Capítulo 1: Por una noche
Capítulo 1: Por una noche
Usar un vestido corto en una noche de invierno a menos cinco grados de temperatura tiene sus ventajas, las miradas sexis de esos dos sementales extranjeros sin duda es una de ellas. Las grandes desventajas son sentir que tus piernas se están rompiendo en dos o directamente dejar de sentirlas. Estoy en la etapa de romperse en dos pero pasando a la etapa del adormecimiento muy rápidamente.
Estoy luchando para no abrazarme a mi misma y lucir como la mujer fatal que mi papel me exige.
Le sonrío al gran hombre en la entrada que es más grasa corporal que músculo real. Él me mira lascivamente de arriba a abajo antes de poner la cinta en su lugar impidiéndome el paso.
—Solo parejas.
Tiene que ser una broma.
—Tony, me conoces, soy Jess, vamos…— intento evadir la cinta pero su enorme cuerpo con olor corporal a perfume de catalogo se atraviesa de nuevo frente a mi haciéndome retroceder torpemente por mis enormes tacones.
—Es noche de solo parejas, si quieres pasar vuelve mañana.— me responde sin cambiar su expresión aburrida y malhumorada de bibliotecaria divorciada.
Suspiro con resignación.
—Bien, te dejaré besarme.— luchó con que mi estomago no regrese la pizza de esta mañana con la idea.
—Lo siento, Jessica. Vuelve mañana.
Muy bien la prostitución voluntaria no funcionó. Solo me queda suplicar. Junto las manos en forma de rezo frente a mi y hago el mejor puchero de perrito abandonado que puedo lograr.
—Tony, por favor…
—Esta bien, ella viene conmigo.
Mi suplica se interrumpe por una profunda voz masculina detrás de mi.
En verdad detrás de mi, detrás de mi al grado que podríamos estar ocupando el mismo espacio. Tan cerca que casi puedo sentir su respiración empujando contra mi espalda y puedo sentir lo cálido que es su aliento cuando escucho su voz demasiado cerca de mi oído.
Casi brinco cuando siento unos brazos firmes envolverme desde atrás y apretar mi cintura.
—Siento llegar tarde, cariño.
Las ventajas de hacer de una mujerzuela es que puedo estrecharme contra él sin que nadie lo cuestione.
Carajo ni siquiera se quien esta detrás de mi pero ya estoy imaginando como se sentiría si pasara esas deliciosas manos de mi cintura a mi cuello…
Creo que no debí beber ese wisky antes de salir de mi casa y tampoco debí comprar otra botella de camino aquí y definitivamente no debí terminármela.
Hay muchas cosas que no debería hacer, probablemente sonrojarme como una novicia cuando el hombre se acerca para susurrarme al oído, es una de ellas.
—Entremos— me dice y finalmente la cinta roja de terciopelo deja de impedirme el paso al interior del club. No he tenido la oportunidad de mirar al hombre tras de mi pero la expresión de terror en el rostro del portero me hace emocionarme más que retroceder.
Soy alguien que disfruta de los riesgos, especialmente si vienen en un paquete de musculatura y voz grave.
El hombre no me suelta hasta que estamos en el interior del club. Las luces neón hacen un poco difícil ver y hay más personas de las que esperaba porque caminar es aún mas complicado. Finalmente hago el gesto de girarme para poder ver a mi falso novio pero sus manos me sostienen por la cintura con fuerza impidiéndome moverme.
—No te gires.
¡Dios, Buda y supermán! ¿Por que tiene que hablar tan bajo, tan ronco y tan cerca de mi?
—¿Por qué no?— mi voz suena más sin aliento de lo que esperaba. A diferencia del obeso Tony a quien le hace falta una ducha, este hombre tras de mi huele lo suficientemente bien para que mi cerebro este empezando a olvidar como me llamó y en que año nací, o tal vez el wisky estaba adulterado.
Él huele a madera, a café y a… ¿pólvora?
Interesante.
—No quieres involucrarte conmigo.
Carajo, no le puedes decir eso a una chica con ese sexy tono de voz y esperar que te haga caso.
—¿Entonces me usaste para poder entrar al club?— pregunto con falsa indignación.
