Capítulo 25 — Esta soy yo

1474 Words
Patrick cerró la puerta tras él, la tenue luz de la luna alumbraba ligeramente la habitación, permitiéndole definir la figura de Nicole. Ella estaba unos pasos delante de él y tomaba su mano, guiándolo entre la oscuridad, era extraño, ¿por qué Nicole no encendía las luces de la casa?, ¿no era más fácil?, sin embargo, él tampoco le dio gran importancia, pues eso hacía todo más excitante y misterioso. Nicole se detuvo justo frente a la cama, «oh, cielos, ¿qué estoy haciendo?, no puedo creer que esté haciendo esto» sopesaba sintiendo el cuerpo temblar. Pero… Se trataba de Patrick y él le dijo que la deseaba. Nicole cerró los ojos con fuerza, sintiendo el calor de la emoción recorrer su pecho, pues, ¿cómo más debía sentirse cuando un hombre como Patrick, le dijo que la deseaba? Recordando ese momento único en su vida, Nicole sintió un repentino azote recorrer su cuerpo, Patrick había tomado lo que quedaba de la desarmada faja y la se la había arrebatado del cuerpo. — ¿Uh?, ¿qué? — Nicole se fue a voltear, impresionada, pero Patrick ya la estaba abrazando por la espalda y paseándole sus manos entre el abdomen y el brasier. El corazón de Nicole se disparó, Patrick tocaba su estómago algo abultado y flácido, ¡No!, allí mismo ella cayó en cuenta, ¡Él la estaba tocando, semidesnuda! Nunca, ningún hombre aparte de Walter la había visto desnuda, mucho menos tocado. Walter, su exesposo, quien nunca quiso tocarla, excepto estando en estado de ebriedad, quien siempre dijo no soportarla y se quejó varias veces de su sobre peso. Y ahora, por primera vez, otro hombre la tocaba y no era cualquier hombre, era Patrick, atractivo, musculoso, con un pecho gigante, con un abdomen definido como tabletas, con unos brazos gruesos y llenos de músculos, y para que hablar de su trasero y piernas. ¿Qué puede pensar Patrick de ella al sentir toda esa grasa y esos kilos de más? Nicole se soltó de las manos de Patrick abruptamente, sorprendiéndolo, y ella volteó para estar frente a frente. — ¿Nicole?... ¿Ocurre algo, hice algo mal? — Preguntó Patrick confundido, pues él no podía ver el rostro cabizbajo de Nicole en la tenue oscuridad, pero sí podía sentir su respiración agitada. — No… Es que… ¿Te gusto? — Preguntó de pronto Nicole con la respiración entrecortada. — ¿Qué? — Ya sé que me dijiste que me deseabas, pero, ¿te gusto? — Nicole tomó las manos de Patrick y la puso ella misma en la barriguita que ya estaba descubierta sin la faja. — Patrick, estos días me habías estado viendo con la faja puesta y con ropa más ajustada de la que usualmente usaba, con lindos maquillajes y elegantes peinados, intentaba verme diferente y mejor, pero… Esta soy yo, la verdadera yo. Nicole levantó la vista hacia él, intentando enfocarse en su cara, apenas podía ver sus hermosas facciones, el corazón le latía desbocado. ¿Qué si tenía vergüenza? Sí, mucha. Pero tantas veces la llamaron gorda y tantas veces su esposo la despreció por eso, no era fácil entregarse a un hombre como ese con todas esas inseguridades a flor de piel. Y probablemente, Patrick se había sentido atraído hacia ella luego de su cambio. Por eso Nicole necesitaba saber, por eso necesitaba preguntárselo ahora, antes de que por la mañana, Patrick la viera con desprecio como había sucedido antes con Walter. Nicole no quería ver eso, no quería pasar por eso de nuevo y mucho menos con Patrick, no lo soportaría otra vez. — Lo sé… — Patrick deslizó una de sus manos hacia la mejilla de Nicole, acariciándola con dulzura. — Está eres tú, con faja, sin faja, con ropa, sin ropa, con maquillaje, sin maquillaje, sigues siendo tú… Eres Nicole, mi Nicole, una mujer hermosa, dulce, amable, tierna, inteligente y sobre todo, muy valiente… No hay nada más que ver. Patrick sonrió tenuemente, Nicole lo pudo vislumbrar por las sombras en su cara y luego, él la soltó, para dar un paso hacia atrás. Nicole sintió que el pulso se le detuvo, ¿por qué él se alejaba después de decirle algo tan hermoso? Pero entonces, Nicole vio a Patrick bañado bajo la tenue luz que entraba por la ventana, él se quitaba todas sus prendas, quedándose solo en ropa interior, para luego volver a acercarse a ella. — Y por eso estoy aquí, porque eres tú… Mi Nicole. Con