Capitulo 6

3261 Words
Matías. Aprovecho que no me necesita para nada hasta dentro de dos horas me pongo a hacer trabajo, estoy solo en toda la sala de descanso, así que estoy tranquilo haciendo lo que debo hacer, estoy seguro que este trabajo no lo voy a tener por mas de un año que es lo que en mi mente me digo que voy a estar, si esto va rindiendo mas prefiero trabajar en la oficina y una o dos veces por semana hacer de seguridad en alguna gala de algún tipo asqueroso, no a diario ser la niñera de dos nenas ricas, bueno, una nena rica con su hija berrinchuda que quiere que se haga lo que quiere sino grita como una loca pataleando y moviendo las manos hacia todos lados con tanta fuerza que se llega a sacudir toda. —Bien señor, el sábado va a tener a uno de nuestros mejores hombres. —Eso espero. —corto la llamada sin decir nada mas y llamo a Javier, veterano de la marina con tan solo cuarenta años. —Jefe. —Sábado a las veinte horas en el hotel Colonial, senador Meléndez. —Bien. —corto anotando en mi libreta en donde llevo todo controlado, quién va, a qué hora va y a qué hora vuelve, con quién va y qué debe hacer. —Como trabajas. —actuando como si no me hubiera asustado apago la compu y cierro los cuadernos. —Discúlpeme señorita, como no tenia para hacer... —Ya ya no te disculpes, si tienes libre no tienes que disculparte para nada. —me mira en silencio, golpea la punta de sus dedos en la mesa con una sonrisa—. Es un poco anticuado anotar todo en cuadernos. —Tengo mis años puestos señorita, confío mas en lo que mi mano hace que una computadora. —me mira asintiendo—. ¿Necesitaba alguna cosa?. —Venia a ver si ya podemos salir a correr un poco, Keziah se durmió y debo aprovechar antes que despierte. —Ya estoy listo, me cambié a penas llegamos. —Yo también estoy lista. —Vamos entonces. —guardo mis cosas en el auto y mientras la espero que fue a tomar agua me pongo a estirar un poco—. Ya estoy. —¿Cuántos kilómetros corres?. —No tengo idea, corro hasta que me canso. —¿Y a dónde sales a correr?. —Por alrededor de la casa. —miro el lugar y si, es grande pero cansador donde debe ser siempre lo mismo. —Bien. —comenzamos a trotar en silencio. —¿Puedo preguntarte algo?. —Dime. —¿Tengo tu confianza? ¿si te cuento algo se lo dirías a mi papá?. —Si es personal no lo diría, a no ser que considere que se encuentra en peligro. —Entiendo. —seguimos unos minutos sin decir nada—. ¿Haces trabajos de espionaje?. —¿Espionaje?. —la miro sin entender, pero me da mas risa al verla roja y eso que recién comenzamos a correr. —Si, quiero seguir a un muchacho, quiero saber que hace en su día a día. —Perdone por la pregunta pero es un enamorado. —¿Y si lo es, es problema?. —Mio no, pero si debe seguirlo para saber que hace déjeme decirle que deja mucho que desear y que no es de su confianza. —En eso tienes razón, no es de mi confianza para nada. —deja de correr jadeando mientras se recarga en las rodillas buscando aire—. Esto de correr y hablar no es lo mío, dame un minuto mas por favor. —se agarra de las costillas buscando aire desesperada mientras yo salto de un pie a otro para no enfriarme—. ¿Cuento con tu silencio?. —Si, y ya dígame a quién investigo. —Jonás Rapimán, tiene veinte años, mide como uno setenta y cinco mas o menos porque soy un poco mas alta que él, tiene los ojos marrones y vive en... —Espera espera espera, ¿si sabes todo eso qué es lo que quieres que busque?. —Si sale con alguna chica, con quién se ve, dónde se ven, a qué hora, si su familia lo sabe, todo eso quiero saber. —la miro frunciendo las cejas con duda—. No es mi enamorado, es mas, siento como que lo odio. —¿Le hizo alguna cosa?. —Es el novio de mi hermana y estoy en duda de que la engaña. —si supiera que la cosa esta yendo al revés no diría nada seguro. —¿Su hermana sabe? No quiero meterme en problemas ajenos. —Deberías ser interrogador Matías, me estas haciendo soltar la lengua re fácil y mira que es difícil que cuente alguna cosa. —comenzamos a correr de