó ambas manos- Me rindo, yo… Yo necesito un maldito descanso- dijo harta de todo y saliendo de ahí, dejando a padre e hijo a solas masticando aquella dura verdad.
-¿Es cierto, papá? Lo que Taína dijo… Lo que Elmira dijo…- su mirada estaba perdida en el linóleo del suelo- ¿Es verdad?
-Es lo que suponemos, Mikkael- dijo él con un suspiró. Su hijo lo miró a los ojos sorprendido, nunca creyó que aquello fuera real.
-¿Por qué?¿Por qué me pasó esto?- preguntaba confundido y su padre suspiró.
-Lamento no tener las respuestas que necesitas, hijo mío- dijo con dolor- Pero ni tu madre ni yo podríamos dartelas aunque quisiéramos porque no sabemos cómo ni por qué, pero lo más importante es… Que no sabemos cómo revertirlo- tragó grueso, Mikkael vió la manzana de adán de su padre moverse de forma vertical con aire ausente aún shockeado- Sé que te da miedo perderla, Mikkael, pero no es débil. Nunca lo ha sido- aseguró su padre y él restregó su cara con ambas manos.
-Esto es… Esto es demasiado, incluso para mí- reconoció y miró a su papá- Tengo que ver a Padre. Que él mismo me diga qué carajos hacer.
Thaer hizo una mueca con los labios.
-La cuestión es que…
-¿Qué?- preguntó intrigado por su actitud.
-No sabemos donde está Althair- eso sí que le sorprendió.
-¿Qué? ¿Es en serio?- Thaer se encogió de hombros y él se puso de pie- ¿Cómo puede desaparecer, es Padre, quiero decir, a dónde puede ir?- preguntó curioso y Thaer bufó.
-Estoy seguro de que Diabhal está metiendo sus narices demoníacas en todo esto, hijo, y si Althair no está al tanto de todo esto pues…- “Pues es por él” completó Mikkael la frase mentalmente pero de inmediato lo descartó.
-No, no creo, papá. Es imposible que Diabhal tenga el suficiente poder como para vencer a Padre.
-¿Y si él mismo se lo cede?- preguntó Thaer y no recibió respuesta.
Era una incógnita que daba miedo responder.
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Taína estaba sentada en un café humano. Frustrada, miraba su Frapuccino viendo a una docena de niños hambrientos y sucios parados contra el vidrio con hambre y viendo todo con una expresión de angustia que a cualquiera de los comensales les quitaba el apetito y les causaba incomodidad. La policía llegó y sacando sus implementos empezaron a golpearlos hasta que los niños se fueron llorando y corriendo.
¿Cómo hacer para ir al Inferno sin la ayuda de Mikkael? Porque era obvio que él no colaboraría, incluso si su vida dependía de ello, él no daría el brazo a torcer.
Y Taína odiaba que la tratara como a una muñeca de cristal en esas circunstancias. Todos sabían que era fuerte, que era única en su especie no sólo por haber sido creada para La parca como regalo, ni por ser la única Elemental conocida en el mundo, sino porque también siendo humana, siendo apenas una niña, sufrió tantas agónicas situaciones que le enseñaron que el mundo está atestado de maldad y que también le ayudó a aceptar de una forma más natural el mundo sobrenatural al que pertenece.
Después de todo, si existían violadores de niñas capaces de robarse hasta la última gota de inocencia de un ser tal como un vampiro succionador, si existían madres capaces de tener los ovarios sólo para procrear pero no la suficiente consciencia para ser una verdadera mamá, por qué entonces no existiría La Parca, el infierno real y el más profundo, por qué no existirían dioses guardianes encargados de regir el mundo siguiendo a un Padre omnipresente que en ese momento estaba ausente?
Alguien se sentó a su lado y ella miró, saliendo de su nube de frustración.
Era una linda chica, vestida de motera y con el aspecto físico de una: ojos oscuros, cabello a la par, y una atrevida actitud de chica mala.
-Hola- dijo ella con amabilidad. Taína frunció el ceño casi al instante sorprendida ante el saludo pero recordando sus modales se decidió a no dar al mundo lo mismo que ella había recibido, era más que miserias después de todo y uno da lo que es.
-Hola- respondió con una pequeña sonrisa y siguió dando tragos a su bebida con la atención perdida en su celular. Escuchó a la chica ordenar y el mesero se apartó.
-Disculpa, ¿Quieres charlar un poco?- dijo de nuevo la chica motera atrapando la atención de Taína quien realmente no era la mejor compañía en ese momento para nadie, humano o inmortal.
-Yo… No creo que— dijo con una mueca y ella hizo un corto puchero. Taína la miró y sintió sus mejillas encenderse. ¿Acaso le gustaba esa chica? ¿Por qué? Nunca antes le había parecido tan atractiva una mujer, ¿Era eso normal? Es decir… No sabía si lo que sentía era admiración o algo más allá- Soy Taína- decidió ceder ante la aventura de una nueva conocida.
La chica motera estiró la mano hacia ella con una sonrisa. Taína miró sus uñas largas y con una punta filosa, de color n***o por completo. Volvió la vista a sus ojos y se dio cuenta de lo largas que eran sus pestañas.
-Soy Diana y es un placer conocerte, Taína- dijo con una sonrisa contagiosa que de inmediato la diosa copió.