Capítulo 3. ¿Qué crees que estás haciendo?
De pronto escucho el sonido de un teléfono, el tono es similar al mío, había pensado que lo deje en el salón de apuestas, pero al oírlo busque en mi bolso, sin embrago no era el mío.
Lo veo responder la llamada, pensé gritar pidiendo ayuda, pero luego recapacite, ¿Qué tal si eran sus cómplices?, ¿podría luchar contra ese hombre, pero creo que no podría si fueran muchos más? Metí la mano en mi bolso y senti los billetes que tomé de la mesa cuando hui, si es necesario tendré que pagar por mi libertad.
-- No me interesa si no puede. Ella dijo que estaría ahí y es ahí donde necesito que este mañana – corta la llamada luego de lanzar el teléfono al asiento del lado, al parecer este hombre no esta tan feliz que digamos, este chofer realmente la está pasando mal, y yo que pensaba que era la única con mala suerte,
-- Señor será mejor que lleguemos a un acuerdo – susurro mordiendo mis labios,
-- Diga cuanto le debo y déjeme por acá, le juró que le pagaré lo que sea – insistí, ahora me arrepiento de no haber prestado atención a la conversación entre este chofer y los apostadores,
-- No tendrías suficiente dinero – me dice y puedo oír su risa, abro los ojos tan grande al oírlo. No tengo idea de lo que habla, puedo entregarle el dinero que robe y estaría libre, ¿a qué se refiere con que no tendría el dinero suficiente?, ¿Qué fue lo que le dijeron esos idiotas? Y ¿Cuánto les dio ese tipo para que se fueran?
¿Acaso me han vendido o algo parecido y me acabo de enterar?
-- ¿Señor por favor dígame qué está pasando? – le pregunto preocupada, no veo nada afuera, ni siquiera una maldita luz, pero siento que disminuye la velocidad. Pongo mi mano en el manubrio porque pienso correr apenas este auto se detenga, una cosa es estar drogada y tirarme a este bombón y otra es tener que acostarme con saber dios cuantos tipos más.
-- Tiene seguro interior. No podrás ir a ninguna parte hasta que no pagues lo que me debes señorita – me dice y me quedo pestañeando por unos segundos, ahora pienso que este tipo tiene ojos en la espalda, de pronto puedo distinguir una luz a lo lejos, los efectos de la droga han comenzado a afectar mi mente, al haberla bebido los efectos no han sido tan efectivos como si la hubiera aspirado, además no estaba mezclada con alcohol y eso me ayuda a que sea un poco más lento el proceso, pero sé que en algún momento la bomba explotará y mi corazón no resistirá más, el bombeo de la sangre lo siento en el cerebro…
Observo al chofer y no logró enfocar su imagen, recuerdo que la corbata estaba a punto de caer, me preguntó si podre aprovecharme de él como necesito, en el orfanato era la experta en artes marciales, lograba hacerles llave a todos los chicos e incluso terminaba atándolos cuando se portaban mal, él es demasiado alto y fuerte pero ahora se trata de mí, esto es cosa de vida o muerte.
-- Ya vamos a llegar, te quedaras hasta mañana porque voy a necesitar que te hagas pasar por alguien… mañana lo sabrás. Luego de eso podrás hacer lo que quieras, considera tu deuda saldada – lo escuché balbucear algo sobre mañana, pero no logré comprender bien lo que dijo, mi cuerpo no resiste más y no me importa esperar hasta mañana, porque podría estar muerta. Siento que la velocidad del auto se hace más lenta y sé que debo actuar pronto, tengo las pupilas completamente dilatadas y no llego a ver nada, olvide ponerme mis lentes para verme más sexy y ahora eso no me ayuda, parpadeo intentando mantener el control, muerdo mis labios y puedo sentir el sabor de metal en mi garganta, es demasiado el hormigueo que siento en mi interior, el fuego quema mi cuerpo y mi corazón late acelerado, tanto que explotará dentro de mí.
Debo tener un desfogue de excitación pronto o moriré de un paro cardíaco, por fin el auto se detiene. El chofer baja, abre mi puerta y cuando me lanzo sobre él, caigo al suelo de cara,
-- ¿Qué le pasa? – lo escucho rugir, y cierro mis ojos, es ahora o nunca. Estoy intentando que me ayude, y me lleve a su habitación, es mi última oportunidad para salvarme, me quedo inmóvil, no muevo mi cuerpo, aunque me cueste conseguirlo.
