8. Adentrarse en su territorio
Lily
No le digo nada más. Solo lo veo que sube a su auto y se aleja por la calle cuesta abajo. Las lágrimas siguen bajando y lo que más me duele es que ni siquiera me preguntó el motivo de mi llanto. Pero…¿qué iba a decirle? ¿Qué una mañana me desperté con una ola de sentimientos nuevos en mi corazón, que me decían que ahora ya tenía un dueño y era ni más ni menos que el amigo de mi madre, y para colmo de males, podía tener la edad para ser mi padre?
Saco un pañuelo de mi bolso y limpio mis lágrimas. Antes de subir a las oficinas, paso al baño de la planta baja a lavarme el rostro. Mi madre no va a pasar por alto ver mi cara enrojecida y no estará tranquila hasta que le cuente que me pasa.
Casualidades de la vida. Si no hubiera salido a compra
