Tuve que encerrarme en el cuarto para evitar escuchar los gritos llenos de dolor de la señora Consuelo. Sabía que Ismenia estaba ahí, junto a mí, que me miraba con Flor en los brazos, también ella lloraba, después de todo, Santos era m*****o de la casa donde ella trabajaba, aún sabiéndolo yo no reparaba en ninguna de las dos y me cubrí los oídos. Me temblaban las manos, me temblaba todo el cuerpo. Estaba llena del vómito y de esa sensación horrible que deja la muerte. Casi caigo resbalando por el vómito cuando intenté salir. El doctor Erasmo enderezó el cuerpo de Santos y luego recogió su maletín. –Levantaré mi informe. –Dijo inexpresivo. Hasta ese momento la señora Consuelo solo negaba con la cabeza y decía bajito, no, no. Sin embargo, en cuanto el médico abandonó la habitación, solt