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— ¡Carajo! Duele - se quejó la rubia.
— Da gracias que no llegó más profundo como la última vez - dijo el moreno poniendo el último punto a la herida - Ya está.
— Gracias guapo - sonrió la rubia, acariciando la mejilla de su compañero.
— Vamos hay que ver cómo están los demás – dijo y se apartó un poco.
— Oh vamos Natán - lo tomó de la mano - Porque te cotizas ahora, estamos solos – le susurro acercando su rostro.
Natán acarició la cadera de la rubia, por más qué quisiera resistir la tentación, seguía pensando en la herida qué la chica tiene.
— No, no lo están - dijo Steve llegando con José.
— No les daré mi habitación, antes vamos a contar lo que tenemos – dijo José mirándolos.
— De hecho, no - dijo Alana levantándose - Steve y yo las contaremos, tenemos un trato en unas horas así que ustedes vayan al Tequila hagan fiesta ahí y nosotros llegamos en la mejor hora – le mando un beso al moreno qué solo negó con la cabeza, seguía molesto por lo qué pasó esa tarde.
— ¿Fiesta en el Tequila? – preguntó José con una gran sonrisa.
— Así es idiota - sonrió la rubia - Nosotros nos encargaremos de esto, diviértanse se lo merecen, hicieron un buen trabajo hoy en la joyería.
Natán se acercó a la rubia, la tomó de la cintura y la acercó a él, la rubia miró a su chico con una sonrisa. En verdad iba a extrañarlo.
— Parece que me quieres lejos de ti nena.
— Eso no guapo, esta noche sí que no te libras de mí – le dio un fugaz beso en los labios.
Natán le sonrió, se acercó y le susurro al oído lo que le haría cuando llegara al Tequila. El sonrojo en las mejillas de la rubia se hicieron presentes.
— Ya sabes - sonrió Natán tomando su gorra.
— Joder ahora quiero cancelar todo – dijo Alana riendo mirando como su chico se iba junto al mexicano.
Alana entró a la habitación donde estaban las joyas que había robado ese día en la joyería del centro.
— ¿Cuánto tenemos? – preguntó al ver a Steve con los diamantes.
— Más de lo que quieren - dijo Steve - ¿Ya está confirmado todo? – la miro.
— Si - suspiro - Estuve a nada de pegarle un tiro al Sargento hoy – se sentó en el sofá que estaba cerca y lo miró con una sonrisa divertida.
— Pero no lo hiciste - Steve guardo los diamantes con una sonrisa burlona - Porque es tu amor platónico – soltó una risa.
— Mira cabron no te volveré a contar mis sueños jamás - dijo Alana echando la cabeza para atrás.
— Oh vamos Lana, soñaste que tú y el viejo hacían el Kamasutra completo – volvió a reír – Eso no se sueña con cualquiera.
— En mi vida te vuelvo a contar mis sueños – Alana se levantó y tomo los diamantes - Anda a cambiarnos de ropa que tenemos una reunión.
Steve solo vio como su mejor amiga y hermana se iba fingiendo estar indignada.
{…}
Al haberse cambiado de ropa por sus trajes de color n***o, tomaron los diamantes los subieron a su auto y condujeron hasta el restaurante apartado de todo el mundo y exclusivo para personas con influencias. Ese restaurante era de ellos.
— Ya sabes Steve, si algo sale mal, dispara a matar yo avisaré a los chicos – dijo Alana deteniendo el auto.
— Entendido - suspiro Steve, mirando como ambos hombres ya estaban en el restaurante – Vamos – miro a su amiga, los dos asintieron y se sonrieron.
— Vamos pues.
Steve y Alana bajaron del auto, entraron al restaurante donde estaban los dos hombres con los que se verían. Steve se sentó primero, Alana se desabrochó el saco y se sentó frente a los dos hombres.
— ¿Lo tienen? - dijo Alana mirándolos mientras sacaba un cigarro de su saco.
— Así es - dijo el hombre - ¿Ustedes lo tienen?
— Claro que sí - Alana puso el portafolio sobre la mesa y cuando el hombre estaba por tomar lo detuvo - Alto hay gatito ¿dónde está lo que prometieron?
— Sácalo - indicó el hombre a su acompañante, este sacó un sobre y se lo dio.
— Ábrelo y dime que todo está en orden – dijo Alana sin apartar la vista del hombre frente a él.