nuevo, sigue roja pero respira mejor—. Ella me lo pidió, no se anima a decirle a su hombre porque le da vergüenza. —con eso de hombre me confirma que sabe que en estos dos días su hermana con Federico se ven con otros ojos que no debería pasar, estamos para cuidarlas no para ensartarlas con nuestra polla dura—. Así que yo te lo pido, me dices cuanto cobras y te lo deposito. —Bien, déjame ver si consigo algo de él, y debo mandar a unos de mis hombres así te mando la cuenta del hombre que mande ya que no tengo mucho tiempo. —Bien, pero que no se enteren muchas personas, mi hermana es re vergonzosa y no va soportarlo si se enteran muchos. —Tranquila que sabemos hacer nuestro trabajo. ,....., Mi primer fin de semana libre, libre de no salir de la casa pero aun así no sé que carajos hacer, siento que me vuelvo loco, de verdad que necesito salir porque siento que voy a hacer una locura con el arma que tengo en mis manos que estoy terminando de limpiar, mi amiga, la extensión de mi mano no me deja en paz, me dice que lo haga, que no sea cobarde y que acabe de una vez con todas las locuras que tengo en mi cabeza, pero decido guardarla, todo lo que he luchado no puedo tirarlo a la basura como si nada. Vuelvo al living decidido a instalar la televisión cuando suena el timbre de mi casa, abro viendo a Federico con unas cajas en las manos y unas cervezas. —Pasa. —va a la cocina en silencio, abre la caja sacando una empanada enorme y abre una lata de cerveza tomándola toda—. Bien, dime que no vas a manejar después. —Me las estoy mandando a lo grande Matías. —¿Con Sefora?, si, ya lo sé. —se come la otra mitad de la empanada abriendo otra lata de cerveza—. Habla Federico. —Es que, ella me dijo si nos podíamos ver ahora en la noche. —me siento cruzado de brazos. —¿No me digas que compraste eso para que coman?. —No, nada que ver no... —se toma toda la lata y cuando va a abrir la tercera se las saco. —Vas a ver a una muchachita y estoy jodidamente seguro que no quiere que llegue oliendo a alcohol. —come mirándome—. Ya dime que pasa. —Es que... Sabes que me tiene loco desde el primer día, pero ahora se hace real, muy real, ella quiere pasar la noche conmigo, ¿entiendes eso?. —¿Y?. —Ahora caigo que tengo treinta y dos años y ella veinte, es enfermizo Matías. —se sienta apoyando los codos en la mesada y se friega la cabeza—. No sé que hacer con ella, me da miedo asustarla, tu la viste, es pequeña, delgada, hermosa, con esos ojos lagrimosos en todo momento, con esos labios grandes y rosas, con esa cintura que ajjjj, ni hablar del culazo que carga la maldita. —me dan ganas de reír porque esta perdido y no lo sabe—. Me tiene allá abajo amigo mío, me puso de rodillas la muy descarada. —Pues si ella te tiene allá abajo como dices ponla debajo tuyo de una vez. —saco una empanada o se las come todas, si las trajo es para compartirlas no para que se las coma toda. —¿Ese es tu consejo?. —Y si hombre, se pavonea delante tuyo con esa cinturita, con ese culazo del infierno y esa belleza que te tiene babeando pues ponla debajo, —alzo los hombros divertido—. Primero analízala, es joven así que no debe tener mucha experiencia, ve si esta decidida o no, si no lo está es que te esta tomando el pelo mi amigo, déjala ir y no la mires mas. —Tienes razón, voy a probarla, —mira su reloj de mano asintiendo—. Me voy, en una hora va a estar en mi casa y debo prepararme. —Bien, suerte amigo. —va a la puerta en donde queda de pie—. ¿Y ahora?. —¿Tienes preservativos? Hace meses que no tengo sexo que no he comprado. —Ya vengo. —voy a la gaveta del baño, le doy dos cajas de preservativos—. Amigo, ve despacio con ella, no olvides que es una mujer joven, que debe estar asustada, debe sentir atracción por ti pero debe estar aterrada también, ve con calma, pregúntale en todo momento, no la obligues a nada. —Jamás la obligaría a nada, esa mujer me vuelve loco amigo. —palmeo su espalda asintiendo. —Ve por ella. Se va sin mas nada que decir en donde me digo, ¿Qué