Me remuevo pesadamente entre las sábanas, al escuchar el molesto sonido del despertador taladrar mi cabeza. Gruño un improperio y tanteo por lo que pienso es mi buró, buscando el maldito aparato para que deje de sonar. Pero mis manos sienten algo blando y suave al tacto, que me hace sobresaltar un poco y me devuelven momentáneamente un instante de lucidez. —Buenos días, Evan —una voz conocida me hace alzar la cabeza a medias, aprieto fuertemente los párpados al recibir el resplandor en mis ojos. Jessica está a mi lado sobre la cama, mirándome con una suave sonrisa. Frunzo el ceño de inmediato, obligándome a recordar si había tenido sexo con ella o peor, en qué momento la había llamado y cómo diantres había entrado a mi casa. O quizás se trate de un sueño loco, de esos que no tienen pie