Aún les parecía extraño qué una mujer fuera quien dirigiera la organización más peligrosa de la ciudad, pero saben de lo qué es capaz.
— Ahora lo veré. - Steve sacó la memoria que estaba en el sobre y la conectó a su móvil, los datos comenzaron a ser procesados, la información comenzó a salir Steve la revisó rápido y atento - Está todo.
— Perfecto - Alan abrió el portafolio y se los mostró - Tres millones en diamantes - les sonrió - Disfrútenlo chicos, un gusto hacer negocios - se levantó.
— Lo mismo digo... Alana.
Alana se detuvo miró a Steve, los dos asintieron, nadie les dijo sus nombres. Sacaron sus armas y de inmediato les dispararon a la cabeza, un tiro limpio en la cabeza a ambos hombres que no pudieron responder tan rápido, fueron segundos cuando todo el escuadrón llegó al lugar.
Alana mandó el mensaje de emergencia a sus compañeros por si algún día pasaba eso. Sabía qué eso ocurría ese día, habían estado al borde en todo el momento y habían caído ahora.
— ¡Arriba las manos! - grito una vez muy familiar - ¡Al piso pedazos de mierda!
Ponerse a disparar al estar rodeados era algo muy estúpido, soltaron las armas levantaron sus manos y se tiraron al piso. Dos oficiales llegaron y los esposaron. Alana no evitó darle una sonrisa a Carrik cuando pasó por su lado, los metieron a una patrulla y se los llevaron.
Al llegar a comisaría a cada uno lo dejaron en una sala de interrogación diferente. Alana miraba las cámaras mientras que Steve se ponía cómodo en la silla estirando sus pies en la mesa. Están preparados para eso.
— ¡Alana! ¡Alana!
— Pero miren quien es, mi Daddy - sonrió divertida fijando su vista en el Sargento recorriendo su mirada en cómo se veía en ese traje que detallaba muy bien su cuerpo, aunque el chaleco de la Policía tapada la vista de todo su cuerpo. Podían ser enemigos natos, pero Alana sabía qué el Sargento era un maduro bastante sexy al que se comería sin dudarlo dos veces.
— ¿Cómo carajo me llamaste? - dijo Carrik sacando la porra.
— Oh vamos hombre si lo vas a hacer esta vez que sea con tus puños no con la porra, sabes qué no soy una mujer frágil, cariño - lo reto Alana mirándolo con una sonrisita juguetona – Me pone cuando sacas la porra Carrik.
— No estamos aquí para eso - soltó un archivo frente a ella y guardó la porra - Tienes un gran historial que te llevará a perpetua o dependiendo el humor del juez puede ser silla eléctrica o fusilamiento - lo dijo muy cerca de su rostro.
— Joder, a ti se te pone tiesa con esas cosas ¿verdad? Que turbio - dijo Alana - Soy más del porno pero bueno no juzgo cada quien con sus gustos.
Los oficiales que estaban ahí se aguantaron la risa pero cuando Carrik los miró regresaron a su compostura.
— ¿Quieres jugar, Alana? Porque a mí me encanta jugar – susurro a su oído amenazando – Es tu final Alana.
— Lo sé - le sonrió - ¿Crees que no sabía que asesine a dos polis? – Carrik la miro intrigado - Por favor, eran maderos esos idiotas. Nadie pide 3 millones por secretos del estado, el último me pidió más de 6 cifras tanto en diamante como en droga. Estaba preparada para esto – suspira y le sonrió en grande - Y mira que bien he podido llamar a mi abogado y no decirte nada, pero estoy cooperando contigo porque ya tenemos historia Carrik.
— Así que si sabias que eran maderos - abrió el archivo y le mostro sus fotos - Los comisarios Robert y Rollins, a esos te cargaste, ojalá lleves el peso en tus hombres porque ellos tenían familia.
— Lo sé – tomo la foto de uno de ellos - Robert tenía una hija de 6 años que estará bien cuidada y si por mi lo es ira a las mejores universidades en cambio Rollins – dejo la fotografía y tomo la otra - No tenía familia solo tenía un gato y ese de echo se lo quedara la hija de Robert - volvió a sonreír cuando el Sargento se quedó sin palabras - ¿Crees que no lo sabía? Era una misión suicida, claro que la familia recibe cierto p**o por esto, pero quien acredita el futuro de la niña ¿ustedes? Claro que no. Solo se limpian las manos al darle una bandera doblada y que se hagan cargo como puedan. Me encargue de que sus familias estuvieran a salvo porque yo mismo los iba a matar - soltó una risita - Ahora dime ¿que pasara? – lo miro.
