Misteriosa sombra

1208 Words
Sara terminó su día de labor, había terminado muy temprano y decidió visitar a su amiga Fernanda. Ya había pasado cinco años sin saber nada de ella, hasta Fer cree que Sara está muerta después de aquel accidente. Con la ayuda de su chofer, subió al carro y ordenó su siguiente destino. La noche era fría con alumbrados en cada cinco metros, pocas personas se notaban a simple vista caminar por las veredas. El carro paró y Sara salió de su interior. Recordaba aquel edificio como hace cinco años, pocas cosas habían cambiado en el, el mismo color y la estructura se mantenía. Se preguntaba si su amiga Fernanda aun viviría en el departamento, sería una suerte si la encontraba. Caminó hasta el ascensor y tocó uno de los botones, donde se ubicaba el departamento de Fer. Salió algo nerviosa, no sabía como lo iba a tomar, quizás lloraría o se desmayaría por verla en carne y hueso. Dejó de pensar en esas ideas absurdas y se dirigió a aquella puerta donde había tocado un sin numero de veces cuando fue desterrada de su fortuna. Alzó su puño y tocó tres veces, nadie fue a abrirle, volvió a insistir una vez más y el resultado fue el mismo. Quizás Fernanda se había mudado, pensó y empezó a caminar hasta que al fin abrieron la puerta y la llamaron. - ¿Sara? ¿Eres tú? – preguntó asombrada Fernanda por volverla a ver de nuevo. Tal vez era su fantasma, pensaba casi por desmayarse. Sara sonrió y fue a abrasarla con mucha fuerza para que la sintiera que era ella en realidad y sin soltarla le dijo. - Soy yo, Fernanda, he vuelto. Una amistad que era similar a un par de hermanas se reencontraba una vez más. Fernanda la invitó a pasar, hacia mucho frío a fuera para discutir muchas cosas suscitadas durante cinco años y más sobre su supuesta muerta, cuando ella estuvo presente en el funeral creyendo que había muerto. Lloró desconsolada y le dijo muchas cosas en la cara de Santiago y Cesar, para después ser sacada por medio de los guardaespaldas. - Fer, ahora soy madre. – confesó Sara. Fernanda no sabía que cara poner o que noticia era más impactante. El embarazo, que por poco la matan, que era hija adoptiva de Máximo Smith y representante de toda su fortuna, su muerte o que trabajará en la misma empresa que Santiago como Socia y CEO. - ¿Cómo ocurrió todo esto? ¿Cuándo pasó? – preguntó sin creerlo con sus ojos totalmente abiertos, después le dijo recapacitando. – mírate, saliste de este país humillada y ahora vuelves más fuerte que nunca, siendo la hija adoptada de un gran empresario y tienes un hijo. Santiago debe de estar revolcándose en su cama en estos momentos de la frustración, y por último el remordimiento de que le diste un hijo y que te botó a la calle embarazada. Debe de estar muriéndose por dentro. Pagaría una fortuna por ver su estúpida cara. - Fer. – habló Sara con algo de pesar, tomó sus manos y le dijo. – Santiago no sabe que tiene un hijo conmigo y es mejor así. No quiero que se acerque a él porque estoy segura de que lo va a rechazar después de todas esas cosas absurdas que le dijo Cesar de mí y por desgracia. - su rostro se volvió triste. - Cesar era el único que sabía lo de mi embarazo y empiezo a creer que jamás se lo dijo al creerme muerta. - ¿Sospechas que él fue quien mandó a matar a todos dentro del camión? - Ese hombre me quería lejos, yo era una piedra en sus zapatos al igual que mi hijo. Estoy muy segura de que él tuvo algo que ver, sólo necesito pruebas para refundirlo en la cárcel y que todo el mundo dejé de verlo como si fuera un santo, que vean su verdadero rostro. … En medio del cementerio un hombre, quien en sus manos llevaba una linterna observaba sentado a una de las la lapidas “Sara Mars 1995 – 2022” se puso de pie y caminó hasta poder tocar las letras. - Muy en el fondo sabia que no estabas muerta. – dijo y en sus labios una ligera sonrisa apareció. – voy a ayudarte a limpiar tu nombre, Sara, te ayudaré a recuperar lo que te pertenece. – miró al cielo que estaba inundado por una completa oscuridad, ni siquiera la luna se atrevió a salir. Besó una cadena que colgaba en su cuello y dijo. – es un juramento, el señor Mars pagará cada gota de lágrima que derramaste por su culpa. … Sara una vez que terminó de ponerse al día con Fer, se dirigió para donde el señor Smith, no sólo él la esperaba, también estaba Enzo. Abrió la puerta si hacer ningún ruido y entró, le resultaba extraño su nuevo hogar, todo era diferente, la ciudad era diferente. Caminado muy despacio, una voz muy aguda la llamó desde una de las habitaciones. - Mamá ha vuelto. – dijo Enzo muy feliz por verla y corrió a sus brazos apresurado para buscar refugió en el calor de su madre. - Siempre vuelvo, Enzo. – respondió ella y lo besó un sin numero de veces por todos lados, lo que hizo que el niño se riera a carcajadas. - Ha estado preguntado por ti desde que te fuiste. – se escuchó la voz del señor Smith acercarse a ellos. – espero que no te hayan dado problemas, hija. - Papá. – Sara con hijo en manos fue a abrazarlo, al separase le dijo. – no, todo salió muy bien de lo esperado, pero creo que mañana tendrás que ir conmigo, para que verifiquen que soy tu represéntate. - No tengo problemas en ir, pero ¿Con quién dejaremos a Enzo? – removió los cabellos de su nieto, se había acostumbrado tanto a él que no quería separarse. - Una amiga muy cercana a mí lo va a cuidar en nuestra ausencia. - ¿Ella sabe tu pasado? - Lo sabe, papá, lo sabe y quiere conocer a Enzo. – Sara sonrió y besó a su hijo. Confiaba mucho en Fer que sabía que ella podía cuidarlo. - De acuerdo, mañana nos presentaremos en la empresa de Santiago. - habló el hombre tomando la mano de su hija. - tu esposo va a arrepentirse de haber perdido una gran mujer. ... Sara una vez que dejó a Enzo dormido, fue para su recamara. Con la pijama puesta, sentada frente al espejo, peinaba su cabello color castaño. Caminó hasta la cama, cuando un gran viento fue capaz de abrir la puerta de su alcoba indicando la hora de una gran tormenta que caía a fuera. A toda prisa fue a cerrarla. Al hacerlo se dio cuenta que alguien la observaba entre los arbustos. Intentó ver quien era, pero la espesa lluvia no dejaba ver más que una silueta. El estallido de un relámpago hizo queSara cerrara los ojos por unos segundos y cuando los abrió, él había desaparecido en medio de la oscuridad. Pensó que lo había alucinado y cerró la puerta para ir a descansar.
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