Capítulo 21: Luis

2677 Words
—No lo haré. El golpe que recibió resonó en todas las habitaciones, los pájaros que estaban en la ventana huyeron asustados. Nina se llevó una mano a dónde la cachetada aún zumbaba contra su piel. —Hicimos muy mal en dejarte juntar tanto tiempo con tus hermanos mayores. Especialmente con Luis. Han sido una mala influencia para ti. Ahora, no estoy preguntándote si quieres, irás al internado y fin de la discusión. —¡Pero mamá! Su madre ya no la estaba escuchando y Nina la ve perderse en la cocina. Se lanza contra el sillón y grita contra la almohada hasta que se queda sin voz. Luis vió el intercambio y los puños en sus costados se apretaron con el golpe que resonó contra la mejilla de Nina, pero no pudo hacer nada ademas de mirar, les había sido prohibido acercarse a ella. Sabía que solo metería a Nina en más problemas y debía mantener el perfil bajo… Solo un poco más. Y él que Nina se vaya a un internado es bastante oportuno Desde él día en que el padre de Nina lo golpeó, ella fue enclaustrada en su cuarto y él único día que su madre le dió permiso de salir fue para que no pudiera hacerlo otra vez. La inscribieron en un internado al otro lado del mundo, pesé a su llanto y a sus lagrimas no hubo nada que ella pudiera hacer. Fue un día de invierno cuando Nina se fue. —Pórtate bien enana, eres un imán de problemas, debes evitarlos, ¿de acuerdo?— le dice Alex dulcemente con un último abrazo. Nina parece dudosa cuando se acerca a Luis que esta recarga en la puerta de la entrada con las manos en los bolsillos y una blusa ligera pese a la nieve que cae a su alrededor. Sus padres tocan el claxon de auto apurándola. —Adiós Luis.— ella a diferencia de con Alex solo le hace un gesto con la mano antes de alejarse al auto pero a un paso de entrar al auto se regresa corriendo y se abraza a él sorprendiéndolo.— gracias y lo siento— le susurra antes de alejarse y correr al auto. Luis ve que en su camisa hay una mancha de las lagrimas de ella. Ella no quiere irse. Pero es lo mejor. Se lo repite a si mismo mientras el auto se aleja. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── No, no puede ser cierto. No puedo moverme, no puedo hacer nada ademas de mirar que la única persona en mi vida que me he permitido querer de verdad este muerta por mi culpa. —Es gracioso como te las arreglaste para perderla dos veces— se burla Aron.— cuando finalmente la encontraste… volviste a lastimarla. Si ella no se hubiese involucrado contigo no estaría aquí… si tu no hubieses llegado a su casa en esa primavera ella no habría quedado huérfana en invierno… como tú. Levanto la mirada del cuerpo de Jessica en el suelo a Aron. ¿Qué esta diciendo? —¿Qué?— se burla— ¿Por qué pareces tan sorprendido? ¿Crees que no lo sabía? Se quien es ella, me costó mucho pero lo averigüé. ¿Por qué otra razón crees que estaría aquí? No secuestraría a una simple mujer con la que te acuestas, ¿qué clase de novato crees que soy? Gianna no mató a tu hermana… fue una inútil de principio a fin— añade Aron diciendo lo último entre dientes— como sea— dice volviendo a su expresión burlesca— deberías agradecérmelo, ahora ella no averiguará que tú fuiste quien mató a sus padres. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── El inverno es confortable, es frió y espeso, si no te cubres correctamente los huesos te duelen tanto que no puedes pensar en otra cosa que no sea dolor… dolor físico. Pero el dolor emocional se apaga como si el dolor emocional fueran llamas ardientes y el frío se encargara de mantenerlas apagadas. Por eso amo el frío. Nina se fue y Alex esta entrenando, yo debería estar entrenando, hace dos meses recibimos nuestra primera arma y apenas estamos aprendiendo a usarla. O eso es justo lo que yo espero que ellos crean. Siento la presión de la pistola contra mi muslo mientras camino entre los pasillos estrechos de la casa hasta la habitación principal. La habitación de los Ortega. La habitación de esos hijos de puta que vendieron a dos niños huérfanos por dinero. Pateo la puerta solo porque el gusto de hacerlo. Ellos estaban dormidos, cómo si merecieran dormir, como si merecieran descansar después de todo lo que han provocado. Tardo en darme cuenta, sin embargo, de que en el cuarto solo estamos la señora Ortega y yo quien se cubre con las mantas de la cama asustada por mi presencia y el hecho de que estoy apuntándole con un arma directo a la cabeza ¿Dónde esta su esposo? La pistola presionando desde atrás de mi nuca es la respuesta. —Sabía que había algo mal contigo. ¿Crees que no me daría cuenta que no has ido a entrenar estos días? Niño imbécil. Se que va a golpearme ahora porque no tiene intenciones de matarme pero ya no estoy fingiendo, giro mi cuerpo 180 grados y estoy frente a él en un segundo, y un segundo más esta desarmado. —No soy más un niño.