otra cosa podría decirle?, de los años que llevo conociéndolo que es desde nuestros veinte, nunca lo vi como ahora, siempre fue mujeriego en el estilo discreto, nada de salir a pasear, nada de fotos ni nada por el estilo, solo quedar a comer en un hotel, para después utilizar el mismo hotel para follar, mi técnica es casi la misma, pero la diferencia es que él dejó que una mujer hermosa lo saque de su eje, yo no, si es para pasar tiempo en la cama bienvenidas sean las que quieran, pero mas de eso no soy capas de entregar, mi mundo interno es una porquería. ***** Jemima. —Bien. —estaciona frente a una casa mirando detenidamente la dirección—. Acá es. —se friega las piernas desesperada—. Estoy temblando. —Lo sé. —aprieto su mano mirándola a los ojos—. Sefo, si quieres ve, te voy a estar esperando aca junto con Kezi o sino nos vamos, vamos a comer alguna cosa y te escucho quejarte de porque no tienes las agallas para quedarte. —se ríe asintiendo mientras se seca las lágrimas—. Tu eliges hermana, en las dos estoy contigo. —Voy, quiero probar de que soy capas. —miro como Federico sale de la casa viniendo al portón—. Voy a ir con él. —Deja de decirlo y baja de una vez por todas. —bajo el vidrio del auto saludándolo, se pone visiblemente incómodo, entran a la casa todos nerviosos cosa que me hace sonreir, miro hacia atrás a mi hija en su silla mirando dibujos por la tele que tiene el auto—. Bueno hija, nos vamos a tener que divertir acá solitas hasta que la tia decida venir. Me cruzo hacia atrás sacándola de la silla así no se cansa y nos ponemos a mirar dibujos mientras comemos, así como mentí para que pueda venir le dije que debía comprarnos comida, porque mi abuela que la amo nos esta cubriendo, y ella también le esta mintiendo a Óscar, porque supuestamente él nos iba a cuidar, fueron a la casa a buscarnos, en la avenida nos separamos para irnos a otro lado, no sé ni quiero saber cual fue el precio que le puso Óscar por dejarnos ir, pero me dijo que iban a estar en un restorán por si necesitaba su ayuda, obviamente Óscar no sabe que Sefo se vino a ver con el hombre que recomendó hace a penas unos días porque ahí si que se arma la gorda, y mi abue es la mejor, siempre le contamos todo y ella nos aconseja y nos cubre como ahora. Se me cierran los ojos del sueño que tengo, nos logro ver bien sin decir que mi hija se durmió en mis brazos y Sefo no viene mas, mi mamá me esta llamando haciendo que me de miedo de cuando lleguemos, apoyo la cabeza en la ventana cuando la veo salir corriendo de la casa, me siento derecha dispuesta a salir del auto a golpearlo por si se pasó de loco pero cuando sonríe sé que no pasó nada que ella no quiera, se sube al auto saliendo embalada. —¿Estas bien?. —me inclino hacia adelante viéndola a la cara—. Sefo, dime algo nena. —Estoy bien. —¿Viste acaso la hora? Mamá me llamó diez veces Sefo, y papá como cincuenta, nos vamos a meter en problemas ahora porque tardaste mucho. —Perdón. —cuando se muerde la uña decido dejarla en paz. —Bien, no digo nada. —vuelve a sonar mi teléfono viendo que es mi papá—. Hola papi. —¿A DÓNDE CARAJOS ESTÁN?. —Vamos en camino papi. —me corta asustándome—. Me cortó Sefo, nos van a golpear seguro. —cuando vamos llegando veo hasta el auto de mi abuelo Hardy en la casa, me tapo la boca sin creerlo, mi abuela se tapa la boca como que no sabia que decir porque se supone que habíamos salido con ellos—. Papi espera. —BAJA DE UNA VEZ. —me agarra del brazo bajándome y mi tio Exe a Sefo que no deja de sonreír—. ¿En donde estaban?. —Fuimos a una exposición. —digo lo primero que se me ocurre—. Sabía que si te pedíamos permiso no nos lo ibas a dar, entonces engañamos a la abuela para poder ir. —me apunta y aprieta la mano y la boca con fuerza—. Perdón, pero ya teníamos las entradas compradas. —¿Con Keziah?. —No era de algo como que no la dejen entrar, mas bien era familiar. —las dos paradas en medio de el living miramos como nos retan a los gritos, no tengo reacción mas