Corro escaleras arriba aferrándome con fuerza a la nota que dejó Williams, pero antes de llegar con Alessander, un estridente ruido de algo pesado golpeando la pared de una de las habitaciones hace que me paralice, con la piel erizada del espanto.
Todos los terrores y aquellas pesadillas que me persiguieron noche tras noche desde el ataque vuelven a mí como una ola gélida de realidad. Y el silencio que sigue a aquel sonido me carcome aún peor. Con el escaso coraje que tengo, camino en silencio y con prisa hasta la puerta entornada de la habitación de la que sentí el impacto, y la abro de sopetón.
Dentro están Alessander y mi tío James, quien se ve más cansado que de esta mañana, y mi novio se pasa la mano por su cabello, tirando de él con exasperación.
—Williams escapó —escupe con fastidio, y le tiendo la carta que encontré para que la lea.
—Es lo que le estaba por decir, que en la nota aclaraba que volveríamos a verle —James suelta todo el aire, sentándose en una vieja y empolvada silla de madera, que rechina al recibir su peso—. Deberíamos confiar en él al menos esta vez, ya nos aseguramos sobre su historial. Es de los nuestros.
—¿A quién se refería con “ella”? —pregunto confundida, sin entender del todo la referencia que dejó sobre Jordan y la supuesta oportunidad para ayudarnos.
—Se refiere a Sarah Fincher, Benedetto la envió junto a otro grupo para que controlara una reunión entre Errantis y la líder de Prometidos —informa mi tío, sacando su celular y marcando un número para llamar.
—Ahora sólo nos queda llevarte a la casa de Cromwell —el ojiverde le pasa la nota a mi tío, quien asiente en su dirección y camina a la salida de la habitación, mientras escucho que del otro lado de la línea de llamada aún no contestan—. Se estuvo quejando de que tenías el celular apagado y no contestabas.
—No esperaba que hubiera noticias de nada aún, estos días todo el mundo estuvo muy callado —intenta llamar de nuevo, y por el rabillo del ojo veo que en la pantalla figura el nombre de Williams.
—Tienes razón —suspira con frustración y reparo en sus hombros notoriamente tensionados—, demasiado silencio.
James cierra la puerta de la cabaña con llave y apoya un instante su mano sobre la puerta. En su cara observo el daño que toda esta situación le hizo, no obstante, creo que la culpa que carga de todos estos años sin haber vuelto por mi tía, lo carcomen peor.
El viaje de vuelta a Cashmere parece más corto, aunque puede que sea por la velocidad en la que maneja mi tío, a quien intentamos seguir por la ruta 2 hacia el sudeste. El paisaje se convierte en una verdosa nube verde en cuanto entrecierro los ojos dormitándome, y pretendiendo que al volver todo seguirá tranquilo como ayer. O al menos que el verdadero entorno caótico que me rodea no me afecte tanto de nuevo.
Sin darme cuenta, ya veo el río Wenatchee por mi ventanilla, con el agua agitándose en varias y cortas olas, formando pequeños remolinos cerca de la orilla. Alessander disminuye de a poco la velocidad ya ingresando al pueblo. Al ingresar a la Aplets Way distingo el coche gris de mi tío que va varias cuadras por delante, pero lo perdemos de vista cuando dobla en la River St, la calle en donde vive María Cromwell.
Al aparcar ya desde el jardín logro oír el alboroto que hay dentro de la vieja casa, la puerta de entrada nos espera entornada, y me achico en mi lugar, petrificada, con mil pensamientos cruzando mi mente.
—Tranquila, pequeña Dhampir —el apodo me relaja un poco, lo justo para aceptar que me abrace y descansar mi cabeza en su pecho, cerrando mis ojos al inundarme de esa sensación tan exquisita que me otorga estar tan cerca de él—, todo va a estar bien. Ya verás que esto no durará para siempre. Es sólo un episodio que tendrá fin dentro de poco, junto con los problemas.
—Lo de “dentro de poco” no te lo crees ni tú —siento su risa retumbar en su pecho, y besa mi coronilla con una sonrisa en los labios—. ¿Nosotros sí duraremos para siempre?
No pude evitar que esas palabras se escaparan de mi boca, al igual que el dolor agudo que atraviesa mi corazón, justo al medio, cuando el silencio nos envuelve, como una dosis intoxicante de realidad.
Me aparto de él con las lágrimas amenazando con salir a mares, y corro dentro de la casa, viendo que todos están tan inquietos como se escuchaban desde afuera. Si antes la señora Cromwell se veía estresada, ahora, parece que le dará un ataque de nervios y colapsará en cualquier momento. La única tranquila en la habitación es Margot Insaurralde, algo que no se me hace extraño viniendo de la líder del aquelarre Aeternum. Sus vivaces ojos se mantienen calmos, y su rostro no refleja ninguna expresión, más que la típica paz que siempre la rodea.