— respondo y disparo, ni siquiera lo pienso, no necesito teatros ni ruegos de perdón, solo que desaparezca de mi camino. El grito de su esposa me recuerda que ella sigue aquí y realmente no debería haberla subestimado cuando un dolor profundo me atraviesa el hombro haciéndome soltar el arma. Afortunadamente la mujer tiene mala puntería, porque mi error fue darle la espalda. —¡Maldito! ¡Nosotros de salvamos de la basura y así nos pagas! Ella va a dispararme, ¿realmente voy a morir aquí hoy? Supongo que es lo mejor. Entonces soy lanzado al suelo, me golpeó la cabeza con la esquina de su tocador y no me desmayo pero si me mareó al grado de rosar el desmayo. Tardo un momento en reconocer a la nueva persona en el dormitorio. La persona que se sostiene el costado con dolor y luego se derrumba en el suelo. —Alex— su nombre sale ahogado en mi garganta. ¿Qué hace este idiota aquí? Tomó el arma que dejé caer un segundo antes y aprovecho la conmoción para dispararle a la mujer justo en la cabeza. Por fortuna mi puntería es buena. Entonces corro hacía Alex y aprieto su costado donde la sangre brota sin control. —¿Qué hiciste imbécil? No tenías que haber estado aquí. —¿Imbécil?— pregunta él con un tono burlón— Ibas a matarlos ¿y luego qué? ¿Irías a prisión? —Ese es mi problema. Él abre la boca para decir algo pero algo revienta por la casa y suena como un cristal rompiéndose tras otro. —Le prendí fuego a la casa— me dice con al voz llena de dolor. —Tienes que salir de aquí. Nadie encontrará nuestros cuerpos. Nadie sabrá que tu los mataste. Me rió pero no hay humor en mi risa. —Eres un maldito loco.— entonces lo levanto en mi espalda como él hizo por mi cuando fui golpeado por el señor Ortega. Y lucho por salir mientras la casa se llena cada vez más y más de humo asfixiante. —Déjame, no podrás salir. —Cierra la boca— le respondo pero mi voz suena ronca por el humo. Pero es demasiado, Alex no es un tipo ligero, el humo esta apunto de asfixiarme y el golpe en la cabeza aún se esta cobrando porque termino en el suelo con Alex que se queja de dolor a mi lado. —Lo siento, mierda. La puerta esta tan cerca, solo tenemos que cruzar la sala hasta ella. Entonces algo cruje sobre nosotros y entonces el techo se derrumba sobre nosotros. Por instinto me muevo pero Alex no lo hace. —¡Alex!— grito pero no hay respuesta. Los escombros cayeron sobre él. Corro a su lado y lucho por quitar los restos del techo pero son demasiado pesados. —¡Idiota, di algo!— reclamo pero no hay respuesta. No… Lucho y lucho hasta que me sangran las manos pero no logro moverlo. La puerta se abre y escucho gritos, alguien tira de mi hacía atrás, una mano, dos, cuatro. Son fuertes y me están arrastrando, alejando de la posibilidad de salvarlo. Justo cuando me obligan a cruzar la puerta la casa se derrumba. Con todos ellos adentro. Se han ido. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── —Realmente eres cruel Franco, cómo pudiste involucrarte así con ella después de lo que le hiciste. La convertiste en una paría como tu, sin nadie en el mundo. ¿Y aún así le permitiste amarte? Eso es realmente cruel… te admiro. Mi corazón late con fuerza en mi pecho con los recuerdos, con la voz de este imbécil escupiendo su veneno. Lo miro y se que tengo los ojos cargados de sangre. La enorme mujer hace un gesto de agarrar a Jessica, pero saco mi arma en un instante y le disparo en la mano. Ella grita agarrándose la herida. —No la toques— la amenazo dando un paso al frente. Estoy temblando, temblando de rabia y de impotencia. —Déjalo, es un sentimental— dice Aron sin perturbarse ni un poco. Doy un paso a Jessica pero escucho el arma cargándose de Aron y se que apunta en mi dirección sin tener que mirarlo. —Nunca dije que podías tocarla tú. Te llevaras su cuerpo si te comportas y haces lo que te digo. Eres un sentimental así que estoy seguro de que eso te importa. —Vete a la mierda— respondo pero no me muevo. Él se ríe como si le hubiese contado un chiste. Quisiera estrellar su cara contra el piso hasta que sea irreconocible. —Todos nos iremos a la mierda algún día, pero ahora mismo… es tu turno Franco. Me doy cuenta de que va a dispararme antes de que lo haga pero no me muevo. El disparo me alcanza en la pierna y caigo de rodillas. —Lo siento, pero eres muy alto y odio mirar a la gente hacía arriba. —Eres un maldito psicópata y voy a matarte.— respondo desde el suelo. Miro entonces en dirección al cuerpo de Jessica y me doy cuenta. Ella esta… Respirando. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── —¡Estas embarazada! —Y tú estas en la puerta.