que bostezar de lo cansada que estoy y Sefo que no para de sonreír poniéndose colorada donde debe viajar al momento de la intimidad—. Voy a dormir porque Kezi se me va a despertar y no se va a dormir, —voy donde mi abuela que me sonríe—. Perdón abue, no va a volver a pasar. —No pasa nada amor, —mi abuelo Hardy me da un abrazo para después tirarme el pelo. —AAAJJJJ. —Ya las voy a agarrar van a ver. —mi tio Exe me tira una patada que alcanzo a esquivar, aunque si me golpeaba no me iba a doler nada donde se hace el loco. —Nos vemos, perdón por preocuparlos de verdad, debimos avisarles. —La próxima me avisan y vienen los muchachos de seguridad, dijimos que les íbamos a avisar. —La próxima les avisamos tranquilos. —en mi cama me acomodo sonriendo por la locura que hicimos, miro la hora y son las tres de la mañana, creo que muy pocas veces me dormí tan tarde, a no ser que sea por un cumpleaños, las fiestas de fin de año o las vigilias de la iglesia, después nada mas. —¿Estas dormida?. —No. —entra cerrando la puerta, se saca la ropa quedando en remera y bombacha así se acuesta con nosotras—. ¿Cómo te fue? en el auto te pregunté y no decias nada. —Fue maravillo Jemi, —se tapa la boca o grita—. Por Dios lo que me estaba perdiendo. —Yo creo que no, porque no puedes pensar que hubieras sentido lo mismo con Jonás. —Tienes razón, solo con Fede podría sentir esto. —sonrío cuando mueve las piernas como si hiciera un berrinche—. No te das una idea de lo magnífico que fué Jemi, jamás creí que fuera así, ahora entiendo porque somos cinco hermanos y los papás son tan calenturientos. —Me das envidia Sefo. —miro a Kezi que esta de lado dormida usando mi brazo de almohada. —Vas a encontrar lo mismo Jemi, lo sé, yo sé que lo vas a encontrar. —Prefiero quedarme sola por el momento. —No digas eso, no te pierdas los mejores años de tu vida en la intimidad. —No quiero que venga un idiota a creerse con derechos con mi hija. —Pasaría eso si tu lo permites. —¿Se pueden dormir de una vez? Miren que mañana vamos a hablar muy serio. —Si papi, estábamos recordando el evento. —se va y susurro aun mas bajo. —No supe que mas decir, ahora no sé que le vamos a inventar. —Un evento de moda, yo hablo tu sígueme la corriente. —Esta bien. En la mañana me despierto porque Kezi da vueltas en la cama empujándome hacia la orilla, me giro viendo que Sefo no esta en la cama, suspirando me levanto porque mi hija me pide desesperada leche, desde que hice que dejara el pecho me es mas duro porque sacaba mi pecho y ya, podía quedarme un poco mas en la cama, ahora me tengo levantar, hervir agua y luego esperar a que se enfríe lo suficiente como para que no la queme y recién ahí alimentarla, pero por mientras las quejas de que no me apuro, de que tiene hambre y que llora. Abajo mi mamá habla con Sefora, Adiel esta preparando carne para meterla a la parrilla, supongo que mi papá esta afuera con Bena preparando todo. —Se levantaron tarde. —Hoa tio Adi. —Hola amor. —la inclino así le da un beso en la mejilla. —Nos acostamos tarde. —Ya le dejé la leche lista. —Gracias, te amo. —la bajo así mido la temperatura, como esta bien se la doy—. Vamos a ver que hace el papi. —Si. —salimos a la parte de atrás de la casa, me da un poco de miedo acercarme porque no sé si dudaba o solo era enojo—. Papiiii. —Hola amor. —la alza besándola pero mi hija no deja la mamadera por nada—. ¿Descansaste?. —Si. —me paro a su lado temblorosa cruzándome de brazos. —Mmmm, asadito. —Mmmm que iko papi, glacias. —El abuelo te ama mami, sabia que querías asadito. —Adiel trae la carne junto con Elias. —Primero la parte del hueso Adi. —Bien. —parece que Eli le esta enseñando a hacer el asado, Sefo se para a mi lado cruzada de brazos. —Quedó todo claro, no saques las charla por nada. —No no, tranquila, espero que no lo toquen ellos. —Hola amor mio. —Mami. —mi mamá la alza llenándola de besos. —Mi vida, la abu te ama un mundo entero princesa. . .
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