—No deben preocuparse de más con esas tonteras —interrumpe ella, levantándose del sillón floreado y acomodando su saco—. Si él afirmó que volveremos a verle, así será. Tuvo un motivo mucho más importante que él mismo, así como nosotros estamos luchando por una causa mucho más grande que cada uno de nosotros aquí presentes —los Danvers asienten a su discurso, y María sólo le sonríe con exasperación, encaminándose a la cocina—. Nadie debe olvidar el porqué de su propia lucha, de su propio camino, y mucho menos de su propósito aquí en la Tierra —su potente mirada se clava en mis ojos, con un peso mayor del que aparenta.
El mensaje no hace falta ni ser pronunciado, me llega fuerte y claro, y me aterra aún peor. Sigo odiando esto, la maldita profecía, la maldita vida que nunca pedí, ni quise. Las tragedias y la angustia cargada en este último mes no lo logro superar, no es fácil vivir con el miedo de que un ser amado muera por culpa de la mera existencia de uno mismo.
—Entonces, sobre lo que debían contarnos con James presente —interrumpe Alessander, aclarándose la garganta y apoyándose en la pared de brazos cruzados, lejos de mí—. ¿Qué es tan importante?
—El hecho de que tenemos una nueva misión, en la que se deberán hacer cargo y seguir las instrucciones al pie de la letra —la voz retumbante de María me sobresalta, viendo que ingresa cargando una botella de vidrio con algo que podría decir que es whisky, y un mapa de Nevada, que despliega sobre la mesita ratona en medio del salón—. Bien, la reunión se realizará aquí —marca con un dedo en donde figura un pueblo llamado Carvers, en el condado de Nye—. La mayoría de las veces suelen usar este tipo de ubicaciones no muy transitadas, justamente para cubrir sus operaciones y pactos de alianzas. Tenemos la suerte de tener esta información, es muy difícil que se filtre.
—Y más si asiste Jaqueline Blas —mofa Margot con burla, y levanto una ceja sin comprender la importancia de esta vampira—. Es la nueva aventura de Marco Benedetto, o quizá deba decirlo al revés, ella siempre intenta escalar en poder usando su “encanto” —aclara haciendo comillas en el aire, y una risa se nos escapa a Alessander y a mí, recibiendo por ello otra mirada acusadora de la dueña de la casa—. Al parecer irá como representante del clan Prometidos para un supuesto acuerdo de paz con Protectores, aunque con la información que manejan es interesante que igualmente asista cuando dos altos miembros de Purificati Hæreditatem también estarán allí.
—Deberán tener un cuidado excesivo, siempre llevan seguridad, pero con todo esto, lo más seguro es que la dupliquen, como mínimo y…
—¿Como mínimo? —mi voz sale un poco ronca por el nudo que crece en mi garganta.
‹‹Podría ser una misión s*****a››.
—Sí, pero nada que no podamos manejar —intenta calmarme mi tío, y Cromwell blanquea los ojos sirviéndose una buena cantidad de whisky en un vaso ya usado que no vi antes—. Podremos evadirlos porque tenemos la ventaja de que no esperan que vayamos. Ni siquiera se deben imaginar que hay un traidor en sus filas.
—Hablando de eso —recuerdo el incidente que desató la emboscada de Prometidos, y el capricho de Benedetto y Jaqueline de secuestrarme—. ¿Qué pasó con el infiltrado en las filas dentro de la Alianza?
Todos intercambian una mirada algo apenada, y mi estrés se dispara por las nubes.
—Ya, enserio. ¿Alguien que me quiera contestar?
—Elleonor, no es tan simple… —comienza mi tío, y lo interrumpo con un ademán de mano.
Hace unas semanas que ese pensamiento me volvió a retumbar en la cabeza, era una incógnita que no pude cerrar en su momento, cuando aún estaba al tanto de las cosas que pasaban y de la información que ambas señoras obtenían. Pero esa inquietud vuelve, y ahora viendo que todos aquí me evaden la pregunta, se acentúa en una preocupación de saber quién y porqué lo hizo.
—Fue tu padre el que filtró la información —finaliza Margot, encogiéndose de hombros—. Al parecer, eso era algo que le convenía y que debía ayudar a un propósito mayor, pero fracasó, como casi todo lo que hace ese sujeto. Desde el principio que no fue un buen plan, tenía millones de huecos y de posibilidades de que saliera al revés; tal y como resultó.
Volteo para ver a mi tío, quien evade de nuevo mi mirada, hago lo mismo con Alessander esperando que no me haya ocultado tal cosa, pero me arrepiento en el momento en que me percato de que no es así, él evade también mi mirada, con una expresión de culpa demasiado notoria en su rostro.
Y así, otra vez, mi corazón se parte.
—Bien, prepárense todos —María termina de un sorbo medio vaso de whisky, apretando sus arrugados labios antes de suspirar pesadamente y continuar—. Partimos mañana a primera hora.