— respondo empujándolo. O al menos intentándolo. —Ada, se que eres una mujer fuerte, se que podrías conquistar el mundo si quisieras, pero tienes un embarazo delicado aquí y podría romperse tu fuente en cualquier momento, no voy a llevarte a la boca del lobo incluso si ese lobo es nuestro hijo. —Él los va a matar si es que no lo hizo ya— estoy llorando, nunca lloro y estoy llorando como loca llena de desesperación.— Esto es mi culpa, todo esto es mi culpa, es mi culpa que Aron se convirtiera en esto. Es mi culpa, yo… Masón da un paso hacía mi y me envuelve en sus brazos, yo dejo que lo haga y me apoyo en su pecho que es amplio y fuerte y siempre me da seguridad. —Los dos sabemos que nada de esto es tu culpa, tu padre te arrebató a tu hijo antes de que tuvieras la oportunidad de cargarlo al menos una vez y desde ese día lo único que hiciste fue buscarlo sin descanso. Si vamos a culpar a alguien puedes culparme a mi, no fue capaz de protegerlos y Aron lo sabe. Él tampoco te culpa. Quiero decirle que no es su culpa pero él me toma en brazos antes de que pueda decirlo. —Iré a buscarlo, te devolveré a Jessica en una pieza y traeré a Aron si quieres para que le des una buena tunda. Pero ahora debes descansar. Tenemos otra hija que cuidar y no la pondremos en riesgo. Tiene razón. Jodídamente tiene razón pero no deja de doler. Tomó su brazo y lo aprieto con ansiedad. —Sálvala Mason.— le ruego. —Lo haré— responde. Me besa antes inclinarse sobre mi… y robar las llaves de mi auto. —Porque te conozco— me dice tintineando las llaves y saliendo de la habitación. Quiero discutirle pero una punzada me llega, luego no es solo una punzada es un dolor penetrante. Miro hacía abajo y esto mojada, realmente mojada. Se me rompió la fuente. Abro la boca para llamarlo pero la voz se me ahoga en la garganta cuando una punzada más fuerte de dolor me ahoga. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── Aron nota a dónde se ha ido mi atención y se ríe aplaudiendo. —Lo siento, Franco. Me gustan las bromas. No quise engañarte. Pero me sorprende lo rápido que lo descubriste. Voy a matarlo, maldita sea, no va a salir de este lugar con vida. —Pero no metí sobre su delicado estado, lleva mucho tiempo desangrándose, entre más lo piensas más cerca esta ella de morir. Tienes que decidir, solo ríndete, entrégame el poder y llévate lejos a la familia de Thorsen. Te dejaré tomarla y llevarla contigo. Solo necesito que lo digas. Las declaraciones habladas son tan validas en la mafia como cualquier documento escrito, y estoy seguro que él esta gravando esto en alguna parte. Jessica esta tan pálida, tan inmóvil, boca abajo en el suelo realmente creí que estaba muerta, realmente puedo creer que lo estará pronto si no hago algo al respecto. Tristan sacrificó todo por su familia, para que sus hijos pudieran tomar el lugar que les corresponde en el poder cuando crezca. No puedo entregar todo después de su sacrifico. Pero Nina… Jessica esta muriendo frente a mi. La dejé morir una vez, cuando realmente pensé que estaba muerta, cuando pensé que Gianna y Aron la tenían, la sacrifiqué por el bien de la familia de Thorsen. No tengo el valor para hacerlo de nuevo. —Te daré el poder que quieres, te cederé el puesto como jefe de la mafia…— la voz se me ahoga mientras la traición que estoy cometiendo se me entierra en la garganta.— pero no voy a darte sus tierras. Si las quieres tendrás que quitárselas. —No estas en poder de negoci… —Son solo niños, la mayor acaba de cumplir nueve años. No será un problema para ti. Tendrás que ganártelo. Pero podrás llamarte a ti mismo jefe de la mafia… a partir de este momento, ¡siempre y cuando te largues ahora mismo! Puedo sentir la sonrisa en su rostro sin que lo mire. Mi atención completa esta en la mujer en el suelo. Realmente acabo de entregarlo todo por ella. —No son los hijos de Thorsen los que me preocupan si no tú. Cómo dijiste, son solo unos niños. Podría retener a Nina el resto de su vida si con eso me aseguro que no te meterás en mi camino… —Desapareceré— respondo interrumpiéndolo.— no volverás a saber de mi. Pero déjala en paz. —Muy bien, tienes veinticuatro horas. Le hace un gesto a dos de sus hombres que se acercan a Jessica. Me muevo en un instante y me las arreglo para ponerme de pie e interponerme entre ellos. —No saben el dolor que soy capaz de infringirles si le tocan un cabello. —Es el trato, Franco. Te la daré cuando hayas desaparecido y hayas hecho publica tu declaración sobre ceder el poder. —Dijiste que se esta desangrando, necesita ir al hospital. Odio la sonrisa cínica en la asquerosa expresión de Aron. —Entonces más vale que te des prisa.

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