Capítulo 4

1812 Words
—¡Ah! y no te dije que andas bellísima ese vestido te queda hermoso amiga, venga dame un abrazo. —Dijo Lisbeth, mi amiga entusiasmada. Me acerqué a ella y la abracé con mucha ternura, mientras ella me decía que me apreciaba muchísimo y que quería verme feliz. No pude contenerme las lágrimas porque mi mente pensó en todas las cosas tristes que había pasado en mi vida, pero no dejaba de ser agradecida también por lo bendecida que era al tener una amiga tan querida, e hijos que también eran un regalo en mi vida. —Ya pues amiga, dejemos el sentimentalismo y disfrutemos nuestra parrilla y nuestra botellita de vino — Añadió Lisbeth en tono de regaño— —Esta bien Lisbeth tienes razón no más lágrimas, vamos; pon esa canción que tanto me gusta y alegremos el ambiente. Mientras escuchábamos música y entre copas hablábamos de todo, uno de los tema que discutimos fué sobre prepararnos para mi cumpleaños que estaba ya próximo, bailamos un poco, reímos y nos fotografiamos juntas, la verdad que Lisbeth es la hermana que nunca tuve; ya un poco mareada por el vino le dije a mi amiga que me iba a mi casa, me despedí de ella y le agradecí lo bien que la habíamos pasado. Llegué a casa y me acosté, > sin darme cuenta estaba pensando en el. > Traté de relajarme y no pensar en nada, entonces me quedé dormida. Al día siguiente desperté muy temprano porque desde la ventana de mi cuarto se refleja la luz del sol al amanecer. Me senté en mi cama, me estiré un poco, y agradecí a Dios por un día más, entonces encendí mi teléfono para ver la hora y lo primero que ví fue un mensaje de Alberth, cuando ví ese mensaje me sorprendió porque no lo esperaba. "Cada nuevo día es un motivo para dar gracias, espero este bien, que tenga un bello día". > La verdad me gustó que me escribiera pero, yo me prometí no volver a enamorarme a menos que ese hombre sepa demostrarme con hechos su amor por mí, así que apenas lo conozco, no se quién es, pero a simple vista se ve buena persona y educado solo eso. No le respondí el saludo de buenos días por lo tanto lo ignore. Me puse mi ropa deportiva, mis zapatos tenis para salir a caminar, a trotar como todas las mañanas me coloqué mis audífonos y me fuí escuchando música. Era un día claro, los rayos del sol estaban cálidos, aunque el clima estaba lo suficientemente fresco, cada paso que daba al trotar lo hacía respirando ese aire puro de la mañana, hacer eso a diario me ha ayudado muchísimo a mantenerme activa y en forma. Mientras trotaba, se me acercó un hombre de piel morena clara, cabello n***o, como de unos cincuenta y dos años pero bastante guapo. Me tocó un brazo ya que yo tenía los audífonos y fué entonces cuando me los quité. —¿Puedo acompañarte? Veo que andas sola y es peligroso. —No gracias, no necesito compañía— Respondí en seco. —No seas odiosa— Insistió con un tono pícaro. Lo ignoré y me volví a colocar los audífonos para seguír trotando, estaba tan concentrada en el camino que me sorprendió un repentino jalón por detrás hacia mis audífonos provocando un instintivo grito. —Tranquila no te asustes solo quiero acompañarte, te ví sola y creo que no deberías andar así, es peligroso. —¡Me asustaste, te pasas! —Discúlpame era solo un juego — Exclamó en risas. —Que juegos tan malos tienes, agradece que hoy estoy de buenas. —¿A sí? Bueno discúlpeme señora, no fue mi intención asustarla, la ví sola y quise acompañarla. —Gracias, no es por nada pero yo te había dicho que no quería compañía— Respondí con cara de fastidio mientras seguía trotando ya bastante sudada llevando la botella de agua a mi boca. —¡Uy qué fría! Bueno... le concedo su deseo si me dice su nombre. —Que testarudo eres— Espeté. —Cuando algo me importa— Agregó sonriendo. Su comentario me causó risa pero luego luego volví a mi estado original. —Bien, soy Fabiola ya te puedes ir. —Oh, mucho gusto "Fabiola ya te puedes ir", yo soy Rafael... Dime ¿vienes todos los días a correr aquí? —Pero bueno Rafael, ¿Tú eres un periodista? ¿O qué? —¡Que obstinada eres! solo quiero ser tu amigo. —Señor Rafael me va a disculpar pero no tengo tiempo para charlas, mucho gusto en conocerlo, pero tengo que irme ya terminé mi rutina. Terminé mi rutina del día y me despedí de ese hombre, pícaro y atrevido para sentarme un rato a descansar en la banca antes de irme a casa. Después de mi divorcio se me han acercado muchos hombres con intenciones de tener algo conmigo pero no ha sido facil para mí volver a creer en el amor, últimamente tengo que tomar esa actitud a casi ya mis cincuenta años he atrapado más miradas que aún cuando estaba más joven. No me había percatado que Rafael me estaba mirando fijamente mientras se ejercitaba y un poco sonriente