-- ¡Carajo! – lo escuchó maldecir, pero siento como me levanta en sus brazos, esta vez, no me siento un saco de papas, puedo sentir su corbata moverse sobre mis manos cuando siento como abre una puerta, ahora sube unas escaleras, abro un poco los ojos y todo está oscuro, este hombre se cree el dueño de la casa cuando su jefe no está, abre una puerta y debe ser una habitación, camina algunos pasos y siento que me coloca sobre la cama cuando ya tenía la corbata en mis manos, y algo que tengo y que todos admiran son mis delgadas y muy desapercibidas manos, así que tiro de ella.
--¿Qué carajo? – lo escucho,
De pequeña acostumbraba a hacer trucos de magia y sacaba cosas de los bolsillos de los adultos sin que ellos se dieran cuenta, todos me decían que podría ser una excelente ladrona, quizás por eso nadie me adoptó, al final creo que yo misma saboteaba mis propias adopciones, ¿Quién sabe?
Quizás mis propios hermanos fueron mis saboteadores, eso nunca lo sabré, pero está bien, mientras ellos hayan sido felices en sus nuevos hogares yo estoy bien.
Pero regresando a la habitación tomé al chofer desprevenido cuando me dejaba en la cama y le aplique la llave que siempre le hago a mis hermanos, enrosque mis piernas en su cuerpo y con todas mis fuerzas, ate la corbata alrededor de sus manos para luego darme una vuelta y ponerme sobre él, colocando sus manos sobre su cabeza, en realidad no fue tan difícil me pareció que él estaba débil para ser tan fuerte como se veía,
-- ¡Maldita seas! – logré escucharlo y aunque no podía verlo todo ese movimiento incremento el deseo de mi cuerpo, de pronto las cosas pasaron tan rápido, la verdad que no sé bien si era yo quien lo tenía controlado o era él quien me estaba controlando a mí, pero sus manos estaban tan atadas con mi nudo mágico que para ser liberadas tendría que romper su propia corbata.
-- ¿Qué crees que estás haciendo? – lo escucho jadear cuando gira con fuerza para intentar zafarse, pero, siento que mi cuerpo se romperá en dos si dejo que continúe luchando, no aguanto más,
-- ¿Maldita sea, eres un empleado no?, me han drogado. Lo siento mucho señor te prometo que seré buena contigo, pero no pienso morir hoy – le digo y hago un gran esfuerzo para atar la corbata en un parante central que había en la cabecera de la cama, pude sentir como se movía intentando zafarse, logré oír algunos de sus insultos, pero ese hombre ya era mío,
-- Me la vas a pagar mujer – lo escuche susurrar, pero no me importo, la adrenalina la tenía al límite, mi excitación estaba en su punto máximo escuchaba los latidos de mi corazón retumbando en mi cerebro, mis labios bajaron buscando los suyos para callarlo,
-- lo siento de verdad señor – le volví a decir antes de comerlo a besos con desesperación. Destroce su camisa y desesperada lo desnude, me arranque el vestido y no hubo necesidad de quitarle por completo el pantalón.
Me sorprendí mucho al tocar su m*****o pues estaba completamente erecto en mis manos, era tan grande como lo había imaginado cuando lo vi a través del pantalón, incluso tuve un orgasmo en ese momento, lancé un gemido de placer mientras frotaba mi cuerpo contra el suyo,
-- Te compensare lo juró – le susurre antes de colocarme sobre él, lo necesitaba tanto, pero en ese momento no pensaba por mí, mi cerebro no razonaba, la única parte de mi cuerpo que estaba consciente era mi feminidad y ella solo quería satisfacerse, mi única experiencia fue a los quince, luego estuve con Alejandro y nunca quise acostarme con él, así que el miedo se apoderó de mí, drogada, excitada y sin razón dude por un segundo,
-- Por favor ayúdame – suplique, momentos antes de sentir como sus manos presionaron mi cuerpo sobre él,
-- Tú lo pediste señorita – escuché y las cosas de pronto tomaron otro rumbo, nunca supe en que momento el chofer se desato de mi agarre, ¿Cómo fue capaz de soltar mi nudo especial? Me preguntaba mientras un dolor insignificante desaparecía dentro de mí, un nudo que nunca antes nadie había podido deshacer.