No pude soportarlo más y salí de allí a toda prisa. En cuanto me alejé de la sala, empecé a correr por los pasillos. No sabía hacia dónde me dirigía, solo quería escapar de aquel lugar. Después de correr por unos minutos, me apoyé en una pared y me dejé caer hacia el suelo. Alcé mi cabeza mirando al techo mientras dejaba salir las lágrimas en silencio. Parecían que nunca se acababan. Levanté las rodillas para apoyar mis brazos en ellas. Me sentía cansada y me dolía todo el cuerpo. Me permití cerrar los ojos unos segundos hasta que escuché unos pasos apresurados a mi derecha. Dirigí mi mirada hacia esa dirección y me encontré a Gabriel corriendo hacia mí. Llevaba unos pantalones negros anchos y una camiseta blanca de mangas cortas por fuera del pantalón. Se detuvo frente a mí con una