Mamá y papá me escoltaron al auto donde regresaría a la casa de los Castro. desde ahí pude ver a Consuelo en la misma posición frente al entierro de su hijo, definitivamente estaba muy triste. –Quiero que ahora más que nunca te comportes como una señora, Virginia. Me dijo mamá a escasos metros del coche donde esperaba de pié, con la mirada al frente, Reynaldo. Ese Reynaldo en una versión distinta a la que yo conocía. Que había atravesado el cementerio con pisadas firmes y que parecía haber abandonado la juventud para hacerse hombre. –Con respecto a eso mamá, papá…pienso que nada me ata ahora a esa casa. Santos está muerto, yo podría… –¿Qué dices Virginia? –me atajó mamá, a pesar de que vi en papá un gesto de aceptación. –por supuesto que no vas a salir de esa casa como una rata abando