35. No puedo sonreír
Franco
Me miro en el espejo de mi habitación. Solo falta una hora para convertirme en un hombre casado.
Estoy recordando las cláusulas que agregó Lily y siento que por mi cuerpo fluye un río de lava ardiente. De sólo imaginar que tendremos noche de bodas, mi cara enrojece de inmediato. Y eso sucede varias veces al día porque no puedo sacar de pensamiento ansiedad por la llegada de ese momento.
Toc, toc.
El sonido de la puerta me saca de mis cavilaciones.
—¿Estás listo? –mi madre me mira desde el umbral. La veo sonreír muy seguido. No pensé que esta boda le daría tanta felicidad.
—Si, lo estoy. Salgamos. —le ofrezco mi brazo, pero antes de que bajemos, saca una pequeña caja.
—Compré estas alianzas. No te pregunté antes, pero no vi que fueras a
