Capítulo 20: Tarde

2338 Words
Capítulo 20: Tarde ∗ ⋅Franco⋅ ∗ No. No puede ser. Estoy excediendo el limite de velocidad en muchos sentidos. Estoy cruzando los altos sin ningún tipo de prudencia, se que tengo que detenerme pero apenas me importa. Nada de esto tiene sentido. ¿Jessica es Nina? Alex lo sabía ¿Ella sabe quien soy? ¿Se acercó a mi con intención? Si Alex sabe quien soy ¿porque ella no lo sabría? Si son tan amigos… seguramente han estado trabajando juntos todo este tiempo. He sido un completo imbécil. Me engañaron, pensé que estaba engañándola y en realidad ella me engañó a mi. Reconocí a Alex gracias a ese enorme tatuaje, nos hicieron el mismo el día que nos “invitaron” a unirnos al bajo mundo, el mismo tatuaje de dragón, solo que yo lo tengo en el brazo y él desde el torso hasta el principio de la barbilla. Es difícil no notarlo. Nina, sin embargo, siempre fue una niña gordita y extremadamente tímida, sus padres eran los falsos religiosos más convincentes del mundo y la criaron como tal para mantener su tapadera, eso la hizo una niña temerosa e insegura. Todo lo opuesto a lo que es Jessica. O tal vez no. Tal vez “Jessica” ni siquiera existe, tal vez todo fue una actuación, un engaño. Una trampa. ¿Y aun así porque estoy manejando en dirección a dónde ella esta? ¿Por qué aún tengo deseos de rescatarla? Debería abandonarla, debería dejarla atrás y que pague las consecuencias de su engaño. Al final no sintió nada por mi, todo fue un juego para ella. Y aun así aquí estoy, corriendo a su lado. Escucho pitidos, ofensas y gritos, los autos a mi alrededor me odian y con motivos. Podría ocasionar un accidente grave si no es que ya lo hice, podría matarme, pero no importa, a nadie le importaría, la mafia recluta niños huérfanos por una razón. A nadie le importamos. Pero quise pensar que ella realmente me quería. Se lo advertí, le advertí que si se involucraba conmigo no habría vuelta atrás, ella era tan insistente, realmente aferrada a mi. Creí… no quise creer que su interés era genuino, me permití querer a alguien, me permití ser feliz. Idiota. Fui un completo idiota. Aprieto el acelerador y el auto se queja por el cambio repentino de velocidad. No me importa. Nada me importa. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── ∗ ⋅Luis⋅ ∗ —¿Qué ocurrió?— Nina levanta la cabeza que tenía oculta contra sus rodillas con la pregunta de Alex. Por su rostro húmedo y su nariz roja debe haber estado llorando. Ella niega con la cabeza como si no pudiera hablar y se abraza a Alex que parece confundido y preocupado por su gesto mientras pone una mano sobre su cabeza torpemente. Después de que yo rechazara la cercanía que Nina intento tener conmigo cuando llegamos a esta familia del infierno, ella y Alex se hicieron más cercanos. Supongo que después de mis múltiples rechazos durante cuatro años ella se resignó. Es lo mejor. —¿Qué ocurre, enana?— pregunta. Nina llora en brazos de Alex antes de que finalmente hable aun que de forma incoherente y cortada. No logro entender lo que dice pero Alex parece entenderlo porque de pronto se tensa y parece molesto. —Parece que su novio la terminó.—dice Alex. Recuerdo al estúpido chico que conoció en la iglesia. Patético, enclenque y sus lentes eran más grandes que su cara. Ese niño probablemente morirá virgen. Escucho a Alex gritar tras de mi pero yo ya estoy moviéndome antes de que pueda detenerme. Encuentro al ridículo niño en el parque en frente de la escuela híper católica en la que Nina estudia. Está riéndose y abrazado a otra chica que luce tan patética y poco agraciada como él. Realmente algunos hombres son realmente idiotas. Él ni siquiera tiene tiempo de verme, el golpe que le doy lo deja completamente noqueado. La chica grita y sale corriendo sin preocuparse por él más que por ella misma. Espero que le sirva de lección para que recuerde a que chica deja ir y a cual no. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── —Tiene que ser un malentendido— escucho a Alex intentando justificarse. —¿Sabes quien era él? ¡Es hijo del pastor! ¡Ahora esta hospitalizado!— me grita el señor Ortega sin dejar de golpearme con el atizador de chimenea. ¿Hospitalizado? ¿Por un puñetazo? El tipo es más débil de lo que pensé. —¿De que te ríes idiota?