Capítulo 24 — Tú me gustas

1226 Words
Desde el momento en que la vio, él de inmediato pensó que ella era una mujer hermosa, con sus brillantes ojos oscuros rodeados por largas y espesas pestañas, sus rosados labios gruesos y carnosos, sus redondeadas mejillas sonrojadas. Las facciones de Nicole estaban dotadas de gracia y belleza natural. Y aunque se conocieron de una forma única y muy particular, de alguna manera, Patrick se sintió instantáneamente atraído hacia ella. Quizás por la interesante propuesta que Nicole le hizo al confundirlo con un gigoló o tal vez por la timidez e inocencia con la que ella le habló. Él todavía no estaba seguro de que lo motivó a aceptar, quizás fue solo para ayudarla o quizás también fue porque vio en Nicole la tristeza y decepción que el mismo sentía, pero no pudo negarse. Y Patrick no se arrepentía de la decisión que había tomado, pues este viaje y esta actuación como gigoló y como novio falso, se había convertido en un camino de autodescubrimiento. Patrick había estado con muchas mujeres hermosas, seguras y de figuras perfectas, mujeres que, a la vista de todos los hombres, eran ideales y envidiables, no obstante, todas terminaban mostrando su verdadera cara y resultaron estar podridas por dentro. Pero esta vez, Patrick había visto en Nicole mucho más. No es que a él le interesara la apariencia, pues debido a lo que había aprendido en su familia y lo que había confirmado por sus fracasadas relaciones pasadas, para Patrick, el físico de una persona, era lo que menos importaba. Pero Patrick no solo había descubierto la belleza exterior de Nicole, sino que también había encontrado mucho más que solo su aspecto físico. Él encontró ternura, bondad, inocencia, dulzura y no solo se trataba de que se sintiera atraído hacia Nicole, sino que su corazón había sido completamente cautivado por ella En el pasado, él pensó muchas veces estar enamorado, pero ahora, Patrick había descubierto que el amor era mucho más que lo que él había sentido en el pasado, más que sentirse cómodo junto a alguien o atraído físicamente, más que un buen sexo o simplemente compartir algunas afinidades. Pues lo que estaba sintiendo Patrick por Nicole, la calidez que crecía en su interior, eso no tenía punto de comparación, esto… Eso tenía que ser… Así se debía sentir el verdadero amor. ¿Su aspecto físico?, ¿eso que importaba?, pues en realidad él la veía hermosa… Tierna, dulce y preciosa. — No sería un caballero si no terminara de ayudarte con el favor que me pediste… — Susurró Patrick en el pie del oído de Nicole. — ¿Qué? Patrick le mordisqueo suavemente el lóbulo, Nicole largó el bolso que traía en las manos, exhalando todo su aliento y sintiendo como todo su cuerpo comenzaba a temblar. Él lo había estado imaginando, desde hacía tiempo lo había deseado y esperado, era inevitable, pues con cada día que pasaba, con cada beso actuado, con cada contacto y con cada mirada, fue creciendo el deseo. — Dijiste que necesitabas ayuda para quitarte eso, ¿no? Patrick la tomó con vigor por las caderas, haciéndola voltearse y volvió a bajar lentamente la cremallera del vestido, mientras sus dedos se deslizaban por toda la piel de Nicole, provocándole un estremecimiento. Él se recostó más a su cuerpo y Nicole pudo sentir el enorme paquete de Patrick pegado a su trasero y como se iba hinchando, Nicole exhaló abrumada. — Patrick… — Gimió Nicole pegada a la puerta, intentando girar el rostro para verlo. Él acercó su cara a la de ella. — No… No tienes que hacerlo… Esto… Yo te lo dije antes… Esto no forma parte del trato que hicimos… Patrick sonrió y volvió a apretar a Nicole por las caderas para girarla una vez más, atrayéndola de frente a él. — Aquí… Esta noche… No hay ningún trato… — Murmuró Patrick, mirándola a los ojos y rodeando la cintura de Nicole entre sus manos, apretándola a él. — Escucha esto… Olvídate de todo eso, olvídate de que soy un gigoló o de nuestra actuación, olvídate de todo… Nicole, yo te deseo, es la verdad… No tienes idea de cuanto deseo estar contigo… Y no me detendré, al menos que tú me digas que no quieres hacerlo, que no me deseas… Patrick esperó ansioso, quizás no sucediera, pero había la posibilidad de que Nicole lo rechazara, pues él presentía que en el fondo, ella seguía sintiendo algo por su exesposo, pues era por eso que él estaba allí, haciéndose pasar por un gigoló. Nicole tragó grueso, cerrando los ojos con fuerza por un instante, ella recordó el consejo de su amiga Brenda de aprovechar y estar con un hombre de verdad. Pero había tantas dudas, había tantas preguntas e inseguridades, no obstante, al mismo tiempo, Nicole estaba tan cansada… Estaba exhausta de siempre batallar contra sus sentimientos y de siempre tener miedo de lo que deseaba. Así que, por una vez, así sea por una sola y condenada vez, ella quería dejarse llevar. — Yo… No… — Balbuceó Nicole con las manos en el fuerte pecho de Patrick, sintiendo su cálida respiración sobre ella. — No puedo decir eso… Yo… Tú me… Tú me gustas, Patrick. Solo eso bastó, para que Patrick estampara sus labios sobre los de Nicole. ¿Era cierto?, ¿de verdad estaba sucedido?, Patrick, un hombre tan grande, musculoso, sensual y atractivo, la estaba besando y acariciando como nunca nadie lo había hecho. Y no solo eso, él le dijo que la deseaba. Un extraño calor comenzó a crecer en el vientre de Nicole, un calor que le recorría el cuerpo y que nunca antes había experimentado, Patrick la apretaba, la acercaba cada vez más, sus manos la tomaban con vigor por la cintura y el cuello de Nicole, atrayéndola. Sus labios la saboreaban al tiempo que su lengua la recorría hasta lo más profundo de su garganta, casi robándole la respiración. Nicole tenía miedo, pero aun así no podía soltar a Patrick, las manos de ella estaban aferradas al cuello de él, como grilletes, y aunque Nicole tenía miedo de las extrañas sensaciones que se estaban produciendo en el interior de su cuerpo, su instinto no le permitía separarse, sino que le pedía más. Las manos de Patrick comenzaron a moverse, contorneando el cuerpo de Nicole y lentamente fueron bajando el vestido que ya estaba suelto, la delicada tela cayó, dejando a Nicole solo en ropa interior y en lo que quedaba de la faja. Nicole recordó la terrible vergüenza que le esperaba, aunque por suerte Patrick la había atacado tan rápido al llegar a casa, que no le dio tiempo a Nicole ni de encender la luz, así que no se podía ver bien en la oscuridad, eso la aliviaba. Patrick fijó las manos en lo que quedaba de faja, preparado para arrancar los broches faltantes, cuando Nicole se separó del beso nerviosa, pues no era solo lo que pudiera ver, también era lo que pudiera tocar. — ¿Ocurre algo?, ¿quieres detenerte? — Murmuró Patrick al notar que Nicole bajaba la cara. — No… Es solo que yo… Creo que deberíamos ir a la habitación. — Comentó Nicole con timidez. ¿Qué si quería detenerse? ¡Ni que estuviera loca!, pero quizás, acostada en la cama, se le sentiría menos los bultitos de más.
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