— Tienes muchos cargos por homicidio, tráfico de armas, droga, animales exóticos y muchos más - suspiro el Sargento - Te darán cadena perpetua o - se quedó hasta sin aliento, Alana era la primera que lo dejaba así y lo sorprendió bastante - Tus amigos caerán Alana.
— Si los encuentra, claro está – sonrió de lado - ¿Sabes que cuando cortas la cabeza el cuerpo sigue con vida unos minutos? Se mueve y toda la cosa, es muy turbio - estiro sus pies debajo de la mesa - Si, cortaste la cabeza ya nos tienes, pero no los tienes a ellos. Quien sabe, puede crecer una cabeza más - suspiro – Sabes cuánto adoro nuestras conversaciones, pero creo que debo hablar con mi abogado.
{…}
— Alana Byron y Steve Miller – se pusieron de pie – Son sentenciados a 50 años por tráfico y 85 años por los homicidios de los comisarios. La corte termina el juicio – la jueza se levantó para retirarse.
Alana y Steve comenzaron a ser esposados para sacarlos del tribunal.
— ¡Hey, Carrik! – dijo Alana antes de salir, el Sargento se acercó – Te echaré de menos guapo, aunque ya sabes donde estaré y para ti estaré libre – le guiño.
— Saca a esta basura de aquí – ordeno el Sargento.
"Alana Byron y Steve Miller acaban de ser condenados a 70 años máximo 83 años de prisión"
Esa fue la noticia que recorrió Los Ángeles, los grandes mafiosos estaban tras las rejas.
{…}
Un par de meses más tarde...
— José, tú puedes traer a tu gente de México, tienes poder en esta mafia como todos y Natán también - dijo Alana por el teléfono mientras miraba a sus compañeros tras un cristal.
— Esta bien, Lana - dijo José - ¿Necesitan algo? Puedo hacer llamadas para que estén cómodos.
— Aún no puedo creer qué te dejarán en una cárcel con hombres – dijo Natán. – Deberías cumplir sentencia con mujeres.
— Tranquilo – dijo Alana. – Saben quien soy, nadie se atrevería a ponerme un dedo encima y si lo hacen matare a todos aquí dentro.
— No me quedo tranquilo – dijo Natán.
— Chicos mi tiempo se terminó – suspiro con una sonrisa - Me dio gusto verlos de nuevo, ustedes siguen protegidos, pero no por eso andarán haciendo estupideces por ahí. La SL nos respalda de hecho hace unos días vino Dean y hablamos, si se llegara a poner más fuerte el asunto, la SL y nosotros se convertirá en una sola. Freddy vendrá en unos días y hablare con él, pero mientras tanto cuídense.
— Lo haremos preciosa - sonrió José - Salúdeme al otro idiota.
— Lo hare – los dos rieron y José se retiró dejando solo a Natán y ella. - ¿Estás bien? – pregunto mirándolo.
— Eso debo decírtelo yo a ti tonta – sonrió el moreno.
— Bueno a decir verdad estoy desilusionado - suspiro - Me quede con ganas de lo que me harías en el Tequila – le sonrió coqueta provocándole una sonrisa a Natán al recordar lo que le dijo ese día.
— Yo también - sonrió Natán mirándola.
— Natán, se que esto será duro pero, yo quiero que seas feliz, no te condenare a que estés atado a mí en una relación tras las rejas – suspiro mirándolo - Te mereces ser feliz eres alguien grandioso - le sonrió - Tú y José ahora son la cabeza de la mafia, la dejo en buenas manos lo sé.
— No me pidas eso, yo te amo a ti nena.
— No es que quieras, te ordeno que seas feliz con alguien más y no conmigo, estar atado a mí será el infierno y ya me traje a Steve conmigo no puedo hacérselo a nadie más que amo. Solo prométeme que serás feliz. Natán, hazlo por mí, se feliz.
— Lo hare – dijo resignado.
— No lo prometiste – sonrió Alana.
— No lo prometeré, solo lo haré - le sonrió - Te amo Lana y siempre te amare.
— Yo te amo Natán y siempre será así, - le sonrió. Se levanto y fue con el guardia quién la esposo, dio una última mirada al moreno se fue.