—No— de pronto sus brazos me estrechan con fuerza cuando me responde.— yo te dejé usarme a mi.
Entonces me suelta y cuando me giró él ya no esta detrás de mi.
Mierda.
Casi siento el impulso de ir a buscarlo. Solo tendré que olfatear a todos los hombres del bar hasta que encuentre al correcto.
Ese chico debió pensarlo mejor antes de intentar seducir a una detective privada.
Oh, soy una detective privada…
Rayos.
El hombre de voz sexy tendrá que esperar.
A diferencia de mi novio falso de cinco segundos, mi misión de hoy es más fácil de encontrar.
Me siento a su lado.
—Un wisky seco por favor, Tony— le digo al bartender que se acerca al verme.
—Mi nombre no es Tony— me dice él confundido.
—Lo siento cariño, le digo Tony a todos los hombres que conozco, quien sabe, tal vez tengo suerte y uno realmente se llame Tony.— cruzo las piernas y subo mi tono con emoción— ¿te puedes imaginar la sorpresa en el tipo si realmente se llamará Tony y yo le digo Tony cuando no me conoce?, estará tan confundido que…
—Te traeré tu wisky— me interrumpe fastidiado.
Tengo ese efecto en los hombres.
—No me llamo Tony, pero no me molestaría si me llamaras así.
Finjo sorpresa cuando el hombre sentado a mi lado me habla con interés. Me giro hacía él dejando que mi largo cabello rojo oscuro se deslice por mi hombro dejando a la vista mi cuello y mi clavícula desnuda, puedo sentir como su mirada sigue ese camino hasta detenerse en mi escandaloso escote.
Lo miro de soslayo haciéndome la interesante.
Es el típico hombre de cincuenta años que ha escapado de su gruñona esposa que le dice que pase más tiempo con los niños, refugiándose en un club exclusivo buscando a una linda y joven chica ingenua que lo salve de su crisis de la mediana edad.
—Mmm tu no tienes cara de Tony.
Me inclino hacía él dejando que mi escote se haga más pronunciado al decir:
—Tendría que pensar en algo más interesante, algo como Maximo o Zeus.
Él parece alagado…
O tal vez solo esta muy interesado en mi escote. No es que lo culpe, mi escote es realmente genial.
Él se acerca más a mi y lamentablemente no huele a café, madera y armas de fuego. Huele a humedad y naftalina.
—Me quedaré con Zeus— me dice con un tono de voz que intenta ser seductor pero hace que las comisuras de mi boca luchen por no tirarse hacía fuera en una sonrisa llena de pena ajena.
—Me encanta, Zeus— le dijo jugueteando con los botones de su aburrida camisa de cuadros. Miró a mi alrededor con falsa modestia antes de volverme hacía a él— ¿te gustaría ir… a otro lugar?
Sus ojos van de mi rostro a mi escote un par de veces antes de que me responda casi babeando.
—Me encantaría.
Sacarles información es más fácil cuando no dejan de mirar tu escote.
—Te veo afuera.
Le guiño un ojo y me alejo asegurándome de que mis caderas se muevan inapropiadamente mientras me alejo. Solo para asegurarse y por si “voz misteriosa olor a café” esta mirando.
Tengo el impulso de quedarme y buscar a mi novio falso de 5 segundos pero me recuerdo a mi misma que tengo una renta que pagar y un estomago que llenar (el mio) y para eso tengo que trabajar.
El apelante a Zeus cuyo verdadero nombre es Robert Johansen es un rico y petulante empresario de telefonía que sirve como tapadera para lavar enormes cantidades de dinero manchado de sangre.
Toda una joya.
Pero el hombre solo presta su empresa a mi verdadero objetivo. Él es solo la pequeña pieza del ajedrez de alguien más.
Me pierdo un poco entre los chicos completamente drogados que bailan en el centro de la pista y bailo con ellos sin que se den cuenta que ni siquiera me conocen para darle tiempo al postulante a Zeus de que salga del bar para encontrarme afuera.
Bien, creo que le he dado el tiempo suficiente para salir y pensar en mi bonito escote.
Me deslizo entre la gente hacia la puerta.