se detuvo para acercarse y decirme: —Así con cara de odiosa te ves más linda, espero verte mañana. Negando con la cabeza me levanté de la banca, le hice un último gesto de despedida con la mano para luego irme a la casa y más tarde a mi trabajo. Todos los días son para mí un reto, me propuse salir adelante con la ayuda de Dios, y la de mis hijas; también amo mi trabajo así que lo que hago, lo hago con mucha pasión y esmero. En el salón de belleza tratamos de hacer que nuestros clientes se sientan cómodos, los tratamos con mucho cariño por lo que todas hacemos un equipo de trabajo excelente. He realizado viajes para hacer seminarios y especializarme en mi trabajo, he conocido mucha gente, cosa que cuando estaba casada pasé años de mi vida entre cuatro paredes solo viviendo para ser feliz a una persona que nunca me valoró. Todas las mañanas temprano al despertar veía mi teléfono y tenía un mensaje de buenos días de Alberth a los que yo le correspondía, sin embargo eran solo saludos, nunca llegamos a tener conversaciones a fondo. Solo pasaron unos días después de que lo ví la última vez. Un día muy temprano veo estacionarse una camioneta frente a la peluquería una Sierra 1500 color n***o, último modelo, y para mi mayor sorpresa cuando el que se estaba bajando de esa camioneta era Alberth, lo ví acercarse a la peluquería y quien fué a abrirle la puerta fué Abi. —Buenas tardes señor, adelante, dígame ¿Qué se le ofrece? Él no se había dado cuenta de que yo estaba allí, entonces respondió con esa atractiva voz masculina: —Me recomendaron esta peluquería, quiero que me hagan un corte de cabello. Cuando mis hijas vieron entrar a ese hombre tan guapo, alto y elegante se sorprendieron, claro que lo disimularon muy bien, por otro lado sentí que mi corazón empezó a latir más rápido de lo normal no entendía porqué me puse un poco nerviosa y traté de disimular para que no se dieran cuenta yo estaba cortándole el cabello a una señora; peinaba el cabello de mi clienta pero en ese momento se me cayó la tijera entonces me agaché para recogerla al mismo tiempo que Alberth repitió mi acto, entonces su mano rozó con la mía al querer obtener la tijera, me miró en ese instante a la cara percatandose de que era yo, finalmente agarró la tijera y me la entregó en mis manos, me saludó con una gran sonrisa llena de sorpresa. —Fabiola ¿Cómo estás? —Hola, sorprendida de que estés aquí.— Le respondí un poco nerviosa agarrando la tijera con un gesto de agradecimiento. —Me recomendaron esta peluquería, y veo que trabajas aqui, que sorpresa tan agradable.— Dijo con una sonrisa tímida. Estaba como siempre muy bien vestido, con un perfume que me encantaba, y no tan solo eso, su forma de ser tan amable y dulce a la vez. —Sí, es nuestro spa de belleza, trabajo aquí junto con mis hijas, conócelas. Llamé a cada una de ellas y se las presenté, primero a Abi, después a Kelli y por último a Sara. Abi como siempre me miraba disimuladamente haciéndome gestos con los ojos, bromeando conmigo, yo no quería ni verla porque me iba hacer reír, así que la obvié, y trate de no verla mucho. Abi siempre anda con sus bromas y hablándome de cuándo será el día que llegue mi príncipe azul. Pude leer su mirada que me decía: "Este parece un buen partido." —Encantado de conocerlas, tiene usted unas hijas muy lindas, que bonito equipo de trabajo, la felicito Fabiola— Afirmó con mucho respeto. —Gracias Señor Alberth... Y bueno... ¿qué se le ofrece? — Pregunté introduciendo mis manos en los bolsillos. —Vengo por un corte de cabello. —Ok, terminó aquí y se lo corto. Terminé de atender a mi clienta y luego le tocó el turno a Alberth. —Venga por aquí señor Alberth— Exclamé. > Él se sentó, le coloqué la capa y tomé un poco de agua para calmarme en lo que Abi se me acercó. —Mami ¿y ese galán? Veo que lo conoces, no me habías dicho nada. Le susurré. —Claro que si el es el que conocí en el malecón. Yo te conté y ya no digas nada te puede escuchar. Ella asintió volviéndose a su puesto de trabajo. Abi mi hija tan bella, ella siempre ha querido que yo sea feliz, que algún día llegue a mi vida un hombre que me valore; mi hija mayor vivió conmigo todos los maltratos y desamor de mi ex esposo hacia mí. Desde que me separé ella siempre ha tenido la esperanza de verme feliz siendo amada por un buen hombre. Me fuí otra vez a dónde estaba y le pregunté cómo quería el corte, el me explicó y procedí a cortarselo, mientras lo hacía, el empezó a hablar conmigo. —No sé, pero creo que el destino de alguna manera insiste en que nos encontremos. Es algo mágico ¿No lo crees? —Me lo dijo viéndome a través del espejo con una mirada tierna.
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