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1138 Words
Liam iba de camino al club Kingdom Paradise, donde se encontraba la sede principal de sus boutiques Sunset, pero era domingo y hoy no iba en plan de trabajo, solo iba a almorzar con sus amigos Jaison y Taylor, junto con sus respectivos novios (rodaba los ojos, seguirían inconscientemente restregándole su felicidad), quienes lo habían invitado. Alegaban que se ha estado comportando extraño los últimos meses. A Liam no le agradaba la idea de esta intervención, pero ya no encontraba excusas para evadirla. Lo cierto era que desde aquella extraña experiencia en el cuarto oscuro hace dos meses, de la cual ninguno de ellos tenía conocimiento, se había encendido en él una llamita de esperanza de encontrar el Dom hecho para él. Pero lamentable, o tal vez, afortunadamente, se volvió a extinguir después de haber intentado con tres imbéciles que decían llamarse dominantes y nuevamente lo decepcionaron. Miraba hacia la ventana lateral trasera de su lujoso auto con la mirada fija en ninguna parte, solo viendo cómo el sol veraniego de medio día brillaba en el exterior y traspasaba a duras penas el oscuro polarizado especial de su auto. No, no odiaba el sol, odiaba no poder tener la libertad que todos tenían de sentirlo libremente en su piel, salir sin tantas restricciones y precauciones a cualquier hora del día y en cualquier temporada. Él era un esclavo de las sombras, y era su secreto; nadie, aparte de sus padres y sirvientes de confianza, lo sabían. Por eso sus amigos no lo tomaban en cuenta a la hora de hacerle estas invitaciones a estas horas. —Señor Maxwell —la voz de su chofer y guardaespaldas lo sacó de su pensamiento y solo hasta ese momento notó que no estaban avanzando. —¿Qué sucede? ¿Por qué nos detuvimos? —No lo sé, señor. Al parecer, tenemos problemas con el auto. Lo siento, bajaré a echar un vistazo. —Jackson, ¿siquiera tienes idea de mecánica? —Algo. Espere en el auto, por favor. —Sí, como si pudiera bajar y exponerme al sol de esa manera —susurró para sí mismo—. Aunque quisiera —resopló mientras veía cómo Jackson rodeaba el auto y levantaba el capó, quitándole visibilidad por el parabrisas. Liam desvió la mirada hacia su teléfono, intentando enviar un mensaje a sus amigos, cuando una sombra oscureció su lado del auto. Levantó la cabeza y observó a un hombre en una monumental motocicleta Harley que se había detenido a su lado, obstruyendo por un momento, con su colosal cuerpo, la luz del sol. El tipo estacionó la motocicleta y, sin bajarse de ella, le habló a su chofer: —Hey, amigo, ¿necesitas ayuda con eso? —dijo con demasiada cordialidad para su aspecto. Estaba siendo prejuicioso, lo sabía. Liam no pudo evitar repararlo de pies a cabeza. Botas de combate y jeans desgastados cubrían a la perfección unas poderosas piernas que abrazaban a ese monstruo de dos ruedas que, por más fuerte que rugiera, estaba completamente sometido a su conductor. Subiendo la mirada un poco más, reparó en un abdomen plano, pecho fuerte y unos brazos musculosos perfectamente esculpidos, que se podían ver claramente a través de la camiseta básica negra sin mangas que usaba. Sí, típico del verano, al igual que la bronceada piel color caramelo del sujeto, a la que el sol parecía besar con adoración y que, como si no llamara lo suficiente la atención, tenía los brazos completamente decorados con tinta, hasta la parte superior de su cuello, donde se alojaba una atractiva manzana de Adán que daba paso a una barba de dos días que cubría un cincelado mentón. La boca se le hizo agua. Liam no sabía si deseaba ser como aquel hombre que disfrutaba del calor del sol y el viento sin problemas o si deseaba ser como su motocicleta que, aunque pretendía resistirse rebelde, se dejaba dominar de ese cuerpo… Sus manos hormigueaban por tocarlo y porque esas mismas manos, fuertes y entintadas, estrujaran su garganta hasta dejarla enrojecida… —¡Joder! —Cuando Liam fue consciente de sus pensamientos, se descubrió con una mano pegada a la ventana como si fuera un mendigo que desea un delicioso pastel a través de una vitrina. Entre sus estúpidos pensamientos se había perdido la interacción de los dos hombres, y antes de marcharse, el desconocido miró hacia la ventana oscura en la que Liam apoyaba inconscientemente su mano, la retiró como si le quemara y con el corazón desbocado se alejó del cristal, pero los ojos penetrantes del hombre se quedaron allí pegados por un momento y lo miraban fijamente, como si pudieran verlo. ¿Por qué no podía, cierto? *-*-*-*-* David vio cómo el hermoso BMW M8 Gran Coupé, que había divisado delante de él, se detuvo y parecía tener problemas. Era extraño que un automóvil de esa talla los tuviera, pero bueno, ningún auto es infalible y David lo sabía de sobra por su experiencia. Pero también, por su experiencia, sabía de sobra lo místicos y prejuiciosos que podían ser los ricos, sobre todo con hombres de aspecto rudo como el suyo. Así que decidió ser cauteloso y no se bajó de su motocicleta cuando ofreció su ayuda al hombre en apuros. _ Hey amigo, ¿necesitas ayuda con eso? _ El hombre, de unos aproximados cuarenta años con pinta de "Hombre de n***o" (lentes incluidos y todo) y físico fornido, lo miró de arriba abajo y negó con la cabeza. _ Mmm, no gracias. A mi jefe no le gustan los extraños, y menos que nadie toque su auto _Sí, claro, supongo_. No le extrañaba en lo absoluto. _Bien, entonces, suerte con eso David se despidió, pero antes de ponerse nuevamente en marcha, una extraña sensación lo hizo mirar hacia la ventanilla trasera lateral. Era como si algo dentro del auto lo llamara. No podía ver nada hacia el interior; el polarizado del cristal era más oscuro de lo reglamentario. El propietario debía tener un permiso especial para usarlo. Pero, aun así, le pareció ver una mano apoyada en el cristal antes de que se alejara rápidamente. ¿Quién estaba en el interior? Claramente era el jefe de quien el hombre hablaba. Miró fijamente por un momento, y algo en su interior le decía que estaba siendo observado. Así que sonrió y con un guiño hacia su propio reflejo se despidió y siguió su camino. Después de todo, ya estaba llegando tarde al encuentro con sus amigos, quienes habían insistido en que almorzara con ellos en su club y luego le darían un recorrido por el lugar que aún no conocía, a pesar de la insistencia de Taylor y Chris para que viniera. De haber sabido que encontraría lo que tanto había buscado en aquel lugar, lo habría hecho hace mucho tiempo.
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