Luego de unos diez minutos llego a mi casa, por suerte mi madre no está, ya que a estas horas seguramente ya debe de estar en el hospital atendiendo a niños. Mi tío está parado en medio de la sala, con una carpeta llena de papeles arriba de un sillón mientras hojea otra más delgada.
—Buenos días, tío James —lo saludo al llegar junto a él para ver qué es lo que tanto rebusca, y se sobresalta un poco.
—Hola, Elleonor. No te oí llegar —de esa carpeta saca una carpetilla de un amarillo opaco, y deja el resto sobre la pila del sillón—. Aquí estás —murmura con ojos atentos al abrirla y ver las cinco hojas sueltas que contiene.
—¿Qué es? —curioseo tratando de leer lo que dice desde lejos.
—Es un informe hecho por tu padre y por mí hace muchos años —comienza a explicar, yendo hacia la cocina en donde ya hay una jarra con café aún humeante hasta menos de la mitad, y por lo visto, estuvo tomando demasiada cafeína—. Fue en Ohio, algunos años antes de que tú nacieras, cuando mi padre aún vivía y era el líder de Errantis. Fue por una misión que nos tocó para recaudar datos sobre los guardias que suelen custodiar a Jaqueline Blas en sus reuniones, en aquel entonces también era difícil conseguir las ubicaciones exactas, generalmente hacían correr rumores con ubicaciones erróneas para despistar a los metiches —toma otra taza y me sirve, volviendo a servirse él también.
—¿Y qué información lograron conseguir?
—Llevaban alrededor de unos cinco o seis guardias bien entrenados con ellos, con órdenes estrictas de protegerla ante cualquier altercado o peligro por más mínimo que aparente ser.
—¿Entonces deberemos cuidarnos de unos seis guardias, como mucho? —tomo un sorbo de café y siento que mi cuerpo de a poco se comienza a espabilarse luego del shock de cuando desperté hace casi dos horas, al igual que mi mente, y todas las emociones de ayer regresan de a poco.
—No, definitivamente no —el aire despreocupado con lo que lo dice me tranquiliza, es mejor si son menos—. Seguramente serán más del doble.
—¿Qué…? —la taza casi se me resbala de las manos, logrando sostenerla y dejarla en la mesa antes de que se rompa.
—En estos tiempos, nadie está seguro realmente. Es obvio que ella querrá protección extra y, ¿qué mejor que duplicar sus guardias? —se encoje de hombros dando el último trago a su café y dirigiéndose a la salida, lo cual lo sigo aún intranquila— A los que cubren ese rango los entrenan casi desde niños, así como Alessander y Christopher fueron entrenados para cumplir un propósito exacto, ellos también.
Subimos a la camioneta que ayer consiguió en la tarde a último momento, y en silencio arranca el coche. Volver a pensar en mi novio me duele y entristece, no comprendo su silencio, al igual que no termino de procesar que mi propio padre me haya expuesto de esta forma, logrando casi matar a mi tía, a Mariana Di Lorenzo, y logrando aquel desastroso destino con Julia Cooper…
—Deberías darle la oportunidad de explicarse —suelta James a una cuadra de llegar a la casa de la señora Cromwell, en donde quedamos que a las nueve de la mañana nos reuniríamos todos allí.
—No puedo… —balbuceo volteando a ver por la ventana, para ocultar las lágrimas que quieren salir.
—Sí puedes, eres muy fuerte, querida sobrina. Incluso puedo decir, que eres toda una Li Greci —una vaga sonrisa llega a mis labios, recordando las tantas veces que en mi infancia quise portar el apellido de mi padre, y ahora, sólo lo odio cada vez más—. Piénsalo desde su lugar, él intentó protegerte de este odio que tienes —lo observo sin comprender cuando aparca y apaga el coche, descansando sus manos en sus rodillas—. ¿Crees que no me di cuenta el rechazo que le tienes a tu padre? Tienes las mismas arrugas en los bordes de los ojos, las mismas que tiene él y que tenía nuestro difunto padre, tu abuelo —deja salir un suspiro cargado de nostalgia, y me pregunto internamente cómo habrá sido su relación con su padre—. Él también intenta protegerte a su manera, aunque tome decisiones equivocadas. Mi hermano cree con fervor que cumplir los designios del Ángel te harán crecer y encontrar tu propio y grandioso lugar en este mundo tan destruido por el odio. Lo que él menos quiere es que sufras, pero como mencionó Margot ayer, él es propenso a tomar malas decisiones. Y no por no pensar las cosas, sino porque tiene esa ceguera insufrible sobre lo que el Ángel promete.
—Y tú no crees todo eso —afirmo con un susurro.
—No todo, sí creo que vendrán tiempos mejores, pero tampoco es justo controlar la vida de ciertas personas con tal de que sean los reyes y reinas de la nueva Era de Paz —un silencio cómo cae sobre nosotros, y por primera vez logro ver un vestigio de la verdadera relación de los hermanos Li Greci, y lo que él piensa de mi padre—. Es por eso por lo que deberías hablar con tu novio, darle la oportunidad de explicarse y de arreglar la mala decisión que tomó respecto a ocultarte esa información.
—Tú tampoco me dijiste nada —rio entre dientes, pero mucho más calmada que antes.
—No era el momento, ni era el indicado para mencionártelo, sobrina —voltea hacia mí y en sus ojos veo honestidad y paz, y sé que es buena persona—. Es mi hermano después de todo, y al no haberte dicho, pudimos tener la oportunidad de esta charla.
—Es cierto —nos sonreímos, y de lejos escuchamos que abren la puerta de la casa.
—Es hora de entrar, hay que partir y llegar con tiempo extra para acomodarnos.
Baja y lo sigo, viendo que en la puerta está Alessander con ojos inyectados en tristeza. Le doy una pequeña sonrisa y un as de alegría y esperanza cruza su rostro llegando a sus verdes ojos. Entramos sin decir nada, no es momento de hablar y sé que aún no estoy totalmente lista para hacerlo.
Dentro de la sala, están todos ya vestidos para la ocasión, con ropas negras y abrigadas, y calzado cómodo para correr y desplazarnos con agilidad dentro del denso bosque si algo llega a salir mal. Hay tres bolsos llenos y pesados sobre la mesita ratona, y el señor Danvers sostiene el mapa que nos llevará a aquel pueblo desierto.
—Bien, ya estamos todos —anuncia María con una energía recargada y actitud más jovial.
‹‹Al parecer hacer misiones la emociona. Qué ganas de tener un poco de su buen ánimo››.
—Es hora de irnos, recuerden que si algo sale mal estará el plan B, y que antes de llegar a la ubicación exacta deberemos parar por un viejo motel que hay sobre la carretera principal de la zona. Allí terminaremos de armar lo que falta y de alistarnos para la operación. ¿Todos entendieron?
—Sí, Marie —sonríe Margot palmeando el hombro de la mujer—, debes tranquilizarte más. Todos sabemos qué papel cubrir.
—Bien, cada uno a su lugar. ¡Fuera todos! —María agita las manos en el aire, y todos van saliendo hacia la camioneta que mi tío consiguió.
—Ellie, espera… —Alessander me toma del brazo, y volteo a verlo.
—¿Sí? —no es momento para hablar de nosotros, y sé que él lo sabe.
—Debemos llevar mi coche también como plan B, ¿quieres ir conmigo?
Por unos instantes veo con atención sus ojos, y tras un asentimiento de cabeza me volteo y en silencio subo a su coche. Será un camino largo, pero espero que resulte todo bien. Todo bien...