Mi mamá lleva a Keziah que la envuelve con los brazos y las piernas, y yo voy envuelta por mis hermanos que me dan el apoyo y seguridad que necesito en este momento, tengo muchísimo miedo, me tiembla todo, creí que el momento mas aterrador que había vivido fue el parto y me doy cuenta que no fue nada, que lo que acabamos de pasar no se compara con nada, por un momento creí que no iba a poder poner a salvo a mi hija que gritaba desesperada del miedo y no podía consolarla.
—Siéntate aca. —Bena me abraza desde atrás sobando mis brazos.
—Toma Jemi. —Adi me da un vaso de agua súper fría que me lo tomo todo, miro buscando a mi hija.
—¿Dónde esta Keziah?. —mis lágrimas no paran de salir y mi voz estrangulada.
—Esta con mamá, la tiene en el living intentando calmarla. —me tapo la cara gimiendo al recordar los gritos, el desespero, la muerte frente a mis ojos porque podía pasar de todo, que los vidrios no resistan mas, que choque o chocar a alguien—. Llora Jemi, no te guardes nada. —envuelvo a Adi que esta agachado delante mío, y Bena me envuelve desde atrás—. Ya están a salvo, lo hiciste bien hermosa.
—Tenía mucho miedo. —no paro de temblar como loca—. Creí que nos iban a matar.
—No digas eso, ni de chiste lo digas, ya están bien.
—Jemi, la nena te necesita. —me enderezo estirando los brazos recibiéndola, la envuelvo sintiendo como tiembla asustadísima.
—Ya paso mi amor.
—Sho... —ipa sacudiéndose con fuerza, sus lágrimas comienzan a salir de nuevo—. A teno meio mami.
—Esta bien, pero te cuidamos amor. —Adi nos abraza a las dos dándole besitos en la cara—. Estamos en casa amor, vamos a cuidarte, esos hombres no vienen mas.
—¿A no venen mas?. —apoyo el mentón en la cabeza de mi hija llorando a mares por el miedo que tiene.
—No, no vienen mas, el papi le esta diciendo que no pueden venir, que te asustaron y no deben hacer eso.
—Si, no haze ezo, a me a meio. —quedamos un buen rato en donde me abrazan calmándome muchísimo.
—Jemi. —Sefo entra corriendo con Elias detrás—. ¿Están bien?.
—Tio, a pum y a mi me io meio, —Eli la alza apretándola, me paro abrazando a Sefo, no puedo parar de llorar.
—Ya les dijimos que se vayan, que no vengan mas.
—Zi.
Mi papá no viene en todo el día, no sé donde esta ni que hace, pero me voy a mi cuarto con mi hija para poder descansar un poco, todo el cuerpo me duele como la mierda, es como si hubiera hecho ejercicio por horas sin descanso, es horrible la sensación, y me duele el corazón al ver como Kezi gime desesperada agarrándose de mi remera, la aprieto dándole besos en su carita así se calma un poco.
Abro los ojos cuando siento peso por sobre mi cintura, mi papá esta frente a mi abrazando a Keziah, esta despierto dándole besos en su cachetito, mi hija esta notablemente mas tranquila, giro la cabeza viendo a mi mamá detrás mío, me giro un poco abrazándola y así sentirme mas segura, cosa que siempre logra con sus abrazos y besos.
—¿Ya estas mejor amor?.
—Si, un poco nerviosa pero mucho mejor.
—Tenemos que comer algo, ya es de noche hija, durmieron mucho.
—Si, ahora que lo dices me da hambre. —sonrío cuando mi hija esta dándole besitos en la cara de mi papá.
—Te amo amor mío, —sonrío con nostalgia porque mi papá la ama con locura y es su figura de padre—. El abuelo te cuida amor.
—Si. —dice ella con firmeza.
—Hija, vamos a comer comidita. —bajo de la mano con mi mamá, y Kezi en brazos de mi papá, abajo mis hermanos están acomodando la mesa, y Elias cocinó, no lo hace mucho donde trabaja de eso lo cansa, pero esta vez es una excepción.
—¿Estas mejor Jemi?, —me doy un abrazo con Bena, que aunque es menor es mas grandote.
—Si, dormir me calmó mucho. —mi hija se lleva una ronda de besos y abrazos y palabras lindas, comemos casi en silencio, no solo porque la comida es un espectáculo, sino de la situación que pasé y pasamos, porque es como si nos lo hubieran hecho a todos.
—HIJOOOO, ¿DÓNDE ESTÁN?. —mi abuela entra corriendo—. JEMIIIIII, POR DIOS SANTO ESTÁN BIEN. —me aprieta dándome besos que me duele pero no le digo nada, llora apretándome que casi me ahoga—. Que susto me di, nunca había rogado tanto a Dios.
—Estamos bien abue.
—Mi señor que alegría.
—Abulita.
—Mi nena hermosa, que alegría que estes bien corazón.
—Abulita, homble pummm y yo a suste, a me io meio. —sus ojitos se llenan de lágrimas y mi abuela llora.
—Mi corazón, ya pasó, estas a salvo ahora.
—Si, —se sientan a comer con nosotros.
—Michel, —mi abuelo habla haciendo que todos lo miremos—. Acá esta la agencia que te dije, —le pasa un papel que lo lee asintiendo—. Son de mi entera confianza, pongo las manos al fuego por esos hombres.
—Bien, mañana mismo voy a verlos.
—¿Qué es papi?.
—Van a tener seguridad personal cada uno. —lo miramos en silencio—. Solo Elias, Sefo y Jemi, porque Adi y Bena aun están con nosotros que los llevamos y contamos con los muchachos, pero ustedes tres tienen un estilo de vida diferente y no quiero mas riesgos, mañana voy a ver a hombres capacitados para esto así tiene un guardia personal. —Elias se muerde los labios para hablar pero baja la cabeza—. Sé que no te gusta Elias, pero es necesario, mira lo que le pasó a tu hermana, podría ser una tragedia en este momento, no hay lugar para quejas, van a tener un guardia personal cada uno.
Después de comer nos vamos todos al living como cada noche a mirar una película, pero mi mente esta en ese momento, vuelvo sin parar al susto que nos dimos con el primer golpe en donde supe que mi vida con la de mi hija corría peligro.
En la noche oro a Dios con mas fuerza y agradecimiento que nunca, me salvó, me dio el valor de poder sacar a mi hija del peligro, me mantuvo dentro de todo con calma, y le pido que le saque los recuerdos a mi nena, que no le quede ese miedo dentro de ella, quiero que siga siendo la misma niña que era, divertida, despreocupada, peleadora con sus tíos mas jóvenes, que duerma tranquila, que podamos salir sin que tenga miedo de que va a venir un hombre malo a hacerle pum al vidrio del auto; después de responder todos los mensajes de toda la familia que quieren saber como estamos con Kezi y que en la mañana nos vienen a ver me duermo, aunque dormí en la tarde aun estoy cansada y mas que adolorida.
.
.