Déjala atrás, busca a cualquier otra, sal a correr, invita a Dora, tócate tú solo en el cuarto. No vayas tras ella, ni siquiera voltees a mirarla. Que no te alcance, piérdela de vista. Ella es imposible para ti. Todavía no podía creer como pude contener y salir de la cocina dejándola ahí. Aunque ya no pudiera seguir adelante, no dejaba de sentirme completamente satisfecho y feliz por haberla tocado en ese breve espacio de tiempo, y que ella me acariciara a mí. Con las piernas temblorosas, apenas en mis cabales llegué a la habitación, abrí sin mirar atrás y entré. Sacude tus pensamientos, me dije. Algo debe estar mal en ella para querer estar contigo. Escuché los pasos afuera, me detuve de dar vueltas en mi pequeño cuarto. No hizo falta que tocara la puerta, sabía que estaba ahí, detrá