Alana despertaba poco a poco, frotándose los ojos y encontrándose con Frank aun plácidamente dormido, su pecho subía y bajaba tranquilamente. Pudo observarlo con detenimiento, mirando sus pequeños e invisibles lunares para alguien que no lo admira con detenimiento. Las canas de su cabello brillaban con algunos rayos del sol que entraban por la ventana, lo negaría más tarde, pero Frank realmente le gustaba. — Deja de mirarme - dijo con aún con los ojos cerrados. — Es tierno - sonrió Alana. — Es aterrador - dijo Frank abriendo los ojos para mirarla. — Hola - le sonrió. — Buenos días Lana - acaricio su mejilla y la acercó para darle un casto beso, sonrió al ver las marcas en su cuello y pecho - Creo que me sobrepase con las marcas. — Querías dejar en claro que era tuya - suspiro Alana -