TE LO SUPLICO

700 Words
Una semana seguida Taína se olvidó por completo de sus responsabilidades así como de su matrimonio, todo por una persona: Su amiga Diana. Diana y ella hablaban toda la noche por teléfono, haciendo que las pocas horas para compartir que un cansado Mikkael tenía para pasar con su mujer eran nulas y de día ambas chicas salían a cualquier lugar en donde pudieran entretenerse y hablar un poco. -Taína…¡Hey, escúchame!- dijo arrebatándole el teléfono celular- ¿En qué mundo estás metida, mujer? Ya no hablas conmigo, no me tocas. Siento que estoy compartiendo la cama con un demonio sin cara- dijo frustrado y ella reaccionó enojada. -¿Es que esperas que esté todo el tiempo lista para que entres en mí, desnuda y húmeda? Quiero vivir mi vida, Mikkael, no todo puede girar en torno a ti- él quedó atónito ante aquello. Taína estaba molesta y pinchó su propia nariz- ¿Sabes qué?¿Quieres coger? Simplemente hagámoslo, pero no molestes mi maldita vida. Dijo cediendo a tener sexo porque, lo más seguro, es que eso fuese lo que quiisera. -Te desconozco, Taína- dijo él con el corazón partido y justo cuando iba a pararse de la cama un fuerte calambre en su pecho le hizo quejarse. -No voy a seguir cayendo en tu manipulación- dijo harta. Diana sabía de su situación, muy por encima porque ella le había narrado un poco de los dolores de pecho de su esposo y le dijo que todo eso se trataba de una artimaña de los hombres, que nunca aguantan nada, para tenerla ahí, a sus pies, como su empleada doméstica. -Taína, ayúdame, por favor- pidió con voz ahogada y ella se dio cuenta de que no era ningún juego psicólogico. La Parca estaba sufriendo. Con su fuerza descomunal y una mezcla de nerviosismo ella, luego de correr a su esposo, rompió la camiseta que vestía para darse cuenta con asombro y horror que la mancha negra ya no sólo estaba sobre su corazón. Se había extendido hasta cubrir su pecho y llegar al ombligo. De hecho, se veía cómo crecía cada vez más, milímetro a milimetro. Ella miró a Mikkael quien apretaba los ojos con fuerza y gruñía como un animal siendo torturado. De sus ojos salían lágrimas. Taína intentó concentrarse, sus poderes podían funcionar. Debían hacerlo. Cerró los ojos y con sus palmas abiertas sobre el diafragma de su amor eterno ella murmuró palabras inentendibles hasta para ella antes de ser una inmortal. Era un hechizo que sólo se pronunciaba en la lengua más antigua y primitiva. Mikkael sintió un frío que poco a poco apaciguaba el intenso fuego que lo invadía. La mezcla de ambas temperaturas era muy incómoda. -¡AHHH! Pica…- se quejó sin siquiera poder respirar muy bien. Sin embargo, poco a poco el dolor iba menguando y una ventisca fresca le facilitaba el recobrar el aliento. Cuando pudo abrir los ojos y el dolor cedió se vio con la sorpresa de una empalidecida Taína que tenía una capa de sudor sobre su frente y a quien el labio interior le temblaba sin parar. -Leanna- dijo preocupado en el momento en el que ella conectó sus ojos con él- No…No lo hagas- susurró y los ojos de la diosa se llenaron de lágrimas. -Basta, por favor no sigas torturandome, Mikkael- suplicó- No quiero seguir viéndote así. Vamos juntos al Inferno y solucionemos esto, por favor- suplicó ella y rompió en llanto rompiendo por completo el adolorido corazón de La Parca. . . . Diana marcaba una y otra vez al teléfono de Taína. “Su llamada será desviada al buzón de mensajes” -Maldita hija de— Ella estaba molesta, en su expresión corporal estaba claro. Su cabello n***o estaba envuelto en una bandana y con frustración salió de la cafetería sin pagar lo que consumió. Tampoco nadie se acordaría de haberla visto. Era uno de sus dones. Diabhal se estaba metiendo poco a poco en el corazón de la diosa. Quebraría a La Parca desde lo más hondo de su ser y era: Su Leanna. Ella subió a su deportivo y aceleró como nadie alzando polvo alrededor sin cuidado alguno de los transeúntes.
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