— me grita el hombre— ¿sabes lo que hiciste?— vuelve a golpearme y yo no hago ningún gesto de defenderme pese a que podría romperle todos los huesos con facilidad. No soy el niño de diez años que trajo aquí con falsas promesas de adopción y una familia. Me hecho fuerte, demasiado, pero también debo ser paciente antes de dar un paso adelante. Solo debo ser paciente. De pronto un incomodo grito femenino agudo lo detiene. Nina. Mierda. Ella no lo sabe, ella no sabe nada respecto a quienes son realmente sus padres y nos obligaron a mantener la tapadera. Ella no debía llegar hasta mañana de su pijamada de depresión con su amiga, algo sobre comer dos litros de helado y superar al idiota. ¿Qué esta haciendo aquí? Escucho sus pasos contra el piso y luego veo sus zapatos de charol negros pararse frente a mi. Me toma un segundo darme cuenta que se ha parado entre mi cuerpo sangrante en el piso y su padre. —Nina, vete— intento decir pero mi voz sale más débil de lo que me gustaría. —Nina…— su padre se escucha aterrado y sorprendido. Seria casi satisfactorio de escuchar si no fuera por el terrible dolor en todo mi cuerpo. —Papá ¿por qué lo golpeas?— ella también esta aterrada. —Nina vete a tu habitación— dice él y casi deja entre ver un poco de su verdadera personalidad. Al no recibir respuesta ella se gira hacía mi y se pone de rodillas manchándose las ridículas medias que su madre le hace usar de sangre, de mi sangre. —¿Estas bien? ¿Estas muerto?— me dice tocando mi cara. Que preguntas tan tontas, es realmente una niñita muy tonta. —Vete Nina— vuelvo a decir. Odio lo débil que sueno. —Sácala de aquí, Alex— ordena el hombre. Parece que Alex se niega porque él vuelve a decir con voz más autoritaria. —¡Sácala de aquí o lo mato! Hay un movimiento y pronto dejo de sentir la mano de Nina sobre mi mejilla. Hay algunos pasos, gritos, forcejeos y llantos antes de que una puerta se cierre con mucha más fuerza de la necesaria. Entonces los golpes vuelven a llover sobre mi. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── ∗ ⋅Franco⋅ ∗ El lugar es fácil de encontrar. Aron me esta esperando, no tengo dudas de eso. Jessica solo es un obvio rehén. Aron me quiere muerto, o completamente fuera de combate, quiere el poder completo. Lo imagen de Tristan viene a mi quien pese a ser mi jefe por muchos años también es mi amigo y ahora esta en coma en un hospital por culpa de este niño psicópata. Prometí que cuidaría su puesto, su territorio y a su familia. No puedo entregarlo todo, no por una mujer mentirosa como Jessica. Entonces ¿por qué siento este pesar espantoso sobre mi? Solo imaginar que Aron la lastimó hace que quiera abrirle el pecho y mantenerlo vivo mientras le saco los órganos y se los muestro. Si es que es biológicamente posible. No tengo el factor sorpresa de mi lado pero aún así intento no llamar la atención entrando por la parte de atrás. El auto se quedó entre los árboles lo suficientemente lejos para no ser visto. O al menos eso espero. Es un almacén viejo, esta completamente en desuso, es realmente un buen lugar para matar a alguien. Y alguno de los dos morirá hoy, no tengo dudas de ello. Aron no puede salir caminando de aquí. Ese niño no puede llegar a adulto. Será la destrucción total del mundo. Él es una bomba de tiempo. Me muevo a travez del área de carga dónde hay maquinarias enormes oxidadas y arruinadas por completo. Pasan casi diez minutos cuando me doy cuenta que no me he topado con ninguno de sus guardias hasta ahora. Él sabe que estoy aquí. Estoy caminando directo a su trampa. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── ∗ ⋅Luis⋅ ∗ Cuando vuelvo a abrir los ojos esta oscuro a travez de la ventana y solo la luz de la luna me ilumina a travez del frío piso de la casa. Una parte de mi se siente decepcionado por no haber muerto, pero la otra me recuerda que soy más fuerte de lo que yo mismo creo. Voy a sobrevivir. Y voy a hacer que Ortega desee haberme matado. Me sobresalto cuando siento algo frío contra un corte en mi ceja. —Esta bien— me dice Nina. No puede ser cierto. —Mierda, te dije que te fueras.