Capítulo 7

1008 Words
Cuando Kevin salió de la enfermería Bárbara lo estaba esperando, con una gran sonrisa en su rostro. —¡Hola, niño enfermo! —dijo ella. —No estoy enfermo —respondió Kevin a regañadientes. —¡lo sé, lo sé! —bramó Bárbara jadeando, caminando detrás de Kevin —deberías darle un parado definitivamente a ese abusivo. —¡Para ti es muy fácil decirlo, las mujeres no viven ese tipo de problemas!, ¡esto es un mundo de chicos!, ¡entiéndelo! —¡No tienes porque gritar! —le reclamó ella parándose de inmediato, con los brazos cruzados. —Si, lo siento… de verdad lo siento, solo que últimamente. —¿Últimamente qué? —preguntó Bárbara. —Últimamente, no se lo que me está pasando. Las palabras salieron de Kevin, como si las estuviese liberando. Bárbara no se atrevió a decir nada, solo se quedó mirando a Kevin, como si entendiera cada una de las palabras. —¿Quieres ir por una merengada? —preguntó ella de repente. —Pero estamos en clases —respondió Kevin. Bárbara esbozó una sonrisa, Kevin al verla no tuvo opción que caminar junto a ella. —¿Y sabes como podemos salir? —dijo Kevin viendo la salida donde se encontraba el señor Tilson: un hombre de unos cincuenta años y doscientas libras de colesterol. Pero a la obesidad del señor Tilson, era casi imposible burlar el puesto de control. —Solo camina —dijo ella. —Kevin arrugó las cejas preguntándose, en que depararía la situación. —¡Hola! ¿Cómo este señor Tilson? —dijo Bárbara muy amable, adelantando un par e pasos a Kevin. El señor Tilson, se paró frente a la puerta, agarrando su cinturón, como si hubiese un arma imaginaría, pero en vez de eso, solo se estaba agarrando el cinturón. —¿Qué hacen fuera del salón de clases? —dijo él, examinando los ojos de ambos como si fuese un águila en plena cacería. Kevin se sentía algo nervioso, no sabía lo que Bárbara tenía preparado, no quería meterse en problemas, aunque sabía muy bien que su madre estaría orgullosa si lo hiciera. Bárbara sin embargo no parecía no estar para nada preocupada, de hecho, se encontraba sonriente delante de la autoridad en persona. —Solo vine a traerle esto ­—dijo sacando de su mochila lo que parecía su almuerzo. —¿Qué es? —preguntó el señor Tilson, sin tomar la bolsa, oliéndola por encima, como si su nivel de olfato estuviese por encima. —Estofado de carne de mi mamá —dijo ella sonriendo, con una cara angelical —mi madre se lo mandó. —¿A mí? —preguntó el portero, en el momento que estiró un poco su mano corta —¿no estarás comprándome para salir o hacer travesuras en los pasillos? —les dijo deteniendo la mano a milímetros de la bolsa de papel. —No, para nada ¿Cómo se le ocurre? Estamos patrullando los pasillos, nos dijeron que podíamos ayudarle. —¿Patrulleros? —preguntó el señor Tilson mirando a la nada —siempre he querido tener patrulleros, serían como mis empleados. —Si, estamos para servirle —dijo Bárbara, haciendo un saludo militar y luego le dio a Kevin con el codo. Kevin casi se cae haciendo el saludo. Parecía que una lagrima estaba a punto de salir de los ojos del señor Tilson. —Muy bien chicos, es momento de poner a esta escuela en disciplina ¡vamos a patrullar en toda la escuela! —dijo con mucha emoción. —¡Usted se ve que conoce bien el colegio! dijo Bárbara. —¡Claro! Llevo dieciocho años trabajando aquí —dijo con mucho orgullo alzando el pecho. —Siento que me perdería en este colegio ¿tu no Kevin? —dijo la chica dirigiéndose a Kevin? —Si, si claro. —Bueno, yo voy a dar una vuelta con uno de ustedes y otro se puede quedar aquí vigilando ¿les parece? —No creo que sea buena idea, porque no tenemos la agilidad ni la fuerza de usted, es mejor que nos quedemos los dos ¿lo le parece? El señor Tilson miraba hacía arriba en ese momento, parecía que estaba batallando en su cabeza, tomando la mejor decisión. —¡Esta bien! ¡quédense allí! —dijo él, dando pie a su patrullaje. —¿Qué haces? —le dijo Kevin a Bárbara, cuando estaba empezaba a bajar las escaleras para salir del instituto. —¿Qué crees tú? —dijo ella. —¡Debemos quedarnos a vigilar! —respondió Kevin. —Que lindo eres —argumentó ella, cerrando los ojos, con una bella sonrisa. Kevin no sabía que hacer, ya Bárbara caminaba por la calle; el señor Tilson tardaría en llegar. Kevin salió tras Bárbara con la intención de convencerla a volver. —¿Te decidiste? —dijo Bárbara con voz divertida. —Debemos volver —dijo Kevin sujetándole el brazo. —Vuelve tu si te place. —Bárbara se quitó el suéter que llevaba mostrando un tatuaje de flor en su hombro izquierdo. —¿Tus padres saben?... —¡No! Y no deberías mencionarlo. —¿No creo que lo haga? —dijo Kevin mirando aún hacía atrás con la esperanza de que Bárbara se detuviese en cualquier momento. —Vive la adrenalina —acotó Barbara viendo de reojo a Kevin que volteaba sin parar. —¿Ya lo has hecho antes? —¿Escaparme? Si un par de veces. —El señor Tilson nos va a descubrir. —Probablemente. —Estaremos en problemas. —Si estamos en problemas, seguramente el también lo estará, y digamos que estamos parejos, además el estofado de carne de mi mamá si esta bueno, vamos por la merengada ¿o seguirás viendo hacía atrás? —dijo ella, colocando su mano dentro de la mano de Kevin. A Kevin se le sobresaltó el corazón y se le secaron los labios, abrió sus ojos como platos y hubo una explosión dentro de él.
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