Elizabeth se dejó llevar. La joven extendió sus brazos para rodearlos sobre el cuello de Harald, acercándolo de esa manera hacia el cuerpo de ella, mientras el hombre en esa cercanía aprovechó para besarla una vez más. Nuevamente la lengua del rubio se unió con la de la joven, y entre tanto el intercambio de fluidos se efectuaba, Elizabeth podía sentir como Harald llevaba el completo control de ese beso; y ella, sintiéndose completamente extasiada lo permitía, al mismo tiempo que sentía las manos del antiguo guerrero quitándole el short que ella cargaba. Por un instante ambos se separaron, solo para darse espacio de poder desvestirse con facilidad. Y Elizabeth, mientras se quitaba su camiseta, observaba como Harald ya se había despojado de sus jeans. De esa forma ambos quedaron en ropa int