Lo miré a través del espejo y no pude evitar sonrojarme, y con una sonrisa respondí a su pregunta.
—O es solo casualidad.
—Sabes señora Fabio...— se detuvo por un momento—¿Te puedo decir Fabi?
—Si, no hay problema, tengo amistades que me llaman así— Le dije sin dudar.
—Una pregunta Fabi, ¿no te molesta que yo te escriba para saludarte de vez en cuando? ¿O para invitarte de repente a tomar un café o un helado? —agregó pasándose la mano por la cara sin dejar de mirarme a través del espejo.
—Pues no... ¿Por qué he de molestarme? Mientras yo pueda y no esté ocupada, no tengo problema en aceptar una salida— Respondí sonriendo.
Pude notar también en el un poco de nerviosismo al decirme eso mientras le cortaba el cabello, aunque trataba de disimularlo muy bien, su manera de hablar y de de
