Julia no paraba de mover las manos en el aire, estaba molesta que no lo disimulaba por ningún segundo su enojo, mientras se quejaba de Santiago con su madre. - Deja de dar tantas vueltas que vas a marearme. – dijo Teresa sentada en uno de los muebles. Ya había escuchado el sermón de su hija con respecto al divorcio de Santiago y Sara, que hasta ella se había molestado. - no seas tonta hija mía y en vez de estarte quejando, piensa en soluciones para destruir ese matrimonio. - La única solución es que la perra de Sara se muera, sin la posibilidad de reencarnar. – escupió Julia y sirvió algo de licor para calmar sus enojos. Teresa se puso de pie y caminó donde ella, y con una sonrisa resplandeciente le dijo. - Acabas de dar la respuesta. Julia se atragantó con el licor al escucharla