—¿Y tu novio?— me pregunta Tony, el de la puerta.
—Me dejó por una jovencita.— digo con un tono de voz de actriz dramática de los cincuenta. Me limpio una lagrima falsa con derrota.
—Tu eres una jovencita, Jessica
—Lo se.— le digo guiñándole un ojo antes de darle la vuelta al club para ir a la parte de atrás dónde hay menos gente y más posibilidades de perder el teléfono y la cartera. Que bueno que voy armada. Tal vez debería quitarle lar cartera y el teléfono a alguien, ser asaltante parece más practico que ser detective. Al menos no tengo que seducir a nadie.
Nah. No sirvo para robar. No soy tan buena para correr a toda velocidad con el bolso de una rica descuidada en mis manos mientras me grita: ¡deténgala!
Buscó al aspirante a Zeus pero no esta por ningún lado.
¿Mis habilidades de seducción están flaqueando?
Estoy por volver al club para buscarlo cuando me doy cuenta…
Mierda.
Me cubro la boca para contener mi expresión de sorpresa cuando me doy cuenta qué hay un cuerpo a unos metros de mi. Me acerco mientras las piernas me tiemblan incómodamente y no es ni por el wisky ni por los enormes tacones.
El hombre esta muerto.
Su cuerpo esta frente a mi rodeado de sangre. Su garganta esta perfectamente cortada en la carótida haciendo un obsceno charco de sangre a su alrededor. Entre más me acerco más me golpea el olor a sangre y restos de miedo.
Parece que yo no era la única con una misión aquí y parece que no era la única tras Robert Johansen que ahora tiene la garganta abierta frente a mi.
La realidad me cae encima y me doy cuenta que estoy en medio de una escena del crimen y que tengo que salir de aquí antes de ser parte de la escena del crimen.
Comienzo a caminar tan rápido que estoy a un paso de correr mientras voy hacia dónde haya un grupo de gente lo suficientemente grande para que el cortador de gargantas se lo piense dos veces antes de cortar la mía.
Miro hacía atrás para asegurarme de que no estoy siendo seguida cuando mi cuerpo se estampa con alguien frente a mi.
Estoy tan nerviosa que casi gritó pero la mano del desconocido sobre mi boca me detiene.
Su aroma y su presencia me golpea como una ola de mar o una ola en un partido de futbol cuando todo están muy ebrios para ser cuidadosos con su prójimo.
Es “voz misteriosa olor a café”.
—¿Estas bien?— me pregunta en voz baja.
Si definitivamente es él.
Dios, Zeus, supermán y Mario bros. Pese a la poca iluminación de las calles puedo decir sin duda alguna que este hombre es simplemente impresionante. Tiene tatuajes desde los dedos hasta el cuello y un cuerpo claramente musculoso debajo del traje. Su cabello corto es casi el de un soldado, su rostro serio como la muerte también, su perfecto rostro de Dios griego solo se ve perturbado por una ligera joroba en su nariz recta que parece producto de golpes recibidos en alguna pelea callejera.
Dios es tan sexy.
¿Este es mi novio falso de cinco segundos?
Tengo buen gusto.
Finalmente me doy cuenta que él me preguntó algo y yo he estado ocupada comiéndomelo con los ojos.
—¿Estas bien?— pregunta él de nuevo.
—Claro, ¿por qué no lo estaría?— respondo tranquilamente.
—Porque corrías como una loca por la calle.— me dice con una voz monótona que no deja entre ver si esta preocupado o solo fastidiado.
Entonces recuerdo al hombre muerto tras de mi. Tengo que salir de aquí.
Aunque…
Dudo que nos volvamos a ver de todas formas.
—Sabes mi cita acaba de abandonarme— para ir a la otra vida— te gustaría remplazarlo.— tal vez el papel de mujerzuela se esta metiendo demasiado en mi. No es que me este quejando.
—Estoy ocupado— me dice sin cambiar su expresión pero con ese tono de voz que es tan sexy que estoy empezando a arrepentirme de no traer ropa interior debajo de este vestido
O tal vez estoy ovulando.
