—Muy bien Elizabeth, comencemos —dice Octavius mientras se quitaba la chaqueta que tenía puesta. En ese instante, se encontraban en el gran salón de baile del castillo, el cual era del tamaño de una cancha de basquetbol. Aunque el lugar se encontraba limpio, continuaba teniendo ese aspecto rústico y antiguo a causa del mal estado en el que se encontraba, sin embargo Octavius lo vio como el lugar ideal para comenzar a entrenar hechizos de ataque con Elizabeth. —Verás, cada hechicero tiene un talento único que puede usar a la hora que alguien desee atacarte. Dime, ¿Qué sabes hacer, Elizabeth?, es decir dime todas las habilidades que tengas —pregunta Octavius cruzándose de brazos, mientras Harald estaba sentado viendo todo. La pelinegra comienza a pensar detenidamente hasta que decide resp
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