–¡Podemos descansar! –exclamó Elizabeth al detenerse para buscar un lugar en la banca del parque. Faltaban días para el cumpleaños de Megan, a pesar de que la fiesta era de la chica, Cloe era la más emocionada, el pequeño en el carruaje soltó un chillido y Elizabeth se inclinó al levantarlo en sus brazos. –No me hagas esto, me acabo de sentar –reclamó. Al bebé parecía darle gracia cuando le sonrió intentando tomar sus mejillas. –Bety, ¿por qué te detuviste? –se quejó Cloe –. Aún nos faltan muchas cosas y el día pasa rápido. –Si mamá, todavía tenemos que ir a ver los zapatos. –Los zapatos te van a quedar apretados de tanto caminar –gruñó Elizabeth –. Hasta este pequeño ya se cansó –le hizo una mueca al bebé –. ¿Verdad que si, mi pequeño Tomy? –¿Dónde está Marily? –preguntó Cloe