lentitud, Patrick deslizó una mano hacia el cuello de Nicole y con la otra, acarició suavemente su cintura, mientras sus cuerpos se fueron pegando cada vez más, Patrick la besó, pero esta vez sin afán. Como si saboreara el postre más exquisito del mundo, como si intentara grabarse la forma de sus labios, sus labios se exploraron y sus lenguas juguetearon una con la otra. Nicole retrocedió lentamente, hasta sentir la cama y caer sobre ella, sintiendo como Patrick la seguía, como si él fuera incapaz de despegarse de su contacto. Las manos de Nicole comenzaron a pasearse con timidez por el cuerpo de Patrick, era la primera vez que ella sentía algo así, cada músculo tan sobresaliente, definido y tan perfecto. Y no solo era eso, Patrick la tocaba con suavidad, él acariciaba cada espacio de su piel, la besaba, la mordisqueaba y lamía su cuerpo con una precisión exquisita, como si conociera cada punto que la hacía estremecer, él sabía exactamente lo que hacía. Una idea perturbó la mente de Nicole por un instante: «Claro que sabe lo que hace, Patrick es un gigoló, ¿cuánta experiencia tenía él en esto?, ¿con cuántas mujeres él había estado?», fue doloroso el solo imaginarlo. Pero no fue posible para Nicole ahondar en ese pensamiento, pues en ese instante, Patrick ya le arrebataba el brasier para dedicarse a saborear los pechos de ella, provocando que la mente de Nicole se blanqueara por completo. Las manos de Nicole se aferraban con fuerza a las sábanas, dulces gemidos y algunos otros ruidos peculiares brotaban desde lo más profundo de su garganta. Patrick succionaba sin piedad cada espacio de sus voluptuosos y suaves pechos, al mismo tiempo que bajaba una de sus manos lentamente hacia el centro de ella. Nicole sintió el pequeño y tímido toque, instintivamente una de sus manos sostuvo la de Patrick, deteniéndolo, al tiempo que ella abría los ojos de par en par con sorpresa, ¿qué carajos estaba haciendo? No es que ella no supiera absolutamente nada del sexo, pero sentía que esto iba como muy rápido. Y era difícil acostumbrarse a estas sensaciones cuando su exesposo lo único que prácticamente había hecho, era montarla, escupir sus cosas con el fin de procrear, bajarse y ese era todo el sexo que usualmente tenían. — Tranquila… — Susurró Patrick notando como Nicole se había tensado. — Pero… — Gimió Nicole soltando poco a poco la mano de Patrick. — Solo deseo verte disfrutar… Déjame mostrarte todo lo que tu cuerpo puede llegar a sentir… Nicole soltó la mano de Patrick y cerró los ojos con fuerza, las manos la acariciaron con delicadeza, el panti salió volando y repentinamente, los dedos de Patrick tantearon en ciertos puntos que provocaron un corrientazo de profundos estremecimientos en ella. El cuerpo de Nicole se inclinó, su cintura se erguía como si formara un puente, los toques de Patrick se hacían cada vez más profundos, provocando en ella quejidos y gritillos de placer, que lo traían enloquecido, Patrick gruñía, la mordisqueaba, era cada vez más difícil resistirse. Patrick se separó de Nicole momentáneamente, perturbado, inspiró profundo varias veces, cada sonido y movimiento de Nicole le gritaba que entrara en ella, él se sentía a punto de explotar, pero no, todavía no. Él ya había visto como Nicole se derretía en sus manos varias veces, empapándose, pero Patrick todavía no había hecho lo que más quería, probar de su dulce aroma y saborear sus jugos. Nicole apenas se recuperaba de ese calor que había estallado por dentro y desde lo más profundo, cuando sintió el rostro de Patrick entre sus piernas, él la besaba, era de una forma muy diferente por su puesto, pero… Esta vez ella no tuvo fuerzas para detenerlo. No, esta vez ella se preparó mientras los labios de Patrick bajaban hasta su centro y la misma Nicole se movió al ritmo de la lengua de Patrick, si todo lo anterior le había parecido a Nicole fascinante y excitante, eso que Patrick hacía, se había convertido en cúspide del placer absoluto. «Dejarse llevar… Dejarse llevar… De… Debo dejarme llevar», se repetía mentalmente Nicole, una y otra vez, mientras enterraba las uñas en su almohada y al tiempo que sentía de nuevo, ese calor formarse en el centro de su vientre, a punto de explotar.
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