— no estoy intentando contener mi ira esta vez. Para mi sorpresa ella sigue limpiando mi rostro ignorando mis palabras. Después de tantos años ya debe haberse acostumbrado a mi y simplemente ya no la intimido. Ella tampoco es la niña del pasado que se escondía de nosotros tras una cobija de tigre. —Pásame un trapo limpio— dice ella y me doy cuenta un par de segundos después de que no esta hablando conmigo. —Va a necesitar suturas.— es la voz de Alex. Realmente los dos son idiotas. —¿Eso significa llevarlo al hospital?— pregunta ella. Ella es tan inocente que es desesperante. —No, no podemos ir al hospital, tendremos que hacer lo que podamos aquí. —Déjenme en paz— reclamo pero de nuevo soy ignorado. De pronto soy levantado y me doy cuenta que estoy en la espalda de Alex, él me deja sobre el sillón blanco que ahora estará manchado con mi sangre. Dudo que eso salga con una lavada. Ellos no van a estar felices cuando lo descubran. —Estoy bien— intento razonar pero al darme cuenta que de nuevo estoy siendo ignorado finalmente me rindo y me resigno. Ellos susurran entre ellos un rato más mientras limpian mis heridas. Nina dice algo sobre buscar suturas en internet y no se porque creo que debería cuidarme más de ellos que de los Ortega. —No hay analgésicos— dice Alex. —Solo haz lo que tengas que hacer— digo con la voz pastosa. Y lo hacen. Y duele como el infierno. Realmente desearía que me hubieran dejado morir para este punto. Entonces el entendimiento llega a mi. Ella lo sabe. Ella sabe la verdad sobre su familia ahora, y si no sabe toda la verdad al menos sabe que su padre no es lo que ha querido aparentar hasta ahora: el hombre débil, devoto a Dios, casi santo. Es un despiadado psicópata. Me encuentro preocupándome por cómo está manejando esto y como la afectará a partir de ahora. Es su única hija biológica así que realmente quiero creer que estará bien. Después de todo, su vida no ha sido más que una mentira. —Listo, creo que lo hicimos bien— dice Nina y suena realmente agotada. Yo siento tanto dolor que ya soy incapaz de hablar. —Va a estar bien— le responde Alex. Me sobresalto cuando siento algo húmedo pero cálido al mismo tiempo en mi mejilla ahora limpia. —Gracias por cuidar de mi— es la voz de Nina que susurra contra mi oído antes de alejarse. Tengo el impulso de decirle que no estaba cuidando de ella pero se aleja antes de que yo encuentre la energía para mover la boca. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── Lucho por mover mis pies uno tras otro. Aron sabe que estoy aquí, no hay manera ahora de hacer que no lo note. Sin el factor sorpresa de mi lado simplemente puede enfrentar de frente lo que venga. Abro las puertas que dan al estacionamiento abandonado y encuentro ahí a Aron sentado en una silla de madera, reclinado cómodamente contra el asiento de esta y rodeado por dos hombres y una enorme mujer que reconozco. Estuvo en nuestro equipo un tiempo, incluso entrenó a la hija de Tristan en la pelea cuerpo a cuerpo… Una espía. ¿Cuántos informantes más tuvo o tiene Aron entre nosotros? Esto es una mierda. —¡Bienvenido!— exclama abriendo los brazos de forma extravagante. Es todo un teatrista. —¿Dónde esta?— pregunto directamente. Si fuera a matarme lo habría hecho desde que entré, sin duda quiere hablar conmigo. —No te enseñaron cortesía, Franco. Se saluda a tu anfitrión antes de hacer preguntas— se queja él levantándose. Es incómodamente alto y grande para un chico de su edad. Es justo el tipo de chico que la mafia suele reclutar, no puedo evitar recordar a Alex y a mi cuando fuimos reclutados. Solo que ninguno de los dos quería eso, pero él realmente parece disfrutarlo. —¿Dónde esta?— pregunto con menos paciencia. Aron levanta las manos en un gesto de rendición. —Entiendo, entiendo eres un hombre ocupado. Iré al punto— hace un gesto a la enorme mujer que se mueve tras una columna, entonces toma algo y lo lanza frente a mi. Tardo un momento en procesarlo, un momento tan solo en darme cuenta de lo que estoy viendo. Los latidos de mi corazón se hacen tan fuertes que son lo único que escucho. No… no puede… No puede ser Jessica. En medio de el golpeteo en mis oídos escucho la voz del demonio decir: —Parece que llegaste tarde.
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