Oculto en las ramas, apenas pudiendo mantener el equilibrio por el frío y lo inestable de la tierra, veía a través de la ventana como Santos le quitaba la ropa. Como un estúpido cerré los ojos, sería peor si descubría lo que había debajo de su ropa, siempre era peor saber. Cuando volví a ver por la ventana de la casa donde se mudó Astrid recién casada, ya la tenía sobre la cama. Ella acariciaba su cabello, besaba sus mejillas, peor aún, cerró los ojos cuando él la hizo suya. Yo cerré los míos con fuerza, no entendía este dolor rabioso en el pecho, tampoco como comenzaba a excitarme lo que veía. Abrí los ojos. La tenía en frente. Por supuesto que me sorprendí, yo estaba dentro de su cuerpo y ella se movía. Se movía y me acariciaba, entonces no quise discutir quien había estado antes que