Elizabeth llegó a tiempo para recoger a Megan de su práctica de baloncesto, llegaron a casa a bañarse y arreglarse para el juego.
El tráfico las retrasó, pero llegaron al final del espectáculo de la mascota del equipo, el presentador llamó a los jugadores por equipo, Megan se levantó dando un grito cuando el equipo de Alex entró, se dio cuenta que sus ojos fueron hacía una chica al frente, desde el asiento que estaban no podía verlas, Megan se acercó a Elizabeth.
–¿Es ella? –señaló la melena rojiza, solo eso podía ver.
–No señales, Bubú –le bajó la mano –. Si creo que es ella.
–Es muy bonita.
–Mejor explicame el juego.
Elizabeth se resistía a aprender sobre el baloncesto a pesar de que a las dos personas que más quería le encantaba, fue un juego reñido, los jugadores iba de un lado a otro, algunas veces anotaban y otras no, la mayoría de las personas eran de la ciudad y apoyaban al equipo de Nueva York, fue una suerte que respondieron bien ganando el juego, después del bullicio y la emoción las personas comenzaron a salir, Elizabeth y Megan se quedaron en su asiento hasta que el lugar quedó casi vacío, bajaron las escaleras siguiendo el camino a los vestidores, Alex se encontraba afuera con la pelirroja, de inmediato las vio y se acercó a ellas.
–¡Hola estrellita!
–Alex –le sonrió Megan, fue extraño que lo saludará de esa manera, pero al menos ya no hacía berrinche como cuando era pequeña.
–¿Por qué no me avisaron que venían? Te hubiera mandado entradas.
–Las compre –respondió Elizabeth –. No queríamos molestar y solo venimos a felicitarlos por la victoria.
–Vamos –señaló hacía la chica –. Quiero presentarles a Vivian Foster.
–Mucho gusto, soy Elizabeth Pierce. – Saludó extendiendo su mano. –Y ella es Megan Pierce.
–Que gusto al fin conocerlas, especialmente a la pequeña Megan –le sonrió, pero Megan no mostró mucha empatía, se limitó a darle la mano, Vivían la tomó –. Me encanta tu color de piel y tus ojos son hermosos, eres muy linda, estrellita.
–Solo Alex me dice así –corrigió.
–Lo siento, ya no debe ser muy lindo que te llamen así, estas grande.
–No es eso, solo él la llama así –señaló Elizabeth.
–Por supuesto, entiendo.
Antes de que el ambiente se volviera incómodo Elizabeth habló.
–Nosotros debemos irnos, felicidades por la victoria, saludas a los chicos de nuestra parte.
–¿Quieren ir a la fiesta? –preguntó Vivían –. Iremos a una de mis casas cercanas a festejar.
–Mejor nos vamos, Megan tiene clases mañana.
–¿En sábado?
–Son extracurriculares.
–Si son extracurriculares, supongo que no tiene que dar mucha concentración –sonrió –. Solo será un momento y pueden disfrutar de la fiesta.
–Eli, pueden ir –comentó Alex.
–Está bien –se rindió –. Iremos.
Elizabeth siguió el auto de Alex hasta un residencial cercano, los dejaron pasar hasta que llegaron a una casa muy lujosa y elegante. Caminaron dentro, Megan vio de nuevo su ropa, sus jeans y camiseta del equipo no combinaba con los trajes elegantes de los demás, incluso Alex se había puesto un traje, miró a su madre y ajustó su gorro de lana al cabello.
–Bienvenidas, pueden tomar lo que quieran, están en su casa –les sonrió Vivían.
Sin embargo, tomó a Alex de la mano y se alejó a hablar con unos invitados, Elizabeth y Megan solo tardaron unos segundos en estar solas cuando los chicos del equipo se acercaron, adoraban a Megan incluso le habían enseñado un par de movimientos que le habían ayudado a ganar un par de juegos, Elizabeth los saludo con la distancia debida como siempre y ellos le sonrieron.
–Es bueno verlas, me gusta tener animadoras –se burló uno de ellos.
–Animadora vas a ser tú cuando te gane –se defendió Megan.
–Eso lo veremos –Movió sus manos con una pelota invisible y luego abrazó a Megan, ella sonrió cuando aquel hombre alto la sujeto –. Aún eres muy pequeña.
–Bájame –chilló.
Fue en ese momento cuando Alex se dio cuenta que sus compañeros estaban con Elizabeth y Megan, se disculpó con Vivían y se alejó para ir con ellas.
–¡Hey amigo! Megan dice que me puede ganar y mira esto.
Sacudió el cuerpo de Megan que carcajeo con el movimiento.
–Bajala, por favor –pidió Elizabeth viendo que todos comenzaron a verlos.
–Nick, es una fiesta, por favor no hagas eso –pidió Alex con seriedad.
–Te has vuelto aburrido –bufó bajando a la adolescente que se tambaleo un poco antes de enderezarse.
Los otros chicos del equipo se acercaron a saludar, Megan se sintió mejor cuando todos la saludaron a ella, Vivían regresó a tomar a Alex del brazo con el pretexto de presentarlo con algunos amigos, él se alejó disculpándose, pero la única que se dio cuenta fue Elizabeth.
–No lo deja en paz –le murmuró uno de ellos al oído, ella lo observó con curiosidad –. Sé que es bueno eso de la fundación, pero desde que está con ella solo se la pasa dándole órdenes.