—Esta bien— si no tuviera estos enormes tacones me tendría que parar de puntas para la locura que estoy apunto de cometer. Bueno ese es mi talento. Tiró de su corbata y lo beso apenas un segundo tomándolo por sorpresa. O eso supongo por el ligero cambio en su expresión.— pero que conste que yo termino contigo novio falso. Por cierto gracias por ayudarme a entrar. Adiós.
Paso a su lado sosteniendo lo que queda de mi dignidad después del rechazo.
Lo siguiente que se es que estoy atrapada entre la pared y el hombre más sexi que he visto en mi vida. Sus labios están en mi boca, en mi cuello en todas partes, mis manos se mueven solas hacia los botones de su camisa pero me detiene sosteniéndome por las muñecas con fuerza. Así que es de esos hombres dominantes.
Me encanta.
Me inclino cuando nuestros labios vuelvan a encontrarse. Él suelta mis muñecas para agarrar mi cintura y yo envuelvo mis brazos al rededor de su cuerpo. Esta tan cerca de mi ya pero solo quiero acercarlo más.
Entonces se aleja sus ojos verde oscuro como un bosque escalofriante me taladran en silencio un momento, observándome.
—Esto es una mala idea, te lo dije.
—“No quieres involucrarte conmigo” Eso suena muy tentador. A las chicas nos gusta el peligro.
Él se aleja de mi y siento el frío de la noche volver a envolverme.
Entonces realmente comienza a alejarse.
¿Se irá y me dejará así? Bien.
—Bueno, supongo que ese lindo europeo que miraba mis piernas en la puerta del club estará más interesado.
Sueno más herida de lo que me gustaría. No es que me culpe, acabo de lanzarme literalmente a los brazos de este hombre y acaba de mandarme por un tubo.
Muy bien. Lo superare.
El frío me envuelve y me abrazo a mi misma mientras comienzo a caminar para encontrar mi auto.
Al segundo siguiente estoy de nuevo contra la pared.
Que hombre mas bipolar.
Lo dejo besarme un segundo antes de girar la cara lejos de él.
—No puedes tratar a una mujer así y esperar que lo acepte.
Casi grito cuando me levanta haciendo que agarre sus caderas con mis piernas para no caerme.
—Eres una mujer problemática— me reclama y suelto un sonido vergonzoso cuando algo se rosa entre mis piernas mientras su boca desciende hasta mi cuello. Realmente sabe como usarla.
Gritó de verdad cuando él me muerde con la suficiente fuerza para que parezca que quiere castigarme.
—Lo soy y no me disculpo— respondo con una voz lamentablemente excitada.
De pronto se congela al mismo tiempo que yo escucho los gritos no de excitación si no de terror de un grupo de personas agrupándose en coro.
Parece que encontraron el cuerpo.
El sonido de las sirenas de policía y las ambulancias definitivamente son tan efectivas como un baño de agua helada para arruinar el estado de animo.
Él me baja con cuidado.
Espero a que se de la vuelta y me deje aquí vergonzosamente sola de nuevo como la mujerzuela que finjo ser, pero me sorprende cuando lo veo quitarse el saco.
¿Él realmente va a…
Si, él deja el saco sobre mis hombros como un caballero brillante y no como el hombre salvaje que iba a tomarme contra la pared de un callejón.
—Vete, este lugar es peligroso.— me dice abotonando el primer botón del traje cubriendo mi lindo escote. Ahora el olor a café/madera/armas de fuego esta alrededor de mi.
Se da la vuelta
—Casi me violas en un callejón, me gané saber tu nombre.— bromeo aunque no parece el tipo de hombre que sonríe mucho.
Él se detiene y yo aprovecho para añadir.
—Te advierto que si no me lo dices te diré Tony y a todos los hombres los llamo Tony.
—Soy Franco.— me dice cortante.
—Soy Jessica— añado aunque no me lo preguntó.
Pienso que se irá pero añade:
—Hasta nunca Jessica.— son sus últimas palabras antes de irse.
—Hasta nunca, Franco— añado aunque él ya no puede oírme.
Tiro del saco sobre mis hombros antes de finalmente ir a buscar a mi auto.
Mi objetivo murió y mi novio falso me terminó.
Ha sido una noche productiva.