–¿Y a ti no te da órdenes tu esposa? –atacó Elizabeth.
–Mi esposa es diferente.
–Eso quiere decir que si.
–Llegamos a un acuerdo –mencionó de nuevo y Elizabeth cruzó los brazos –. Es mi esposa, estoy condenado, Alex aún no llega a eso.
–Si sabes que está justo allá –señaló Elizabeth a un grupo de mujeres –. Puedo ir a preguntarle.
–No –exclamó –. Sabes que, tengo que irme.
Elizabeth sonrió negando con la cabeza al ver aquel hombre de casi dos metros dominado por una mujer, la fiesta no estaba tan mal, Megan se la pasó hablando de baloncesto con los jugadores y el tiempo se les pasó rápido hasta que Elizabeth vio la hora, ya era demasiado tarde.
–Es hora de irnos, Bubú.
–Un ratito más –se quejó y todos abuchearon a Elizabeth.
–Si faltas a tu práctica de mañana…
–Tengo que irme –exclamó Megan al recordar su entrenamiento.
Se despidieron, buscaron a Alex entre todas las personas, pero no lo vieron, cuando estaban cerca de la salida, Megan pidió ir al baño, Elizabeth suspiró y tuvieron que regresar, una chica de servicio les indicó la dirección.
–¡No te pases! –exclamó Megan aquel majestuoso e impecable baño.
–No digas esas cosas –la regañó Elizabeth.
Ambas tenían la misma sensación de no querer tocar nada de lo que había ahí, entraron con delicadeza extrema e incluso al lavarse las manos apenas si dejaron caer la presión del grifo, Elizabeth sonrió al saber que si algo pasaba nadie lo sabría, así que tomó un poco de agua y se la salpicó a Megan con diversión.
–¡Mamá!
–Es que estás algo sucia –se burló.
–Tú también –rió Megan al lanzarle el agua.
De pronto se escucharon risas que venían de afuera, Elizabeth reconoció la voz y no quería ver a la pelirroja, como un reflejo tomó a Megan de la mano y se escondieron en el último baño, le hizo una mueca que guardará silencio al ver el gesto confundido de la adolescente.
–Te lo dije, fue demasiado fácil –se escuchó la voz de Vivían.
–Casi completamos la cantidad que se necesita –habló la otra voz femenina –. La ayuda de Alex ha sido muy buena.
–Lo sé, se ha dedicado mucho tiempo a esto, espero que cuando la fundación esté lista siga así.
–Yo digo que si, se nota que le gustas aunque no entiendo qué pasa con esa niña y su madre.
–No es su madre y ni creas que Alex es su padre –escupió Vivían, Elizabeth hizo un esfuerzo monumental para no salir a golpearla –. Mi padre me contó algo sobre que solo son familia y la adoptó, Alex solo es bueno porque seguramente solo les tiene lastima.
–Igual se gasta su dinero en ellas, no es justo.
–Por eso las traje aquí –confesó Vivían –. Para que se den cuenta que no pertenecen aquí, viste como estaban vestidas –mencionó mientras se retocaba el maquillaje –. Espero que lo dejen en paz, luego que nos casemos y tengamos nuestros hijos, se olvida de ellas.
–Vaya tienes una vida planeada.
–Es un buen partido, no lo pienso dejar ir.
Los pasos se escucharon y las voces se alejaron, Megan tenía la cabeza hundida en el pecho de Elizabeth mientras ella presionaba sus uñas contra la palma de sus manos, Elizabeth conocía que el mundo podía ser horrible, había sufrido todo tipo de insultos e incluso un jurado que la hizo ver culpable siendo menor de edad, juró que haría lo posible para que la pequeña Megan no fuera lastimada de esa forma. Vivían podía mencionar lo que quisiera de ella, le daba igual, pero meterse con Megan era despertar a una fiera que jamás podía imaginar y tarde o temprano vendría por ella.
Megan iba demasiado callada en el camino, solo veía a la ventana.
–¿Quieres ver una película?
–No.
–¿Segura? Podemos dormir hasta tarde y puede ser de miedo.
–A ti no te dan miedo, era divertido porque a Alex si le daba miedo.
Elizabeth resopló viendo la entrada de su calle, casi llegaban a casa.
–Tienes que olvidar lo que dijo.
–No lo voy a hacer, se lo voy a decir a Alex –exclamó –. Lo llamaré y le dire que es una mujer mala.
–¡Te lo prohibo!
–¡No puedes hacerlo! ¡Alex tiene que saberlo!
–¿Quieres lastimarlo? ¿Quieres qué por lo que ha luchado estos meses se vaya a la basura? –cuestionó –. O tal vez ella le diga que tu eres una mentirosa y solo estás enojada porque ahora estará con ella.
–¡Alex me va a creer!
–¡No lo sabes! ¡Estás son cosas de adultos, Megan! ¡Yo lo voy a resolver!
–¿Y cómo lo vas a hacer?
–¡Lo voy a resolver! ¡Y te prohíbo que digas una palabra de lo que pasó!
Megan rechinó los dientes, salió del auto y abrió la puerta de la casa directo a su habitación, estaba furiosa, no entendía que pretendía su madre con esas palabras, lo lógico era ir a decirle a Alex lo que había pasado y se alejaría de esa mala mujer como ella la consideraba, pero también confiaba en que su madre lo resolvería, era su mundo y por más que se resistiera terminaba obedeciendo sus órdenes.